Mario Ríos Santander


El afán de los imperios no es un asunto escondido en las crónicas de la historia. Tal hecho, constituir grandes territorios dominados, es igual hoy que ayer y más atrás aún. Un buen ejemplo de ello fue el Imperio Comunista, conocido como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que alcanzó a dominar 24 pueblos estados extendiendo de paso tal doctrina a otras naciones, como China que no permitió la administración de Moscú, Corea del norte, aliado de China, y luego Cuba, la que se entregó en cuerpo y alma a los dictámenes moscovitas. En otros lugares, Chile, por ejemplo, sus agentes ubicados en áreas diversas como el partido comunista chileno, el más conocido, y en otros estamentos regidos por “…útiles”, solo alcanzaron algún poder en el régimen del presidente Allende, que declaró a Rusia como el “Hermano Mayor” en medio de una crisis económica nacional que bien pudo Rusia haber reparado. Pero lo ocurrido en Venezuela, que para muchos eran tan sólo un asunto de fuerza entre la camarilla de Maduro, es decir Diosdado Cabello y el pueblo bolivariano, está resultando ser algo bastante más trascedente. Metido China de por medio, trata de mantenerse activo en la explotación petrolera, pero, a su vez, ajeno a los afanes rusos e iraníes, además de los eternos cubanos que no se pierden “ni una” y aprovechan toda revuelta que les permita continuar vigentes.

En realidad, estos poderes mundiales claramente encontraron el lugar más adecuado para ingresar a este sub continente Latinoamericano, tantas veces querido y ansiado, además de rico en su naturaleza y en la “tontera” de sus pueblos. Los chinos ya alcanzaron un poder mundial y no quieren ensuciarse con los otros, con aquellos que prefieren el poder político antes de los naturales, ya que lo primero les permite lograr el Imperio perdido cuando cayó el muro de Berlín en 1989.

Lo anterior, una mezcla de fuerzas peleándose incluso la calle, ha permitido a María Corina Machado tener algún orden en su lucha por la recuperación de la libertad y el desarrollo de su país sumándose a ello, ya definitivamente, una creciente fuerza militar, surgida de los mandos medios y últimamente de generales activos. Todo ello, en parte por el desorden de los que se quieren quedar con el país entero para transformarlo en la punta de lanza de la reconstrucción del imperio comunista. Por ello, las visitas de Putin a Corea del Norte y Viet Nam, que no tuvo éxito alguno, por ello también la presencia naval, militar y policial en Venezuela. También por ello, la “toma” de Isla Margarita por parte de las fuerzas iraníes, en fin, por ello, todo. Mientras tanto nuestros comunistas criollos, cada día más en la cuerda floja, han vuelto a “abrir el paraguas cuando en Moscú está lloviendo”. Es que observan que Putin era realmente comunista de viejo cuño. Cuba se desploma cada día y Nicaragua es una cosa rara. Solo les queda Moscú. El tema es que la Cariola quedó embrazada de guagua de Rementería, “empeñoso el hombre”, diría don José Morales, diputado socialista, empresario hotelero, y con una vida “derechista” en lo menos marxista de Chile, Viña del Mar.

El desorden político es de tal magnitud en Venezuela, que los propios enemigos del narco, Maduro, señalan que uno de los dos trenes criminales, Aragua y del Llano, también se han dividido a extremos tales que, el último, ha declarado su apoyo a la disidencia del régimen. ¿Es que enloquecieron también los criminales?

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