29 julio, 2024
por Vanessa Kaiser
Estamos ante un proyecto rousseauniano-neomarxista que destruirá nuestro mundo común si es que no lo denunciamos y oponemos resistencia.
Podríamos afirmar que, en general, hay dos maneras de concebir las leyes. Desde el mundo liberal-conservador, las de rango constitucional protegen a las personas de la intromisión del poder político en sus vidas resguardando sus derechos fundamentales y las de menor rango establecen derechos y deberes garantizando el correcto desarrollo de los individuos y la sociedad. En las antípodas nos encontramos con una izquierda que ve en las leyes un instrumento para crear el tipo de sociedad que ellos quieren y, siguiendo las directrices de J.J. Rousseau, una especie de dispositivo que sirve para mudar la naturaleza humana. En sus términos:
«Aquel que se atreve a instituir un pueblo, debe sentirse con fuerzas para mudar, por decirlo así, la naturaleza humana; para transformar a cada individuo, que por sí mismo es un todo perfecto y solitario, en parte de otro todo mayor, del cual reciba en cierto modo la vida y el ser […] En una palabra, debe quitar al hombre sus propias fuerzas para darle otras que le sean ajenas, y de las cuales no pueda hacer uso sin el auxilio de los demás». (Contrato Social)
Si usted piensa en la Educación Sexual Integral (ESI), que los países han impuesto por ley destruyendo la salud mental de millones de niños, es justamente desde la hermenéutica rousseauniana que se entiende su propósito: lo que hacen es crear un nuevo tipo de vida que depende de insumos artificiales e intervenciones externas para mantenerse. No le hablaré de las imágenes horrorosas que circulan en redes con los resultados de los experimentos a los que se ha sometido a niños sin ninguna capacidad de tomar una decisión consciente. Estamos ante el mal radical que Hannah Arendt denuncia, nos arroja fuera de los parámetros de la tradición, por lo que carecemos de normas políticas, morales o históricas para juzgarlo.
Es en contra de la concepción de la ley como un instrumento de ingeniería social que el mundo liberal clásico y los conservadores luchan día a día, mientras al centro político se lo persuade de ir por el derrotero de la destrucción de la naturaleza humana con extorsiones emocionales y todo tipo de oxímoron cuidadosamente diseñados para concitar apoyo y evitar resistencia.
Pero la izquierda no sólo se ha propuesto en todos los tiempos parir al nuevo hombre, además, trabaja por destruir nuestras sociedades para imponernos sus distopías. En Chile vimos un claro ejemplo en los dos proyectos de nueva Constitución rechazados y ahora contamos con nuevas leyes que implosionarán nuestra sociedad para, desde sus ruinas, construir la nueva. El espíritu que subyace tras ellas viene de la concepción ideológica del jurista y filósofo nazi, Carl Schmitt para quien lo político extrae sus fuerzas de las contraposiciones amigo-enemigo que agrupan a las personas en colectivos antagonistas. En términos simples, se trata de importar las dinámicas de la lucha de clases a todas las relaciones humanas: padre/ hijo, hombre/ mujer, profesor/ estudiante, etc. Veamos algunos ejemplos en las leyes citadas.
La Ley Integral de Violencia Contra las Mujeres en el numeral 8 del artículo 6 establece que es violencia en el trabajo: “toda acción u omisión, cualquiera sea la forma en la que se manifieste, que vulnere, perturbe o amenace el derecho de las mujeres a desempeñarse en el trabajo, libres de violencia, provenga del empleador o de otros trabajadores”. Me parece que no es necesario profundizar en explicaciones; ¿toda omisión es violencia?
Por su parte, el Modelo de Protocolo de prevención del acoso sexual, laboral y violencia en el trabajo que la superintendencia de seguridad social entrega a las mutualidades para que lo deriven a las empresas (anexo 53) establece que acoso laboral es: “Toda conducta que constituya agresión u hostigamiento ejercida por el empleador o por uno o más trabajadores, en contra de otro u otros trabajadores, por cualquier medio, ya sea que se manifieste una sola vez o de manera reiterada, y que tenga como resultado para el o los afectados su menoscabo, maltrato o humillación […]. El acoso laboral, además de agresión física incluye el acoso psicológico, abuso emocional o mental […]”. Son ejemplos: “Juzgar el desempeño de un trabajador de manera ofensiva”, usar “lenguaje despectivo” y “nombres ofensivos” además de “hacer comentarios despectivos sobre la apariencia, inteligencia, habilidades, competencia profesional o valor de una persona”. En breve, no hay que ser muy perspicaz para entender que no se podrá evaluar a un trabajador de ninguna otra manera que no sea con guirnaldas, flores y poesía. ¿Quién va a contratar a más trabajadores con estas normas? ¿No es un incentivo perverso a su reemplazo por máquinas?
Este tipo de normativa responde a la máxima que comparten los miembros de la extrema izquierda de tensionar hasta la destrucción de la cohesión social absolutamente todos los vínculos. Es la fórmula para desmantelar las instituciones burguesas y aislar a los ciudadanos. En términos simples, están metiendo la cola del diablo -del que divide- en absolutamente todos los ámbitos de nuestras vidas para enemistarnos y tornar imposible el modelo de sociedad en que vivimos. En paralelo avanzan su proyecto de ingeniería, aliados con un centro y una derecha ignorantes o globalistas. En el artículo 1 de la Ley Integral de Violencia Contra las Mujeres, también llamada ley antihombres encontramos el fundamento antropológico con el que pretenden refundar Chile: “Las relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato libre de violencia, compatible con la dignidad de la persona y con perspectiva de género, lo que, para efectos de este Código, implica la adopción de medidas tendientes a promover la igualdad y a erradicar la discriminación basada en dicho motivo”.
¿En qué momento nos pusimos de acuerdo y aceptamos democráticamente el cambio en la concepción antropológica en que se fundan nuestras instituciones desde la concepción del ser humano como un sujeto moral, con derechos fundamentales inalienables anteriores a la existencia del Estado a una antropología materialista de autopercepción genital?
Sólo hay que recordar que Inglaterra acaba de prohibir la ESI y el concepto de género que en Chile nos están imponiendo como una perspectiva totalitaria y homogenizadora cuyo objeto es transformar nuestra sociedad y nuestra autocomprensión. Estamos ante un proyecto rousseauniano- neomarxista que destruirá nuestro mundo común si es que no lo denunciamos y oponemos resistencia. Quizás nos ayude recordar al Papa Pío XI, quien en Dinivi Redemptoris afirmaba que “el comunismo bolchevique y ateo, pretende derrumbar radicalmente el orden social y socavar los fundamentos mismos de la civilización cristiana”.
Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/la-cola-del-diablo/
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