20 de julio, 2019

 

 

Andrés Montero
Ingeniero Comercial UCH,
Master en Relaciones Internacionales, The Fletcher School of Law and Diplomacy.
Colaborador estable de ABC de Madrid

El Congreso debe respetar la historia de las instituciones. El agua y su conducción está como está no por imposición de alguien, sino más bien es el resultado de un desarrollo de nuestra agricultura y de la forma en que los habitantes rurales se fueron organizando y haciendo patria. Ojalá los parlamentarios que se dicen de regiones no traicionen a sus electores.


 La izquierda dura y la DC blanda quieren que los derechos de agua pierdan su carácter. Esto es, que dejen de ser un derecho de propiedad y pasen a ser una concesión temporal. La izquierda y la DC ya le arrebataron la tierra a los agricultores en los 60 y primera parte de los 70. Jacques Chonchol -quien junto al DC Rafael Moreno fueron los principales responsables de la “reforma agraria” chilena y de la destrucción de la agricultura- ya lo dijo antes: querían la tierra y el agua.

La tierra, en su época, se la usurparon a los legítimos dueños. Siempre fueron tras la mejor, jamás por la mal trabajada o abandonada. Querían el “filete”. Inventaron una historia en que prometieron 100 mil propietarios y no hicieron ninguno. Los asentamientos de trabajadores fueron un fracaso, en que los dirigentes más amigos y cercanos a la ideología dominante abusaron de los asentados más débiles. También muchos parientes de los que estaban en el poder lograron retener la propiedad de sus predios. Gracias a Dios, el 73 se acabó el descalabro y la agricultura chilena poco a poco fue retornando a la normalidad, de la mano de los agricultores preparados, quienes a pesar de haber recibido de vuelta menos de la mitad de lo que se les arrebató, pudieron salir adelante.

Hoy Chile es ejemplo mundial en exportaciones silvo-agropecuarias. A pesar de todo lo sucedido, hoy los mismos políticos de antaño y sus sucesores, ciegos y empecinados, van de nuevo tras el agua. Se les ha repetido hasta el cansancio que el 85% del agua de Chile se va al mar y no se aprovecha. Se les ha explicado que el agua de consumo humano no está en peligro. Se les ha reiterado que quienes tienen agua pagaron por ella, la inscribieron legalmente o la heredaron y que, en general, el sistema de riego chileno con miles de canales a través de nuestro territorio es bastante eficiente. Las organizaciones de canalistas son un ejemplo mundial de cooperación y trabajo en equipo, pero no quieren entender. Supieran los parlamentarios que son miles y miles los pequeños agricultores que riegan con 1 reguero o 2 regueros, aprovechando las 24 horas del día, sin horas extras y con mucho sacrificio. También es efectivo que el riego tecnificado ha permitido aprovechar mejor el agua.

La reciente inserción de prensa de las seis ramas de la CPC y decenas de asociaciones gremiales es un llamado de atención a los parlamentarios, quienes por décadas ignoraron al campo chileno, pues cada vez tenía menos votos. La infraestructura de conducción de agua es el resultado de 400 años de trabajos, la mayoría privados, para permitir que el agua sea aprovechada para producir alimentos. Ahora surgen diversos “expertos” que nunca en su vida han tomado una pala en su mano, pontificando sobre el tipo de propiedad que debe tener el agua.

El Congreso debe respetar la historia de las instituciones. El agua y su conducción está como está no por imposición de alguien, sino más bien es el resultado de un desarrollo de nuestra agricultura y de la forma en que los habitantes rurales se fueron organizando y haciendo patria. Ojalá los parlamentarios que se dicen de regiones no traicionen a sus electores. A aquellos parlamentarios que se sintieron “pauteados” por los gremios, mal por ellos. Uno esperaría que escucharan la voz de la experiencia de gremios centenarios que han luchado por un Chile mejor y dieran las gracias. Aprendan a escuchar de verdad y no a intentar imponer ideologías foráneas en materias sensibles como son la propiedad del agua y su conducción. Si van por el camino de la fuerza, se encontrarán con un dique, como dijo Quintana. Serán miles de diques que acumulan el agua de Arica a Magallanes, para poder regar y producir el alimento que todos los chilenos consumimos día a día y además exportamos al mundo desde esta larga y angosta faja de tierra, regada de cordillera a mar por campesinos nacidos y criados en el Chile rural.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/andres-montero-derechos-de-agua/

 

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