01 de agosto, 2020 

 

 

 

 

 

 

Jaime Jankelevich
Consultor de empresas


 Hay dos grandes preguntas del plebiscito sobre las que debemos reflexionar. Si 61 comunas siguen en cuarentena total y esta semana ingresaron 7 más a ese régimen, ¿será viable su realización? Y luego, si la abstención en el plebiscito superara el 50%, ¿podría decirse que reflejaría legítimamente la voluntad del pueblo?


En el país tenemos hoy 61 comunas en cuarentena total y 9 comunas entraron recién esta semana a fase 2, pudiendo circular de lunes a viernes, pero con cuarentena total sábado y domingo. Junto con suavizar las medidas sanitarias a esas 9, se les impuso cuarentena total a 7 nuevas comunas, lo que demuestra que, territorialmente, la pandemia tiene un comportamiento diferido, bastante impredecible y errático.

Lo anterior genera un hecho gravísimo, que tiene implicancia directa con la realización del plebiscito y se relaciona con la evolución de la pandemia. Si las 7 comunas que recién entraron en cuarentena tuvieran un comportamiento solo similar al experimentado en las 9 que actualmente están en transición, tendrían que pasar a lo menos dos meses y medio para pensar recién en autorizar su paso a la fase 2.

Dos meses y medio significa que recién el 15 de octubre estarían avanzando a fase 2, lo que implica poder transitar de lunes a viernes, pero no sábados ni domingos, en que persiste la cuarentena total. Y el 25 de octubre, fecha del plebiscito, es domingo, por lo tanto, al menos esas 7 comunas, con un total de 1.007.494 habitantes, no podrían participar de la votación, por razones estrictamente sanitarias.

Además, aún no se sabe cómo evolucionarán las otras 57 comunas en cuarentena. Aún tenemos más de 2.000 casos diarios en el país, y el viernes se anunció un peligroso aumento en la velocidad de contagio. En la última semana, el R0 de la RM aumentó de 0,73 a 0,90. Y en 9 de las 16 regiones, el R0 es superior a 1, lo que indica que la curva de contagios seguirá creciendo.

En exactamente 23 días debiera comenzar la campaña del plebiscito, lo que implica puerta a puerta, acción nocturna de propaganda y todo lo que ocurre durante un período electoral. A 23 días del inicio, es imposible su ejecución, porque la pandemia impide su realización en todas las regiones.

Por las razones ya vistas, es fácil comprender que el país no está en condiciones sanitarias que permitan garantizar la universalidad del proceso electoral, lo que hace inviable la realización del plebiscito.

Pero imaginemos un escenario optimista, en que a fines de septiembre las 61 comunas estuvieran abriéndose y que al 25 de octubre se pudiera efectuar el plebiscito. Si así fuera, el factor abstención y su efecto en la legitimidad de la voluntad popular debe considerarse.

La experiencia reciente de las elecciones municipales en Francia demuestra que por temor al contagio y por sus labores de cuidado de ancianos y niños, la abstención de mujeres fue 60%. Y la abstención en todas las categorías socio profesionales y mayoritariamente en todas las cohortes de adultos mayores estuvo entre el 53.4% y el 56%.

En Chile, en la segunda vuelta presidencial de 2017, la menor abstención ocurrió en los segmentos desde los 50 a los 74 años, siendo la más baja entre 60-74, con un 33.86%. En cambio, en los grupos entre 18 y 34 años, la abstención fue de un 63.55%.

Si ocurriera lo mismo que en Francia, las mujeres estarían en desigualdad frente a los hombres por su irreemplazable rol al cuidado de adultos mayores, de sus hijos y de enfermos, que les podría impedir ir a votar. Si además le sumamos el temor generalizado de los adultos mayores al contagio por aglomeraciones, la abstención podría acercarse al 60%. Como algo así podría ocurrir, es importante preguntarnos: ¿qué porcentaje máximo de abstención sería aceptable para declarar al plebiscito como la legítima expresión de la voluntad popular? De llegar a realizarse, es imprescindible responder esta pregunta ex ante, porque sería muy conflictivo hacerlo ex post.

Sin embargo, considerando todo lo ya expuesto, soy de la opinión que lo más razonable sería no hacer el plebiscito, y simplemente pasar a la elección del nuevo Congreso en 2021, con facultades constituyentes especiales, para que sean los nuevos parlamentarios quienes definan y acuerden la nueva Constitución. Esto permitiría fortalecer la institucionalidad, nos evitaría el problema de tener un doble parlamento y disminuiría la incertidumbre en el país.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jaime-jankelevich-un-plebiscito-inviable/

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