Por Edward Cáliz


En artículos anteriores de nuestro sitio web, nos hemos referido al Foro de Sao Paulo, esta congregación de partidos socialistas, comunistas y de izquierda revolucionaria que nació en los años 90’s como proyecto político e ideológico a la caída de la URSS.


Sin embargo, en esta oportunidad traemos algo más de información con relación a los objetivos que persigue el Foro de Sao Paulo, principalmente a la forma en cómo pretenden lograr la implantación del socialismo para  acercarse a lo que será el “neocomunismo”, utilizando como estrategias el uso de metalenguajes  con las cuales construyen discursos que van dirigidos a las audiencias previamente identificadas, sobre la base de estudios sociológicos de connotados profesionales de su misma tendencia, y así generar una verdadera estructura de marketing ideológico con las cuales se presentan oficialmente ante sus audiencias.[1]

Dentro de estos discursos, tal como lo hemos enfatizado en otros artículos, existen ejes de poder que contribuyen a la expropiación de las subjetividades de los sujetos, utilizando palabras o conceptos que capturan la emoción de esas audiencias. Dentro de estos ejes de poder está el uso exacerbado de los conceptos “Derechos Humanos”, “Desigualdad Social” y “Diversidad”, con los cuales han logrado llegar a grupos minoritarios que se han transformado en supuestas representaciones mayoritarias y en consecuencia queda la sensación que el mundo esta cambiando. Sin embargo, se trata de una deconstrucción valórica y cultural de pequeños grupos que buscan imponerse como mayoría.

No obstante, pese a ese plan estratégico de carácter cultural, el foro de Sao Paulo contempla la aplicación paralela de un plan B que considera el debilitamiento de las fuerzas armadas regulares, pero a su vez potenciar en las sombras a sus fuerzas irregulares para prepararlas en el enfrentamiento táctico con las fuerzas regulares, pero moralmente debilitadas y con ello ganar el campo de batalla sin contar con un enemigo preparado para la guerra regular.

Debilitamiento de las Fuerzas Armadas regulares

El debilitamiento de las fuerzas armadas regulares, como parte de la estrategia del Foro de Sao Paulo, se centra también en el uso de metalenguajes que buscan “humanizar” el concepto de los soldados al interior de los ejércitos, para ir desvirtuando el concepto de “elite” y de “soldados” y de esa forma llevarlos a un plano de igualdad con las demás personas de una sociedad. Es decir, restarle importancia al concepto tradicional de que son los defensores de la nación para el  resguardo de un territorio o de la seguridad exterior del Estado, por medio de la desnaturalización de la función esencial de las fuerzas armadas.

De ahí que existen ideas progresistas que buscan que las Fuerzas Armadas se integren al cuidado del medio ambiente y que dejen de cumplir, por ejemplo, labores de resguardo de las fronteras o de la soberanía nacional, permitiendo con ello que se desprenda al soldado de su sentido valórico de “guerra”, pero a su vez,  el objetivo de fondo es desprender a las fuerzas armadas del sentido de resguardo de la soberanía y en consecuencia abrir el espacio a la apertura de las fronteras para generar otro de los objetivos del Foro de Sao Paulo, la migración libre y sin restricciones.

Así también se ha vendido la idea en el caso de países como Venezuela, de que el resguardo de la nación o del país, no es tan solo un deber de las fuerzas armadas, sino que es una labor participativa de la ciudadanía para coadyuvar en la defensa del país. De esta manera, se instala el concepto del uso de las milicias armadas, como una fuerza colaboradora de las fuerzas armadas regulares.

En Chile, una primera aproximación hacia el concepto de milicias armadas ha sido la denominación de la mal llamada “Primera Línea”, quienes han sido instruidos sobre la base de movimientos y conceptos tácticos de combate y cuyos partidos de izquierda en general han ido creando el concepto de que se trata de “jóvenes” que luchan en contra de la “desigualdad social”, es decir, sutilmente de “soldados” que enfrentan a una supuesta fuerza opresora que criminaliza el  movimiento y atropella sus derechos . Pero a su vez, en este sentido, han aparecido también instancias donde se ha solicitado una “indemnización” o “un pago” a su lucha social lo que permite visualizar que existe una intención de equiparar su concepción a la de “fuerzas del orden”, pero que no ha tenido mayor aceptación dado que aún no se ha deconstruido el rol esencial, tanto de la Fuerzas Armadas como de Orden y Seguridad.

Fuerzas Armadas en el control del Orden Público.

El uso de las fuerzas armadas en el control del orden público es una ventana abierta al debilitamiento de su rol como tales, ello porque la formación de los soldados profesionales se concibe para su uso en el concepto de guerra tradicional, es decir, los combates físicos entre dos fuerzas militares y no en el control del orden público. Las labores de orden público, son una función inherentemente policial y en consecuencia la utilización permanente de las FFAA en este tipo de labores desvirtúa su esencia como garantes de la seguridad exterior, en un escenario de “Guerra” y se afecta la moral de los soldados, porque se enfrentan a un contexto político-social-interno que les imposibilita utilizar sus recursos para la función a la que fueron formados, la guerra y donde la figura del Instituto Nacional de Derechos Humanos aparece como su principal verdugo.

En este sentido, como hemos dicho en artículos anteriores, el Instituto Nacional de Derechos Humanos es una entidad política concebida como articuladora del proceso revolucionario y utilizada como arma legal para el debilitamiento de las estructuras de defensa del país. Su objetivo se centra en generar el descrédito de las Fuerzas Armadas y de Orden, en el contexto de orden público, para debilitar la moral de sus hombres y desvirtuar su función como agentes opresores del “pueblo”. Los soldados no están preparados para lidiar con narcotraficantes, asaltantes, delincuentes ni anarquistas, porque al primer empleo de armas letales en contra de ellos, el INDH armará un festín y una oda a la violación a los Derechos Humanos.

Cabe recordar, que, durante el estallido delictual del mes de octubre de 2019, la salida de los militares a las calles, como colaboradores del orden público, trajo como consecuencia que los grupos de revolucionarios incitaran a las masas para atacar a sus miembros, lo que trajo en algún momento heridos y más de alguna baja civil que se imputó como violación de derechos humanos a manos del INDH, precisamente buscando el objetivo del Foro de Sao Paulo, debilitar la moral de sus fuerzas. Luego, valiéndose de ello, hordas de delincuentes y anarquistas movilizados por operadores políticos atacaron sus cuarteles y en consecuencia ante la imposibilidad de uso racional y proporcional de la fuerza letal, al encontrarse en desventaja táctica de no tener a un oponente dentro de un concepto de “guerra” tradicional, dejó por el suelo la moral de cientos de hombres de armas que se enorgullecen al prestigio, en el caso del Ejército de Chile, de su centenaria reputación de “Jamás Vencido”.

Ahora bien, el uso de las Fuerzas Armadas en este tipo de acciones es una contribución directa a los designios y objetivos del Foro de Sao Paulo, por cuanto con ello se está restando la verdadera trascendencia de los ejércitos, hombres preparados para la guerra, mientras en la clandestinidad el Foro de Sao Paulo prepara y organiza, a través de sus distintas facciones de izquierda, a sus ejércitos de subversión marxista bajo un contexto de guerra tradicional, es decir, preparados para matar.

¿Acaso debemos esperar a que por primera vez en la historia nuestros soldados sean vencidos a manos del Marxismo?, una de las ideologías más perversas del mundo, la misma ideología que guían los designios del Foro de Sao Paulo para consolidar en todos los países de Latinoamérica.

Boinas negras a la calle

Frente al anuncio del gobierno, el pasado 7 de mayo de 2020, respecto de que cuadrillas de boinas negras del Ejército serán las encargadas de patrullar la Región Metropolitana desde esa noche en adelante, como una forma de extremar las medidas en el control la seguridad y del orden público frente a la Pandemia del Coronavirus, llama profundamente la atención la expresión de los ministros del Interior y Defensa Gonzalo Blumel y Alberto Espina “con toda la carne a la parrilla”[2],  haciendo ver que se utilizarán todos los recursos disponibles para enfrentar una condición de de salud y orden público, exponiendo a las fuerzas de elite en acciones de control que no son su naturaleza.

¿Cuál es la idea? ¿Dar a entender comunicacionalmente que la desobediencia frente a acciones que son consecuencia de la pandemia, se aplicará el uso de fuerzas de elite para llevarlas detenidas? ¿Detenidas por cometer una falta? El uso de las fuerzas militares en acciones que no son su naturaleza pueden transformarse en un efecto contrario si no se mantiene el respaldo legal para que los soldados puedan hacer uso de las armas, porque ese es el respeto que se tiene de las fuerzas militares, son fuerzas formadas para matar en caso de guerra, no están para jugar al parte por infracciones, si se les agrede el militar debe responder, no con armas disuasivas, sino con armas letales.

En este sentido, la pregunta es inevitable, ¿qué sucederá si entre los controles realizados existen ataques de individuos o grupos hacia el personal militar?, como ya ha ocurrido. ¿Podrán hacer uso del armamento letal? ¿Qué pasará si producto de ello, muere una persona? La verdad es que la respuesta pareciera ser bastante más obvia, el INDH en conjunto con los medios de prensa controlados por la izquierda, iniciarán sus acciones comunicacionales de desprestigio exacerbando datos y cifras y junto con ello debilitar el aparataje militar y la desmoralización de su tropa, mientras en la clandestinidad el FPMR, el MIR, la CAM y la WAM se preparan en el campo de batalla bajo un concepto de guerra de guerrillas, para enfrentar lo que será el próximo asalto a la democracia chilena en un nuevo intento de revolución marxista.

Las pretensiones del Foro de Sao Paulo siguen adelante y pese a las condiciones actuales de la pandemia mundial, los intentos de revolución en Chile continúan en pie firme, con una agenda cada vez más coordinada a través de la Mesa de Unidad Social que está impactando las bases de los núcleos sociales más ingenuos y en consecuencia ganando terreno en esos espacios, donde la revolución de octubre y la pandemia han socavado el desarrollo social, demonizando las acciones de un gobierno con miras a su derrocamiento y que se esfuerza minuto a minuto en salir a flote, pero sigue cometiendo errores que costarán la libertad y la tranquilidad de millones de chilenos, cuando por primera vez en la historia nuestro Ejército de Chile  caiga rendido a manos del Marxismo.

Fuente: http://www.intelige.cl/fuerzas-armadas-orden-publico-y-foro-de-sao-paulo/

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