24 noviembre 2020 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


La respuesta corta es: claro que sí, no hay duda que Chile se puede recuperar, no solo eso, se va a recuperar con seguridad. El asunto es en cuanto tiempo. 

Un poco de historia
Para la gran 
crisis de 1982 Chile estaba mucho peor económicamente que hoy y la recuperación tomó apenas 3 años, iniciándose el ciclo de enriquecimiento más grande y sostenido de nuestra historia. Fueron diez años creciendo a tasas superiores al 7%, sin parar.

Para la gran crisis de 1920 en cambio, cuando Arturo Alessandri llega al poder, nos tomó la friolera de 54 años empezar a recuperarnos. O sea tenemos un horizonte de tiempo entre 3 y 54 años más o menos.

Veamos primero como se manejó la crisis de los años 20, en ese tiempo, por presión de los militares (el "ruido de sables") Chile se convirtió en el primer país de América del Sur en copiar las medidas de estado de bienestar que el canciller Hindemburg había decretado pocos años antes en la "República de Weimar". 

Los militares entonces eran socialistas y Chile llego hasta a tener una chusca "Republica Socialista" al modelos soviético, con intentos de instaurar los soviets obrero-campesinos por segunda vez en la historia del mundo. Afortunadamente el experimento solo duró un par de semanas, algunos años después Paz Estenssoro los instalaría efectivamente en Bolivia en un desafortunado experimento que tiene a ese país pagando la cuenta hasta el día de hoy.

Chile fue pionero del estado de bienestar y el estatismo. Las teorías cepalianas que aparecerían en los 60-70 se aplicaban en nuestro país mucho antes que a Prebish y su gente se le ocurriera formularlas. Durante gran parte de nuestros diez lustros perdidos, en Chile se mantuvo el modelo de estado de bienestar al estilo Hindemburg y la política fue casi siempre de social democracia, que coincidía con la preferencia política predominante en las Fuerzas Armadas de esos años. 54 años perdidos donde el país fue decayendo hasta terminar completamente quebrado con el experimento de la Unidad Popular.

La crisis de 1982 en cambio, se produjo por una combinación de dos desastres acumulados: una recesión mundial -tal como en 1930- y  por errores en la regulación de los bancos que fueron "aprovechados" por los dueños de los dos grandes grupos económicos que eran dueños de casi todo el aparato productivos del país. La ambición los cegó y de un día para otro los "dueños de Chile" se vieron completamente quebrados. De hecho el dueño de uno de estos grupos, Javier Vial y su jefe de estudios Rolf Luders, estuvieron presos, pese a que Luders, muy poco antes había sido biministro (economía y hacienda) del propio gobierno.

El prestigio de Chile se fue al suelo con la misma rapidez con que había crecido, nadie daba un peso por el país ni por su recuperación, pero teníamos dos grandes fortalezas que hicieron posible la recuperación rápida: un gobierno firme y claro en su dirección y un equipo de economistas extraordinarios. La deuda externa, pública y privada, era enorme y el país no tenía como pagar. 

Recuerdo que en esos mismos años muchos países estaban en el mismo apuro con deudas "impagables", especialmente en América Latina y empezó a crecer la opinión en muchos gobiernos que la deuda externa simplemente no había que pagarla. Creo que ese fue el primer default importante de Argentina que se negó a pagar, Alan García en Perú decidió lo mismo. Profundo error.

Justo en esos años apareció Hernán Somerville, un tipo extraordinario que salió a negociar nuestra deuda con los bancos internacionales. El estado se había quedado dueño de casi todo el aparato productivo nacional y lo que ofreció Somerville fue cambiar deuda por las empresas quebradas que tenía el estado. Eso, junto con el pack de leyes de José Piñera, produjo el milagro que cambió nuestro país.

Llegaron nuevos dueños, extranjeros, a las empresas, muy diferentes de nuestros "pillos" nacionales como Cruzat, Vial y los demás.  Los directorios de las sociedades anónimas ya no eran llenados por el hijo inútil o el compadre, sino por gente escogida por su capacidad y experiencia, nuestro sistema productivo se transformó y así fue como empezó el más extraordinario ciclo de crecimiento de nuestra historia.

Que se necesita para la recuperación
Para que
 Chile se recupere hay solo una forma: que llegue de manera masiva inversión extranjera de buena calidad. Pocos se han dado cuenta de golpe durísimo que recibió Chile cuando nuestros honorables ladrones aprobaron la Ley del Royalty Minero, la gente común es demasiado bruta para relacionar esa ley con el congelamiento de la inversión nueva en el país y el empobrecimiento progresivo que nos persigue hasta hoy.

Porque la llegada de nueva inversión es fundamentalmente un asunto de confianza. Si un país no genera confianza ocurre lo que está pasando hoy en Argentina, o lo que pasó en Venezuela donde las empresas arrancan de manera masiva y ningún inversionista importante arriesga su plata allí. Cuando el país deja de ser creíble solo llega la inversión chatarra, ladrones y coimeros como OHL en la época de Ricardo Lagos o empresas chinas, corruptas hasta la médula como está pasando ahora.

Estos inversores buitres no son malos por su excesiva codicia como dice el discurso oficial progresista, son malos porque corrompen a los países introduciendo la coima de manera masiva, tal como hizo Odelbretch en toda América Latina por ejemplo. Lo peor de las empresas españolas que trajo Lagos o los brasileños que trajo Bachelet fue que lograron corromper al país en todos sus niveles: legislativo, ejecutivo, judicial y empresarial. Lo peor no fue lo que se llevaron, sino lo que dejaron.

El cambio que se necesita para recuperar la reputación y la confianza de los inversionistas -que es la única forma posible que nos recuperemos- tiene que empezar desde la política, por el poder ejecutivo y legislativo. Esa es la importancia para el país que a José Antonio Kast le vaya bien, es algo que va mucho más allá de izquierda, derecha o valores en los que la gente común pierde el tiempo discutiendo. El éxito de las ideas de J. A, Kast es la diferencia entre una recuperación de 4 años o una de 53 años.

Afortunadamente, a diferencia de 1920, hoy tenemos mucha más gente con ideas claras y correctas en lo político y económico, tampoco tenemos unas Fuerzas Armadas de tendencia socialista como la tuvimos en los años 20-60. Los políticos social demócratas, desde el Partido Comunista hasta la UDI han fracasado de manera constante desde 1990 hasta hoy y el ejemplo de los 10 años de enriquecimiento, entre 1986 y 1996 lo tenemos fresco en la memoria.

Tenemos todo para recuperarnos, solo hay que seguir avanzando para erradicar a la social democracia del país y recuperar nuestra reputación, reformando el corrupto sistema de justicia que nos han legado los honorables políticos y limpiando de sinvergüenzas y parásitos nuestras instituciones públicas. No es un trabajo fácil pero hay que hacerlo. Lo principal es que tenemos todas las condiciones para hacerlo.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/2020/11/se-puede-recuperar-chile.html

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