Roberto García
Psicólogo
Embriaga a un hombre en el suave confort y las melíferas formas del hedonismo, y olvidará no solo sus metas, sino también su compromiso con Dios. Pero dale la fuerza para cargar la cruz del esfuerzo y la vista clara de un halcón para aceptar la realidad de un mundo áspero en el que debe forjar su carácter, y despertará a la bestia que lleva dentro, lista para conquistar el mundo. Porque en la adversidad, el verdadero carácter encuentra su forma.
Cada uno de nosotros es como una espada forjada por el Creador, hermosa, única, e irrepetible. Pero una espada roma y oxidada no refleja la gloria con la que fue concebida. Mirarte al espejo y sentirte vacío o impotente no es más que el reflejo de un filo perdido, pero no de una condena permanente. La grandeza está ahí, esperando a ser desenterrada y afilada.
Afilar tu espada no es un acto de un día, sino de constancia. Tal vez esté tan roma que necesites días, semanas, meses, o incluso años de disciplina diaria. Pero cada acción que tomes para romper la inercia que te mantiene oxidado es un paso hacia recuperar tu propósito, hacia proyectar una energía transformadora en todos los aspectos de tu vida: laboral, afectiva, familiar, intelectual, y espiritual.
No hay nadie a quien deba importar más que a ti mismo el estar conscientemente a cargo de tu vida. Los hitos que consigas serán proporcionales a tu disposición para actuar cuando tu intuición te dice: "Debes ir al suelo y hacer 25 planchas." Pues hazlas y ya.
Te han mentido. Tu entrenamiento no depende de las oportunidades que te den los políticos corruptos ni del tiempo que pases idolatrando a figuras mediáticas vacías. Tu fortaleza viene de ti mismo. Dios ya cumplió su parte: te colmó de habilidades únicas, pero en bruto, para que las pulas con esfuerzo. Refinarlas desde la lucha diaria es el acto que te transforma y glorifica.
Ese libro que te inspira sin explicación, ese set de repeticiones extra que tu ADN suplica realizar, esas herramientas para construir y reparar algo útil, esa dama bella que despierta el caballero de armadura dentro de ti… Todo está ahí. Son pistas del Señor para que caves profundo en tu ser y encuentres los tesoros que Él confió en ti. Pero nada saldrá a flote si sigues el torrente de mediocridad que la matrix ha puesto de moda. Es tiempo de levantarte, despertar y reclamar lo que ya es tuyo.
El wokismo progresista no tiene nada de despierto ni de progreso, es una fábrica automatizada de mediocridad integral. Es una forma de adormecerte en la versión más fofa y mediocre posible de ti, hacerte tan inútil que ni siquiera puedas resolver el maravilloso enigma de tu potencial. Te seduce para creer que levantando pancartas en la calle recibirás un pedazo del esfuerzo de otros. Pero eso es un espejismo. La verdad está en hacerte cargo como un guerrero de tu viaje, asegurándote de que quien salga del otro extremo del túnel sea un individuo cada vez más estoico, industrioso, resolutivo, y conectado con Dios.
Todo comienza con una meta, una acción. Rompe el hechizo de los loops que te tienen atrapado entre frustración y proyección pusilánime. No es no tener miedo, es, a pesar de este, hacer la repetición, iniciar protocolos serios y medibles con plazos razonables, hacia tus metas más profundas. Porque traicionar tu esencia y menospreciar lo que Dios te legó es lo único que realmente debes temer.
Afila tu espada. No importa cuán roma esté ahora, el filo volverá si trabajas en secreto, día tras día, con disciplina y amor. Y cuando brille, proyectará una energía tan poderosa que transformará no solo tu vida, sino también la de todos aquellos que se crucen en tu camino. Porque lo que haces en secreto, tarde o temprano, será lo que reflejes al mundo.
¿Listo para afilar tu espada y despertar tu verdadero potencial?
.