Gral. (R) Hernán Núñez Manríquez
Hace algunos años atrás, en la década de los 80’, acompañé al Presidente Pinochet a una gira a Punta Arenas, y dentro de sus actividades, concurriría a la inauguración de alguna empresa o algo relacionado en esa ciudad. No recuerdo. Como era mi obligación, debía llegar antes de la ceremonia para coordinar algunos aspectos protocolares de la asistencia del Primer Mandatario. Al llegar al lugar, protegido por un gran techo de carpa, me encontré con el cura Renato Poblete, que bendeciría la obra que se echaba a andar. Lo saludé, le conté de mi tarea, y me dijo: “Ud. sabe que yo no quiero mucho a su jefe...”. Le contesté sonriendo: “...y yo creo que él tampoco...”
Se me viene a la mente este recuerdo porque hoy en la mañana leyendo el comunicado de los jesuitas, reflexioné... “O sea, cuando yo lo conocí en Punta Arenas, ya llevaba sus buenos años de correrías californianas con algunas de las 21 mujeres que se le cuelgan, y por qué no pensarlo, algún aborto obligado. Y tenía hasta monumento y plaza...”
Me llama la atención que durante 48 años el curita bueno del Hogar de Cristo, copuló como loco, violó y obligó a hacerse abortos a mujeres; dicen que 100 personas sabían de esto, pero los curas jesuitas tan familiares en los hogares y comunicacionalmente dispuestos a opinar sobre cualquier tema de contingencia, nunca vieron, nunca supieron ni nunca escucharon de las condiciones amatorias de su ex líder. Ni tampoco nunca vieron, oyeron o supieron, empresarios, políticos, periodistas o comunicadores sociales.
Todos se declararon “consternados”.
Sin embargo, los investigadores, no acreditaron la existencia de encubrimiento a pesar que algunos jesuitas recibieron información, rumores o comentarios de terceros, lo que implicaría “una responsabilidad ética en su actuar”.
No sé si el Gobierno, el ministro de Justicia o el Poder Judicial habrán reparado en este comunicado de los jesuitas
Lo que produce indignación es que muchos camaradas están prisioneros o procesados, y muchos han cumplido, a veces años en detención preventiva, por el solo hecho de “tener que haber sabido, por estar sirviendo en un regimiento o en Escuela“.
“¡Cómo no iba a saber!” expresan los jueces en las citaciones a declarar.
Estos curas en algunas ocasiones han sido lapidarios con nuestros oficiales, suboficiales y clases en tema de Derechos Humanos. Y no sólo los jesuitas. Los salesianos, a cuya congregación pertenecía Silva Henríquez que nos aborrecía, también tienen un largo historial de abusos y violencia sexual.
¡Como el Cardenal no iba a saber!...
Esto como dijo un sacerdote, no es negligencia, es encubrimiento.
Aquí en Chile nunca caen a la cárcel ni terroristas, ni políticos ni empresarios corruptos, ni curas.
Solo caen militares, con condenas draconianas, a veces por encubrimiento; otras como co-autor de un delito en que no se determinó el autor, con un sistema de justicia obsoleto, por hechos que sucedieron hace medio siglo, y con todos en contra: gobierno, ministros, políticos ...INCREÍBLE ESTE PAÍS.
Seguramente este cuento de los jesuitas terminará con 2 o 3 curas en un convento o casa de oración, cumpliendo su condena bajo la vigilancia de piadosas hermanitas con cantos gregorianos de fondo.
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