10 marzo, 2023 

 

 

 

 

 

 

Por Bastián Romero


Para adecuadamente comparar precios entre dos países, debemos pensar en cuántas cosas podemos comprar en cada uno de esos países con la misma cantidad de dinero. Con ese fin, el Programa de Comparación Internacional del Banco Mundial utiliza el concepto de “dólares internacionales”, que sirven como una unidad de medida común para todos los países, permitiéndole fabricar el Índice de Nivel de Precios (INP) mundial.


Durante las últimas semanas, la periodista Mirna Schindler ha publicado una serie de videos donde compara precios de productos vendidos en Europa con precios de productos vendidos en Chile. Las frutas y los arriendos son más caros en Europa, mientras que las carnes y los medicamentos son más caros en Chile, concluye Schindler. Sin embargo, estas comparaciones –carentes de cualquier rigurosidad metodológica– son incorrectas porque excluyen de su análisis una pieza clave: diferentes países tienen contextos económicos distintos. Ser pobre en Chile no es lo mismo que ser pobre en el Reino Unido o en Francia, y los precios de los productos que se venden en esos países pueden ser menores o mayores a los de nuestro país porque responden a incentivos distintos.

Para adecuadamente comparar precios entre dos países, debemos pensar en cuántas cosas podemos comprar en cada uno de esos países con la misma cantidad de dinero. Con ese fin, el Programa de Comparación Internacional del Banco Mundial utiliza el concepto de “dólares internacionales”, que sirven como una unidad de medida común para todos los países, permitiéndole fabricar el Índice de Nivel de Precios (INP) mundial.

Así, según los datos más actualizados (2017) de este índice: si las carnes tienen un precio promedio en el mundo igual a 100, en Chile tienen un precio de 114, en el Reino Unido 117, en Irlanda 134 y en Francia 160. O sea que, al contrario de lo que intenta transmitir Schindler, las carnes son, en realidad, más baratas en Chile que en esos países de Europa. Aunque con algunas excepciones, esa tendencia –donde Chile es más barato– se mantiene con muchos otros productos y servicios como la comida, los tragos, las cuentas del hogar y los arriendos, además de la salud y la educación sin subsidios.

Tampoco es correcto asumir que los precios de un producto son más altos en un país que en otro como consecuencia de que en el primer país los empresarios son más avaros y cobran más caro. La avaricia existe en todos los países, por lo que no es un buen parámetro de comparación. Además, si un empresario intentase cobrar más del precio de mercado, sus consumidores pronto lo notarán y darán preferencia a la competencia. A quienes sí podemos culpar por crear precios artificialmente altos es a los gobiernos, que ponen leyes, impuestos, tarifas y cuotas que entorpecen el flujo natural del mercado, haciéndolo más costoso. Por ejemplo, según el INP, los servicios de transporte en el Reino Unido, Irlanda y Francia cuestan más del doble que en Chile. Esto se debe, principalmente, a los mayores costos de distribución del combustible y a los impuestos específicos a este, que son aprox. 1,6 veces el mismo impuesto en Chile.

Por último, Schindler erróneamente asume que está bien comparar los precios entre Chile y los países que ella visita porque en todos ha habido inflación, pero no dice cuánta. Según los datos de inflación de enero de 2023, Chile ha tenido aprox. 4,8 puntos de inflación más que el promedio del Reino Unido, Irlanda y Francia en el último año, subiendo a 9,3 puntos si solo consideramos los precios de los alimentos. Por eso, tiene sentido que, hoy en día, los precios chilenos sean percibidos altos en comparación con los de otras naciones, pero es un mal análisis decir que los precios se pueden comparar solo porque ha habido inflación a nivel mundial.

Las dinámicas de los precios son un fenómeno complejo que, aunque los economistas llevan cientos de años estudiándolas, aún no existe consenso sobre la determinación de precios en todas las situaciones del mercado. Por eso, es importante que, cuando nuestros periodistas hablen de asuntos económicos, lo hagan informados o habiendo consultado a conocedores del tema. El periodismo amarillista hace videos virales, pero solo logra malinformar a las personas.

Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/03/10/chile-mas-caro-que-europa/

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