Marcela Cubillos


''No se puede llevar adelante un proceso constitucional en que la unanimidad sea el único criterio de legitimidad de una norma. Existe un plebiscito de salida, por tanto, más que el abrazo entre coaliciones políticas o una foto de amigos al final del trabajo, se debe proponer un texto que le haga sentido a la gente y que sea percibido, por la mayoría, como mejor que la Constitución actual''


La minuta estaba escrita por anticipado. A horas de presentarse las enmiendas al texto de los expertos, el discurso de la izquierda fue que se les “estaba pasando máquina”, que “no se había aprendido nada”, y desde el Partido Comunista se señalaba que “si no hay un giro hacia la responsabilidad, este proceso es muy posible que se rechace”. La desfachatez hecha declaración.

Si el borrador no se podía tocar, ¿Para qué se eligió un Consejo Constitucional? ¿Para qué se inventó esta segunda etapa?. Según las encuestas, el proyecto de los expertos no genera mayor adhesión. Por tanto, es esencial corregir e incorporar normas que le hagan sentido a la gente y así intentar generar el apoyo que el texto hasta ahora no ha logrado.

Las enmiendas presentadas por quienes tienen hoy la mayoría en el Consejo se ajustan a los bordes definidos para el proceso, y lejos de ser “partisanas” son más bien “ciudadanas”. Del mismo modo, fortalecen la democracia y ensanchan la libertad. No sorprende que eso no le guste a la izquierda que redactó y promovió la constitución indigenista y totalitaria de la Convención.

Ni “extremas”, ni “irresponsables”. En el Chile de hoy, necesarias.

En materia de seguridad, se propone, entre otras, agregar como deber del Estado el combate al narcotráfico, la corrupción y el crimen organizado; crear una Defensoría para las víctimas de la violencia; y prohibir el indulto a terroristas.

Se fortalece el combate a la corrupción y se fijan responsabilidades claras para funcionarios y autoridades ante una irresponsable gestión de los recursos públicos. ¿Norma Montes / Jackson?

Se agrega una norma que hace algunos años nadie habría pensado, por obvia, que fuera necesario explicitarla: “en caso alguno el Estado podrá establecer ideas u opiniones como únicas u oficiales, y tampoco podrá sancionar la expresión de ideas u opiniones contrarias a la manifestada por el Estado, sus organismos, autoridades o funcionarios.” ¿Norma Camila Vallejo?

Lejos de ese Chile plurinacional que defiende el Gobierno, se precisa que la soberanía reside “en el pueblo de Chile, nación única e indivisible”. Para resguardar la igualdad en el voto se elimina la paridad de salida. Asimismo, se fortalece la libertad de enseñanza; se garantiza la libre elección en salud y la propiedad de los fondos previsionales; se deja el derecho a huelga dentro del proceso de negociación colectiva; se elimina la norma que permitía a los partidos políticos, via expulsión, quitarle a un parlamentario su escaño en el Congreso; se termina la iniciativa popular derogatoria de ley; y se suprimen las normas que permitían el reemplazo de la Constitución.

Al mismo tiempo, se le impone al Estado la obligación de garantizar la continuidad del servicio educativo en sus colegios (eso en realidad es “extremo” para parte de la izquierda y el Colegio de Profesores), y asegurar el financiamiento de la educación de personas con necesidades educativas especiales (que enmienda más “irresponsable”).

No se puede llevar adelante un proceso constitucional en que la unanimidad sea el único criterio de legitimidad de una norma. Existe un plebiscito de salida, por tanto, más que el abrazo entre coaliciones políticas o una foto de amigos al final del trabajo, se debe proponer un texto que le haga sentido a la gente y que sea percibido, por la mayoría, como mejor que la Constitución actual.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2023/07/23/109220/constitucion-ciudadana.aspx

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