Octubre 12, 2019
VOXPRESS.CL.- El Gobierno anunció la conformación de una Mesa Técnica que se abocará a analizar la propuesta de rebajar a 40 horas a la semana la jornada laboral. En los plazos que aconseje la prudencia, se conocerán el destino y la viabilidad del proyecto.
Hace meses, el ministro del Trabajo envió al Congreso, con ingreso por el Senado, su proyecto de “flexibiliidad laboral” que, fruto de acuerdo entre patrones y empleados, se adecuan los horarios a la semana, permitiéndole al trabajador disponer de más tiempo libre.
En reacción a esa iniciativa, el PC presentó el suyo, en que escuetamente establece una rebaja de 45 a 40 horas a la semana, manteniéndose, por ley, el mismo salario. En una sesión inolvidable por su esquizofrenia, la Comisión de Trabajo –con mayoría de izquierda- lo despachó en menos de dos días para su discusión inmediata en la sala.
Con la convocatoria a una Mesa Técnica, el Ejecutivo ha impuesto una dosis de serenidad a la locura populista que originaron ambos proyectos. Un ex presidente del Banco Central (DC), un ex ministro de Hacienda (PPD) y un ex ministro del Trabajo (PS) aceptaron sentarse a una mesa que, se supone, pondrá paños tibios y realismo a una reforma en que se juegan demasiados intereses sensibles para los trabajadores y para los empleadores. La SOFOFA hizo un estudio en el cual estima que de aprobarse la iniciativa comunista, automáticamente se perderían 170 mil empleos, en tanto la cuprífera más grande del mundo, CODELCO, calculó que una rebaja obligatoria a 40 horas le significaría una pérdida de 171 millones de dólares.
Es por esta senda, la de niveles de productividad, rendimiento efectivo y costo laboral, por donde tienen que conducirse, necesariamente, las conversaciones respecto a esta reforma. De acuerdo a cifras de la OCDE, si bien Chile es el país miembro de la organización en el cual un trabajador permanece más horas en su puesto, es también el de más baja producción. Ello es reflejo de una arcaica concepción del mundo laboral y, al fin, parece haber llegado el momento de modernizarse, pero no a costa de nadie, ni de los laborantes ni de los empresarios.
Sin embargo, y casi como una súplica, se confía en que en éste y en cualquiera otro análisis laboral, se deje al margen el artificioso discurso de que una rebaja horaria permitirá a los trabajadores compartir más tiempo con sus familias y alternar más con los hijos.
Nadie con una mínima capacidad de observación va a adherir a una rebaja de permanencia en el trabajo porque beneficia a la familia. Ese paternalismo no se lo cree nadie, dado que los actuales modos de vida de la población han sepultado, casi definitivamente, lo que alguna vez se conoció como “convivencia hogareña”. La necesidad en unos sectores y la codicia en otros, hacen que la presencia, al menos la paterna, sea cada vez menor en los hogares.
Esta manoseada y poco creíble oferta de “más tiempo para la familia”, sólo es atendible en el ámbito laboral femenino, donde las trabajadoras estrujan sus horas para compartir, simultáneamente, las obligaciones domésticas y culinarias en sus propios hogares con el tiempo que le dedican a uno o más trabajos que los requieren con urgencia para sobrevivir.
Consecuencia de los altísimos costos de vida, el trabajador busquilla se las ingenia para ir de un sitio a otro (un ‘pololito’) para incrementar sus ingresos. En tanto, hay otro núcleo que intencionalmente demora su regreso a casa, donde, dice, encuentra “puros problemas”.
Naturalmente, no se registra en estadística laboral alguna al 8% de la población (600 mil individuos) mayores de 18 años que no estudian ni trabajan.
De por sí, el sistema de vida del mundo trabajador hace imposible disponer de tiempo libre para compartir en familia, porque tanto mujeres como hombres pasan, en promedio, tres horas arriba de vehículos de transporte público, según una investigación de canal 13 de TV. Por si dicho dato no resultase suficiente para entender la realidad, otro más elocuente revela que el horario de mayores ventas en bares y pubs, al menos en el Gran Santiago, es entre las 18 y 21 horas, precisamente el lapso en que el discurso fija “el mayor compartimiento de padres e hijos”.
Incluso, situándose en el mejor de los escenarios futuros con la proyectada adaptabilidad de horarios, no se garantiza que el principal beneficio sea ése. Una investigación sobre aprovechamiento de tiempo libre concluyó que el 60% de los varones lo dedica a entretenciones y diversiones con sus pares, un 20% a distintas formas de vida social y apenas un 10% revela que lo aprovecha en “salir de paseo” con sus hijos.
Simultáneamente al anuncio de la conformación de esta Mesa Técnica abocada a la rebaja del trabajo semanal, en el Congreso se votaba (y se rechazaba) una ley de Garantías del Niño, en la cual, apelando a “sus derechos” se les otorgaba mayor independencia y, por ende, menor dependencia paterna.
Cualquier reforma laboral, de la ideología que sea, tiene que atenerse a la realidad, y ésta tiene que remitirse a los intereses de trabajadores con salarios que no les alcanzan para el sustento diario y a cautelar los del ámbito empresarial, que es el que posibilita que existan los puestos de empleo. El resto es un populismo tan engañoso como el cuento del tío.
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