José Tomás Hargous F.


La Unión Demócrata Independiente (UDI) está viviendo una encrucijada. Las últimas semanas la han marcado por dos hitos que dan muestra de la crisis que vive el partido fundado por Jaime Guzmán en 1983: en primer lugar, por la definición de Joaquín Lavín como “socialdemócrata” y, en segundo lugar, por el retorno a la política de Pablo Longueira, no para apoyar la estrategia de un alicaído partido, sino quitándole el piso y promoviendo el Apruebo. Esta crisis, desgraciadamente, salvo excepciones, no es vista desde el interior del partido derechista, sino que ha sido advertida hace varios años entre sus críticos, tanto izquierdistas como socialcristianos y, en los últimos años, por el grupo que siguió a José Antonio Kast en su aventura presidencial y en la constitución de Acción Republicana (AR) y el Partido Republicano. 

La última denuncia de esta crisis tiene el aspecto bastante interesante de que proviene desde el mismo mundo gremialista. Nos referimos a la columna “La muerte espiritual del ideario guzmaniano”, del historiador y académico Alejandro San Francisco. Allí, quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) por el Movimiento Gremial de dicha casa de estudios (MGUC), denuncia la “muerte espiritual” tanto de lo que llama “ideario guzmaniano” como su “proyecto político”. Aunque San Francisco aclara que “[e]n cualquier caso, el ideario político y la obra de Guzmán son bastante más amplias que la Carta Fundamental […]”, a ratos pareciera que tanto con la crisis de la UDI –bien podríamos hablar de su “muerte”– como con el estado agonizante de la Constitución, nos enfrentaríamos a la muerte del proyecto guzmaniano en su conjunto. 

Por eso, mi intención en esta columna es, compartiendo a grandes rasgos el diagnóstico del historiador, propender a una aclaración de los conceptos “ideario” y “proyecto” de Jaime Guzmán, para intentar demostrar su vigencia en la actualidad. Ambos son normalmente confundidos con la UDI y la Constitución de 1980, lo que permite una lectura a mi parecer equivocada del estado de crisis de parte del “proyecto guzmaniano”. 

Nosotros, por el contrario, somos de la opinión de que ambos conceptos se refieren al gremialismo como movimiento social y político gestado en 1960 y vigente hasta nuestros días. En primer lugar, el llamado “ideario” de Jaime Guzmán no se refiere a la Constitución de 1980. Por el contrario, creemos que, pese a su evolución en el tiempo –desde el corporativismo a la democracia protegida, pasando por el gremialismo universitario de la primera hora–, tiene unos mínimos comunes que han permanecido a lo largo del tiempo y hasta nuestros días: autonomías sociales, principio de subsidiariedad y despolitización de los cuerpos intermedios. Estas ideas no fueron un invento de Jaime Guzmán, sino que han sido desarrolladas por la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). La originalidad de los gremialistas de la Universidad Católica (UC) fue el “modo” en que éstas fueron articuladas (Vd., Castro, José Manuel. Jaime Guzmán: Ideas y Política 1946-1973. Centro de Estudios Bicentenario, 2016, especialmente la página 108; y Guzmán, Jaime. “Discurso con motivo de la celebración de los 20 años del Movimiento Gremial”, octubre de 1987). 

En segundo lugar, la UDI no agota el “proyecto de Jaime Guzmán” ni éste se concentra en aquélla. Por el contrario, este proyecto social y político, que nació en la UC con el objetivo de defender la autonomía de la universidad frente a los partidos políticos, se extendió a otras universidades, otros ámbitos de la sociedad civil y el mundo político para resguardar a los cuerpos intermedios de su politización, siendo el principio de subsidiariedad la viga maestra de este proyecto. La UDI, que fue fundada –en parte– para resguardar el “ideario gremialista” en el plano político, también buscaba defender el entramado institucional del gobierno militar, constituido por la Constitución de 1980 y el modelo económico social, una vez que comenzara a regir el régimen democrático. Que la UDI no defienda estos tres aspectos –gremialismo, Constitución de 1980 y modelo económico– da cuenta de la crisis profunda de la UDI, y no del gremialismo en cuanto tal. 

Luego del asesinato de Jaime Guzmán en 1991, la fundación que lleva su nombre, se ha encargado de custodiar, interpretar y difundir el “ideario gremialista”, al mismo tiempo que promover la expansión del “proyecto guzmaniano” en distintos espacios sociales. En el plano universitario, particularmente, podemos decir sin exagerar que vive un verdadero auge, con 22 movimientos universitarios gremialistas de Arica a Punta Arenas, en universidades estatales, tradicionales y privadas. 

Esto nos lleva a la segunda parte de nuestra argumentación. El gremialismo, lejos de tener una sentencia de muerte, está bastante vivo. A pesar de que no tenga buenos resultados electorales en su cuna –la UC–, cada año nacen nuevos movimientos gremiales que dan la esperanza de que el proyecto ideado hace más de cincuenta años por Jaime Guzmán y otros alumnos de Derecho de la UC está más vigente que nunca. Algunos de esos movimientos –como el de la Universidad de los Andes (Crea UANDES) o el de la Universidad de Concepción (Construye UdeC)– dan la pelea en sus elecciones de federación de estudiantes todos los años. Por lo tanto, a nivel estudiantil –principal reducto gremialista– el “proyecto guzmaniano” está bastante lejos de morir.

Por supuesto, la vigencia del gremialismo depende de dos elementos relacionados: la coherencia y la fidelidad de sus dirigentes en los distintos espacios –“proyecto guzmaniano”– con los principios que profesan –el “ideario gremialista”– junto con la adecuada formación de los futuros gremialistas que preserven en el tiempo el proyecto y su ideario. Gran parte del problema de la UDI pasa por la incoherencia de su dirigencia con los principios que defendiera Jaime Guzmán en la UC, la campaña alessandrista, el gobierno militar, la Comisión Ortúzar, la UDI y finalmente en el Senado. Al mismo tiempo, que muchos de sus dirigentes y algunos de sus fundadores –como Lavín y Longueira– hayan entregado la Constitución, no quiere decir que ésta esté muerta, sino que se encuentra agonizante y que la oportunidad de hacerle una reanimación cardiopulmonar (RCP) será el próximo 25 de octubre, y eso buscamos quienes promovemos el Rechazo. Sin embargo, eso no quiere decir que el “proyecto guzmaniano” y el “ideario gremialista” estén muertos, sino que una de las expresiones de dicho proyecto haya fracasado en los últimos años en defender el “proyecto” del cual participa. 

Quienes pensamos que el “ideario gremialista” y el “proyecto guzmaniano” no sólo no están muertos, sino que están más vigentes que nunca –particularmente en el plano universitario–, no renunciaremos a defender y renovar el gremialismo, “Con la misma ilusión de la primera hora. Con el mismo rigor y perseverancia que nos movieron aún en las horas más adversas o inciertas. Y con la misma fe en que Dios sabrá como continuar dándonos esos resultados fecundos, que cada uno de nosotros lleva en lo más hondo de su alma como algo entrañablemente querido y maravilloso, y de lo cual tenemos la obligación de hacer partícipes a quienes vienen después de nosotros”. (Guzmán, Jaime. “Discurso con motivo de la celebración de los 20 años del Movimiento Gremial”, octubre de 1987).

Fuente: https://viva-chile.cl/2020/09/la-vigencia-del-pensamiento-gremialista/

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