Juan Pablo Zúñiga Hertz


Estamos entrando en el mes de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. En este mismo mes, los seguidores de las ideologías sexuales conmemoran el llamado mes del orgullo homosexual.

En una reciente entrevista realizada por Matt Frad al reverendo anglicano Calvin Robinson, uno de los temas más discutidos fue justamente la necesidad del cristianismo de levantarse frente a la llamada cultura woke. En dicha entrevista fue lanzada una campaña llamada “Recuperemos el mes” (del inglés, reclaim the month).

Para la Iglesia Católica, así como para algunas denominaciones protestantes, existe una estructura litúrgica tanto para la celebración de rituales como para definir el año en torno a la observación de los misterios de nuestro Señor Jesucristo. Esta estructura le ha permitido a la Iglesia mantenerse durante milenios en pie proclamando las buenas nuevas de Cristo, evangelio que trasciende el tiempo y las ideologías de turno.

La ideología de turno, que es una majamama conglomerada en el término woke incorpora de un cuanto hay en términos de disidencias, luchas, minorías, y un larguísimo etcétera. Woke es en sí mismo una anti-religión. Me atrevo a decir que es una antítesis al cristianismo ya que promueve todo lo opuesto: es contra la familia, contra la vida, contra el matrimonio entre un hombre y una mujer, a favor de privilegios para supuestas minorías generando grupos humanos de primera y segunda categorías, etc.

Si se fija con detención, el carácter “religioso” de la anticultura woke posee incluso su propia versión de calendario litúrgico para mantener así el fervor de sus fieles a lo largo del año: mes del orgullo negro, día del black lives matter, mes del orgullo gay, mes de las minorías indígenas. Y la lista suma y continúa creciendo. A ello se le agrega todo un cuerpo teórico, intelectual e inclusive legal que han desarrollado, de manera que cuando alguien discute diciendo que no existe la ideología de género, es una total falacia.

Y nosotros, como Iglesia, ¿qué hemos hecho? Nos hemos mantenido con el periscopio bajo. Hemos asumido el papel que estas nuevas ideologías nos han impuesto señalando que el cristiano debe ser tolerante, lo cual es una aberración. Desde un punto de vista bíblico y de la tradición de la Iglesia, la enseñanza de la tolerancia no existe. No es una virtud cardinal; todo lo contrario, somos llamados a condenar aquello que pervierte y destruye al ser humano en su dignidad: el pecado.

Muchas veces –y me incluyo en esto– tendemos a creer que ser cristiano implica ser bonachón en toda circunstancia, para lo cual modulamos hasta nuestro lenguaje para evitar acusar directamente o para evitar la confrontación. Tememos que nos digan “se supone que tu eres cristiano, Cristo no actuaría como tú, condenando a otros”. Callamos mucho, y actuamos poco. Los cuatro evangelios atestiguan cómo el propio Jesús condenaba abiertamente y de manera muy dura la hipocresía y el pecado, por ejemplo, de los fariseos. Hoy en día tenemos tanto fariseo que apunta con el dedo a quien no sigue la nueva moral intrínsecamente inmoral, discriminatoria y complaciente con el pecado travestido de modernidad.

Estos son los nuevos tiempos”, nos dicen. “Tienen que cambiar con los tiempos”, nos instan. Mi respuesta es un rotundo no. La Iglesia, su magisterio y su papel sempiterno de conducción de las almas en esta vida, con vistas a la eternidad, no debe ni puede cambiar. Primero porque Dios es inmutable y no se contradice a sí mismo, segundo porque las enseñanzas de la Iglesia y las sagradas escrituras son atemporales. Han servido de instrucción para millones de personas a lo largo de tres milenios conduciéndolas a una vida reglada y de profunda riqueza espiritual, dos elementos que se esperan de todo aquel que reconoce a Cristo como su salvador y redentor.Por ello, en este mes del Sagrado Corazón de Jesús, recuperemos la voz, mostremos al mundo el mensaje de amor y salvación que emana del corazón en llamas de nuestro Señor. El mundo, el progresismo y la anticultura woke llaman a tener orgullo en este mes por ideologías perversas que no hacen otra cosa más que conducir a la muerte. Mostremos nuestro orgullo por ser de aquel que no sólo da la vida, sino que es la vida misma: Jesucristo.

Fuente: https://viva-chile.cl/2023/05/recuperemos-el-mes/

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