18 abril, 2021 

 

 

 

 

 

 

Jaime Jankelevich
Consultor de empresas


Tomó 48 años transformar el país desde el ruinoso estado en que lo dejó el gobierno de Allende. Con una inflación a octubre de 1973 de 605,9% y 87,6% en el mes, un ingreso per capita de US$1.640 y $16.480MM de PIB, con boicots internacionales contra el gobierno militar, fue una gran odisea desarrollar Chile… ese que hoy quieren destruir.


 La transformación del país desde 1973 hasta hoy, ha sido una gigantesca tarea en que toda una generación se involucró exitosamente, con pasión, con esfuerzo, duros años de trabajo intenso y asumiendo grandes riesgos. Eso nos permite hoy contar con un presupuesto anual cercano a los $70.000 MM de dólares, y un PIB del orden de los US$306.000 MM, 18 veces el de ese año.

Pero no solo son cifras económicas. Los logros sociales alcanzados en todo este tiempo han sido extraordinarios, como por ejemplo en esperanza de vida al nacer, en hacer propietarios, en acceso a alcantarillado, agua potable y sistemas de aguas servidas; en una notable mejoría en la mortalidad y desnutrición infantil, en el combate a la inflación, en la eliminación de campamentos, en los ingresos familiares, en el acceso a la educación superior y en el auge de una extraordinaria clase media, entre otros.

Lo que se hizo fue muy difícil, pero se logró porque en el país prevaleció la cordura. Primero, el Gobierno Militar estableció los cimientos para el desarrollo, adoptando ciertos pilares fundamentales: el modelo de economía social de mercado; la apertura al mundo de nuestra economía; la autonomía del Banco Central; el sistema de capitalización individual administrado por las AFP; el DL 600 que brindó certeza jurídica para los inversionistas extranjeros; y por cierto una Carta Magna que permitió darle gobernabilidad a Chile con alternancia en el poder.

Posteriormente, con el retorno de la democracia, se instauró la política de los acuerdos: los gobiernos de la Concertación siguieron con la misma política económica, firmaron TLC en todos los continentes y se continuó avanzando de tal manera que el Presidente Lagos decía que en 2020 Chile sería un país desarrollado. Se reformó muchas veces la Constitución y él firmó la que lleva su nombre, el 2005.

Todo estaba bien, hasta que perdieron el poder por primera vez, con Sebastián Piñera. Fue insoportable para la izquierda, pero ya la segunda vez les resultó intolerable y desde entonces, se han propuesto destruir todo lo que recuerde al gobierno militar. Para la izquierda dura, lo que hizo la Concertación fue traicionar sus principios y hoy ni siquiera esos actores están dispuestos a defender su obra.

De ahí aquello de que no son $30 sino 30 años, slogan que le puso término a la cordura el 18-O de 2019, en que todo lo obrado se pretendió desconocerlo, vilipendiarlo y destruirlo. Lamentablemente, ese intento continúa hoy inalterado desde el Congreso, desde donde tratan de eliminar los cimientos en que se basó nuestro desarrollo.

La violación constante de la Constitución, que ya no respetan, es la primera señal. Aprueban inconstitucionales retiros de fondos desde las AFP, con el fin de destruir el sistema, para seguir a continuación con el modelo económico. El futuro del Banco Central está por verse, porque lograron reescribir la Constitución. La certeza jurídica para los inversionistas pasó a ser letra muerta al momento de aprobar un nuevo royalty y la política de los acuerdos está vedada. Pero esto no es todo. Los esfuerzos de destrucción continúan en diversos frentes, llámese Carabineros, amparo de la violencia, obstrucción legislativa, y un largo etcétera.

Entonces, cuando la cordura es reemplazada por la insensatez, el liderazgo por el populismo, la consecuencia política por la popularidad, y la lealtad por los intereses partidistas, nos vemos enfrentados al escenario actual en que todo está cuestionado, con el agravante de ver a parlamentarios del oficialismo votar junto con la izquierda, porque solo les interesa ser reelegidos.

Chile está en jaque. Para impedir retroceder a un oscuro pasado del que tanto costó salir, contamos con un arma muy poderosa: nuestro voto. Por eso, hay que informarse muy bien y votar por los candidatos de la sensatez, la única manera de parar la destrucción de todo lo obrado.

Es tan difícil construir, pero tan fácil destruir. De nosotros depende evitarlo.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jaime-jankelevich-tan-dificil-construir-tan-facil-destruir/

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