José Ignacio Vásquez Marquez
Abogado
Profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política


En los confusos tiempos políticos e institucionales que vive el país, de cuestionamiento de la autoridad, falta de liderazgos íntegros, idóneos y probos, divorcio entre la clase dirigente y la ciudadanía y, por tanto, de ausencia de identidad y representación, de sistemática inseguridad ciudadana, disolución de la educación pública de calidad, conviene recordar a aquellos políticos que en nuestra historia han dado ejemplo de entrega, de probidad, de honradez, de visión nacional, en fin, auténticos hombres públicos o estadistas. Entre ellos no sólo destacan quienes han sido Jefes de Estado o parlamentarios, también encontramos a innumerables políticos que muchas veces se olvidan o se desconocen en medio de la incultura cívica e ignorancia de nuestra historia política.

Ante el actual surgimiento de personas con ambiciones presidenciales o la discusión sobre sistemas de salud, previsión y otras políticas públicas fundamentales para nuestro país, viene bien tener presente y recordar a una excelsa figura pública como lo fue Jorge Prat Echaurren (1918-1971), nieto de nuestro héroe de Iquique, de profesión abogado, aprovechando de esta forma de rendirle homenaje por su desinteresada vocación política y gran amor a la Patria, ejemplo de hombre público.

Jorge Prat inició de joven su trayectoria política en el Partido Conservador, llegando a ser presidente de su Juventud en el año 1939. En ella tuvo especial preocupación por el combate de las ideas. Sin embargo, pronto dejó la colectividad por su perspectiva crítica del partido y de la oligarquización de los partidos, sosteniendo: “Cuando vi que en ese partido se confundían el interés propio con el del país, sacrificando este último…comprendí que era la organización partidista la que estaba mal en Chile”. Esta declaración es una temprana manifestación de su claridad de principios e ideales y de una visión política sin renuncios ni concesiones respectos de aquéllos ni ante el bien común nacional.

Como hombre de auténtico compromiso político y patriótico, se propuso “crear una nueva fe en Chile…sin políticos aprovechadores y mendaces, sin funcionarios públicos prevaricadores o indolentes, sin especuladores ni agiotistas, sin agitadores profesionales que medran con la esperanza y credulidad de las masas, sin prensa envenenadora del alma popular…Hay que crear en la juventud un sentido heroico y sobrio de la vida, de la responsabilidad social y del respeto a la personalidad humana”. Así se manifestaría Prat en el primer número de la revista Estanquero, que fundó el año 1946 y que duraría hasta 1954, nombre que identificaba al grupo de políticos en torno a la figura de Diego Portales, surgido en el segundo cuarto del siglo XIX, partidarios de un gobierno fuerte e impersonal.

Desde aquella publicación, que agruparía a profesionales e intelectuales jóvenes, se formularía un ideal portaliano, nacionalista y corporativista. Al respecto valga citar la frase con la que Prat concluía su editorial “Portales ayer y hoy”, en la revista Estanquero en 1950: “Resucitar nuestro viejo espíritu nacional, sustituido por un usurpador espíritu partidista, es tarea principal (…) Todo cuanto se haga en tal sentido será buen abono para la tierra que producirá el oloroso pan del Chile del mañana”.

En 1953, durante el gobierno de Carlos Ibáñez, Jorge Prat sería nombrado Presidente de la Caja Nacional de Ahorro, cargo desde el cual, en vez de sacar provecho propio, realizaría una de las más importantes iniciativas públicas en beneficio de todo el país: la creación del Banco del Estado, con la fusión de aquel organismo, las Cajas de Crédito Agrario, de Crédito Hipotecario y el Instituto de Crédito Industrial. Sería entonces el primer Presidente de dicho Banco.

En 1955, siendo Ministro de Hacienda del gobierno de Ibáñez, participaría como representante de Chile en la X Conferencia Interamericana en Caracas, oportunidad en la que propondría e impulsaría el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), fundado en la idea del autofinanciamiento de los países americanos independiente de Estados Unidos. El BID nacería en 1959.

A principios de los años 60, el Presidente Jorge Alessandri encargaría a Prat la presidencia de la Comisión de Reforma de la Seguridad Social Chilena, concluyendo en 1963 con un extenso y completo informe sobre la situación previsional del país. En él diagnosticaría la situación de quiebra de la previsión en Chile, denunciaría el caos de regímenes previsionales diferenciados, resultando los trabajadores más pobres el sector más discriminado y perjudicado en materia de pensiones, comprobándose, además, la falta de relación con la economía nacional, la existencia de una excesiva institucionalidad burocrática con altos costos de administración. Se proponía en el informe un Plan de Seguridad Social Integral para construir un sistema sobre bases sólidas y con sentido igualitario, “por un deber de patriotismo y justicia”, que tendría que hacerla realidad “la manifestación más representativa de la comunidad, el Estado”. Tal informe sobre el diagnóstico del estado de la previsión en nuestro país fue en gran medida la base de la Reforma Previsional del año 1980, aunque en ésta, la administración fue entregada a las AFP.

En 1963 se levantó la precandidatura presidencial de Jorge Prat, por sectores de derecha y nacionalistas, bajo el lema Patria y Justicia. Para su apoyo, a principios de 1964, se crea el partido Acción Nacional, junto a otros políticos independientes. Sin embargo, durante aquel año renunció a su candidatura presidencial por no reunir el apoyo de toda la derecha, al optar ésta por apoyar al candidato de la democracia cristiana, Eduardo Frei Montalva, ante el temor de que ganara la elección presidencial el candidato izquierdista Salvador Allende. Por ello, Prat y Acción Nacional llamaron a sus partidarios a la libertad de acción en la contienda electoral.

El año 1966 cuando las derechas históricas (liberales y conservadores) se extinguían y disolvían completamente tras el resultado negativo en la elección parlamentaria del año anterior, Prat con su organización política Acción Nacional, promovería y articularía el surgimiento de una nueva derecha en torno al Partido Nacional, agrupación que duraría hasta septiembre de 1973. Abandonaría este partido pocos años después por no concordar con su posición económica liberal.

Jorge Prat fue siempre un observador crítico del sistema político por su tendencia al monopolio de la democracia por los partidos políticos, calificándolos como "grupos particulares que aspiran a enseñorearse del Estado ( ... ) en nombre de un credo ideológico parcial, compatible con sus contrarios, que se reconoce fragmento y parcela, y que sin embargo -¡oh paradoja!- quiere dominar totalitariamente la sociedad. Los partidos no representan la opinión nacional verdadera, sino la de aquellos grupos que se autoconstituyen en expresión de la voluntad nacional". Añadía: "El Régimen de partidos es la disputa de botín estatal entre algunos grupos particulares".

Su honestidad intelectual y coraje político lo llevó a criticar a todo el espectro político nacional, de izquierda a derecha, acusándolo de ser “demagogo por esencia. Todo lo que dice o hace va dirigido a agradar a la masa que quiere tener adepta".

Con vistas a superar tal esquema inorgánico y lograr la unidad nacional, fue partidario de un sistema democrático orgánico o funcional que armonizara y representara “los intereses políticos, morales, económicos y sociales de las masas con los intereses nacionales”.

Jorge Prat, como observador agudo e independiente de la vida nacional fue capaz de afirmar que la crisis política de principios de los años 70 tras el precario triunfo electoral de la Unidad Popular implicaba un vacío de autoridad que sólo sería llenado por el comunismo o las Fuerzas Armadas y ya en 1971 advertía ante las expresiones, signos y consignas de los sectores extremos de la izquierda su voluntad de “que nada ni nadie sacará al marxismo del poder”.

Días antes de su fallecimiento en diciembre de 1971 suscribiría la declaración de la Unión Cívica Democrática, que denunciando la violencia, la amenaza a la libertad de las personas y el caos económico en que se desenvolvía el país en ese momento llamaba a los chilenos a unirse a esa iniciativa no electoral, ni partidista ni clasista, con el propósito de trabajar por la unidad nacional, la construcción de una sociedad orgánica integrada, la extensión de la educación y la cultura, de una economía descentralizada, libre y solidaria, participativa de los resultados de la producción; el incentivo del regionalismo y la participación de todos los trabajadores en la construcción del destino nacional, involucrando la ciencia, el trabajo, la mente, la fuerza, la dirección, el riesgo y el ahorro, como factores del progreso.

Su activa vida de político y estadista se vio truncada a los 53 años de edad, falleciendo a fines del año 1971. Sin embargo, su rectitud y patriotismo, su capacidad como hombre de pensamiento y de acción permiten perfilarlo ante el escenario actual de profunda crisis de autoridad y representatividad de la República, como un ejemplo o un modelo de político a tener siempre presente.

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