Por Ruiz Tagle de la Barrera
Escribo este humilde análisis a exactos 25 días del 18 de Octubre de 2019, intentando documentar una opinión personal acerca de las causas que este fenómeno tiene, arriesgando estar completamente equivocado porque mi perspectiva no coincide con ninguna de las muchas opiniones de expertos provenientes de distintos ámbitos (académicos y periodísticos especialmente) aunque comparto en buena parte los lúcidos pero algo teatrales comentarios de Fernando Villegas y las opiniones brillantes de José J. Brunner y José L. Daza;
Otros análisis resultan sorprendentes cuando muestran y destacan una realidad absolutamente parcial, con un sesgo en la mirada que vela obstinadamente la parte mala y rescata románticamente lo favorable para su ideario, en lo que es experto el dúo Daniel Matamala junto a Mónica Rincón y lo siguen los académicos y políticos de izquierda, aunque a estos últimos los delata su aprovechamiento de la oportunidad, además del sitio Ciperchile.cl; Finalmente, hay otra fuente de opiniones que proviene de los soldados de infantería de la izquierda y ultraizquierda, donde se reflejan pasiones viscerales, odios irracionales y furia destructora (artistas callejeros, muralistas y el sitio Gamba.cl, entre otros muchos).
La mayor parte de todos los análisis, excepto aquellos que destaco, no consideran todas las variables en juego, que son muchas y, no concatenan la actualidad con hechos del pasado reciente y con la historia de este país, pero en todos muy especialmente se dejan fuera explícitamente algunos elementos de juicio fundamentales, seguramente porque todos los analistas se muestran en medios públicos y están conscientes que hablar, escribir o pensar lo que no es políticamente correcto los puede exponer a funas y otros tratos violentos por parte de los exaltados; Es probable que en ambientes íntimos puedan explayarse con sinceridad.
No es fácil comenzar, pero lo primero que se me ocurre es que el nombre del fenómeno no es el correcto: llamarlo Estallido Social es insertarlo en un medio ambiente que no le corresponde; Un estallido de esta naturaleza se explica cuando concurren causas como un Estado pecador que, entre otros males, no satisface necesidades básicas de la población.
Por ejemplo en estos días el Líbano, donde la electricidad se entrega algunas horas al día, no hay retiro de basura en las calles y cuando se hace, se arroja al mar contaminando las aguas, la infraestructura pública es desastrosa sin inversiones y el Gobierno anémico de recursos intentaba gravar el uso de Whattsapp en una de las peores redes de Internet en el mundo, precipitando un levantamiento de la población; No es el caso de Chile.
O lo que se llamó la Primavera Árabe, donde Túnez, Egipto, Libia y Siria, que desde su formación como Estados independientes habían vivido bajo dictaduras militares o civiles sin conocer alternancia regular en el poder, corrupción desatada por la captura del Estado hecha por las camarillas gobernantes, aprovechando la incultura o atraso cultural inducido por el Islam y sus nefastas consecuencias; No es el caso de Chile.
O Estados donde se gobierna y se usa el poder privilegiando a una oligarquía ideológica y sus disciplinados cuadros, con simulacros de efectista democracia gatopardista, mientras la población ve como sus vidas se arruinan mientras que los más arriesgados emigran o escapan, como son Nicaragua, Venezuela y Cuba; No es el caso de Chile.
Para qué seguir; Chile llevaba 30 años de gobiernos alternándose democráticamente en el poder, tuvo hasta 2014, 25 años de un crecimiento sostenido, que sumado al de la década de 1980, redujo la pobreza (del 40% al 10%), redujo las desigualdades (bajó el Gini desde .55 a .46, antes de transferencias estatales), produjo bienestar a la inmensa mayoría de la población (a pesar de fracasos monumentales y carísimos como el Transantiago), consolidó instituciones públicas y privadas para atender las necesidades de las personas, alcanzó reconocimiento internacional por sus éxitos y hasta pudo ufanarse de un alto grado de civilidad en sus transmisiones de mando presidencial.
Sus problemas reales eran la abundancia de vehículos, especialmente automóviles privados (sobre 5 millones hoy) que contaminan y saturan calles y carreteras, la verdadera epidemia de obesidad (30% de la población) por abundancia y acceso a la alimentación, las bajas pensiones de una población que aumentaba dramáticamente su esperanza de vida (sobre 85 años en promedio) sin conciencia de ahorro y un sistema de pensiones mal comprendido, las demandas de salud y tratamientos gratuitos ofrecidos por los Tribunales de Justicia, la demanda por mayor cobertura de gratuidad en todos los niveles educativos (actualmente el 60%), en fin, todos problemas de países que se reputan ricos o al menos están muy lejos de la pobreza.
Pero durante los últimos 30 años hubo siempre grupos de extrema izquierda, especialmente el PC, que sostuvieron una campaña de desprestigio contra los éxitos obtenidos por el modelo neoliberal y capitalista, inspirados por una ideología anquilosada y métodos de análisis histórico, social y económico superados luego de sus fracasos a nivel mundial; Durante todo ese tiempo su blanco preferido fueron las AFPs, las Isapres, la Banca, el Retail, la educación privada y en general toda industria donde los privados participaran obteniendo algún beneficio; Eso es lo que llamaron el modelo, y su meta fue destruirlo. En este propósito, a lo largo del tiempo, contaron con la complicidad de muchos representantes de la nueva guardia de la izquierda tradicional, crecida en la abundancia que le permitió desarrollar un pensamiento diletante que plasmaron en nuevas críticas de fundamentos mucho más emocionales que racionales (feministas, ecologistas, especistas, patriarcales, racistas, sexistas y quién sabe cuántas más) hasta formar un arco amplio de elementos desconformes con el modelo, el mismo que les daba comida y ocio.
Paralelamente, todos los gobiernos de esos años sin excepción concurrieron a debilitar el Estado de Derecho, pilar fundamental de una democracia seria y responsable, con su gradual y sostenido abandono del ejercicio de la autoridad ante el desafío que las masas le hacían cada vez que se presentaba la oportunidad: un evento deportivo, un evento artístico, una marcha estudiantil, una toma de algún establecimiento o una huelga de trabajadores; La tónica era que las fuerzas de orden tenían un actuar muy limitado y cuando se detectaba un posible exceso de su parte, saltaban los organismos vigilantes de los derechos humanos acusando brutalidad policial, con los presuntos responsables sancionados y/o expulsados de la institución.
El resultado fue un actuar cada vez más cauteloso de estos funcionarios al comprender que de ellos se esperaba un trabajo no disuasivo ni menos represivo hacia los exaltados sino más bien coreográfico, representando un papel inocuo porque eran meros actores de reparto o parte del decorado de la trama; Así, la valla se corrió día tras día y cualquiera que tuviera alguna reivindicación por feble que fuera, ocupaba agresivamente el espacio público y privado contando con el apoyo desembozado de los políticos de izquierda y otros representante y dirigentes de ese sector, con daños y destrucción creciente sin responsables, todo costeado con fondos fiscales. La autoridad desarrolló una estrategia que garantizaba impunidad para los malhechores: Se hacían estentóreas condenas a los culpables y se amenazaba con querellas contra todos aquellos que resultaren responsables aunque nadie recuerda que alguna haya surtido el más mínimo efecto, aparte de ridiculizar a la misma autoridad.
Pero no solo los grupos organizados y dirigidos por la extrema izquierda avanzaron sus posiciones: La cultura popular azuzada por la prensa cooptada, la televisión y las redes sociales sufrió un cambio en la mentalidad del ciudadano corriente, gracias a que la primera, invadida por la izquierda (hasta el Mercurio, otrora baluarte del liberalismo, adoptó una línea noticiosa y editorial genuflexa), la segunda al banalizar, entre otros, hechos delictuales tratándolos como parte de la programación de farándula, donde irresponsablemente un abanico de ignorantes opinaba de lo divino y lo profano con toda soltura, dando la sensación que estos temas se podían resolver en medio de las pasiones que provocaban sin ninguna clase de filtros y, las últimas con su poder de convocatoria inmediata, con lo que el pueblo se hacía presente en juzgados y locales policiales intentando ajusticiar por su cuenta a los presuntos culpables.
En Isla de Pascua una turba linchadora quemó un juzgado sin que haya habido responsabilidades y en otra ciudad sureña arrojaron bombas incendiarias contra otro juzgado resultando incendiada la casa de un vecino inocente, nuevamente con impunidad; En ese momento estos incidentes resultaron insólitos pero hoy son una aburridora rutina; Se desconfiaba de la autoridad y la ley, supuestamente amañadas para favorecer ocultos intereses; La ignorancia y/o malevolencia de la mayor parte de los intelectuales, políticos y periodistas contribuyó activamente en el trabajo de demolición de la realidad verdadera, reemplazándola por el montaje de los abusos y otras lacras que se atribuyeron al sector privado, basándose en hechos puntuales para satanizarlo ante la opinión pública, usando el axioma favorito de la izquierda: Una mentira repetida mil veces se vuelve una verdad.
Las dos veces que la izquierda perdió el Gobierno y con él el Estado y sus beneficios, quedó en shock porque no les parecía posible que algo que consideraban de su propiedad fuera usurpado por algo que en parte era la derecha de este país y la primera vez desplegaron frenéticos esfuerzos por hacer al país ingobernable aprovechando su mayoría parlamentaria y la calle; No escatimaron marchas, huelgas, tomas y toda clase de obstáculos para que la vida no se desarrollara normalmente y lo lograron porque recuperaron lo suyo en la siguiente elección; Sin embargo, una nueva derrota electoral (debida más al rechazo y el miedo que dejó la estela de fracasos de Bachelet II, quien aniquiló la capacidad de crecimiento del país estancando la movilidad social, destruyendo las expectativas de una mejor calidad de vida y que prometía continuar Guillier, que al liderazgo de la alternativa) los dejó en el paroxismo de la frustración; ¿Sería posible que hubiera la izquierda perdido su toque glamoroso y comenzara una alternancia en el poder, donde de ser propietarios pasaran a ser no más que una alternativa? ¡Había que hacer algo, algo drástico que fijara la dirección de una vez por todas y para siempre!
Todo lo anterior ha sido dicho y con abundante detalle y con diferentes perspectivas por los analistas que han copado en este último mes los medios de comunicación, de modo que comenzaré a agregar algo de mi cosecha:
- En una democracia representativa, la mecánica de generación del poder puede traducirse en mayor o menor medida como una compra de votos por parte de los candidatos, dependiendo del nivel cultural de los votantes; Chile al igual que latino américa, para circunscribirnos a un ámbito que comparte muchos elementos culturales y raciales, tuvo en materia de elecciones prácticas burdas de cohecho a los votantes, que con el paso del tiempo, la educación y la modernización, fueron sustituidas por otras más sofisticadas; Los baratos embelecos que originalmente seducían al pueblo elector fueron gradualmente reemplazados por ofertas de valor simbólico (empoderamiento popular, titularidad de derechos) y progreso material, de alcanzarse el poder, con independencia de las posibilidades reales de materializarlas dadas las limitaciones de un país que comenzó a moverse más fuertemente en 1973 desde la pobreza a un rango de país en desarrollo; Pero este detalle para los políticos de todos los signos, especialmente los de izquierda no representaba un problema porque la cuestión del poder era lo primero y así, elección tras elección adularon y prometieron hasta agotar la línea de créditos y sobregiros; La demagogia desatada en medio de innegables pero insuficientes progresos económicos hizo creer a un pueblo todavía muy ignorante e inculto que había alcanzado el estatus de país rico y desarrollado cuando en verdad la curva del progreso iba por debajo de la curva de expectativas y ésta experimentaba un crecimiento acelerado impulsada por las promesas que se acumulaban; Hasta el comienzo del segundo gobierno de Bachelet ambas curvas crecían pero a partir de ahí, con la demolición conceptual y práctica del modelo (ataques éticos a sus instituciones más representativas y al empresariado, denostación del lucro, demandas por una nueva constitución, validación gubernamental de la violencia como forma legítima de lucha social, derroche en regalías fiscales para diferentes grupos de presión, inflación artificial de la administración del Estado y avance sostenido de la anarquía en diferentes zonas del país) la del progreso comenzó sostenidamente a decrecer, aumentando notoriamente la diferencia entre realidad y promesas, estas últimas transmutadas ideológicamente (ella dijo: “No me interesa un crecimiento económico brutal si no hay mejora en la vida de las personas”) en abstractos valores ciudadanos convertibles en poderes y derechos ejecutables y exigibles en un marco de estrechez material cada vez mayor.
Conclusión: La sobreabundancia, al término de ese período, de promesas incumplidas le costó a la izquierda la elección presidencial pero dejó para su sucesor un escenario tensionado por la necesidad imperiosa de revertir la situación, con una mayoría parlamentaria adversa, radicalizada y juramentada para impedir que el Gobierno pudiera operar con normalidad.
- Desde el comienzo del siglo XX Chile derivó desde una república oligárquica a otras de corte socialista en distintos sabores y no podía ser de otra manera con el aumento de la educación de las masas, precaria pero suficiente para procesar vagamente los nuevos conceptos de explotación, lucha de clases y revolución, llegadas desde Europa, que encontraron terreno fértil en una sociedad organizada como una economía extractivista, heredada de los siglos de dominación española y prolongada por la oligarquía luego de la independencia; Esta organización concentraba el poder en un pequeño grupo de ciudadanos que administraba el Estado mientras la inmensa mayoría del resto vivía en el atraso y la pobreza; La inevitable extensión gradual de los derechos políticos a la masa propició la llegada al poder, en sus distintas formas y estamentos, de miembros o simpatizantes de la clase obrera y el campesinado, con lo que la balanza comenzó a equilibrarse, produciéndose avances materiales en las condiciones de vida populares; Pero el avance de las ideas era más rápido que el progreso material y las masas fueron soliviantadas por los agitadores de los partidos Socialista y Comunista, que las capturaron en su tortuosa ideología marxista leninista, deformando su ya limitada capacidad para apreciar la realidad, insuflándoles el espíritu de revancha y revolucionario; Otros partidos, como la DC y el Radical también sucumbieron lenta pero sostenidamente al hechizo del populismo de izquierda; El paréntesis del Gobierno Militar fue insuficiente para erradicar esa maligna ideología de las mentes del populacho y la penetración gramsciana de instituciones clave, como la educación, la justicia y el aparato gubernamental permitieron que al término de aquél, nuevas generaciones, criadas en la abundancia y con el cerebro debilitado por el ocio y el placer, hayan adherido con ingenuo entusiasmo a añejas ideas hábilmente disfrazadas de novedad. Por eso cuando la izquierda pierde su control del Estado experimenta un santo horror y emprende una cruzada en pos de su recuperación. Conclusión: El desplazamiento que el avance material produjo en amplios sectores de la población, que pasaron de ser proletarios a clase media por el mágico pase que significa ganar más dinero, no representa el mismo inmediato salto cultural que permite discernir correctamente y sus famélicos espíritus permanecieron intoxicados con la ponzoña de la frustración, la envidia y el fracaso, es decir, siguieron siendo socialistas; Chile es un país mayoritariamente de izquierda.
- Hay verdades incómodas que públicamente se elude admitir pero privadamente surgen cargadas de sentido común y una de ellas es que la igualdad no existe y la pretensión por alcanzarla es vana y engañosa; Chile es un país compuesto grosso modo por tres clases de individuos: 10% de indígenas (araucanos la mayoría), un 70% de mestizos y el resto de raigambre europea. Esta composición representa limitaciones naturales a la pretendida igualdad porque cualquier promedio que se mida deberá ser ponderado por las diferencias evidentes que esta mixtura presenta; Esto se puede apreciar en cualquier país del mundo donde existan mezclas raciales y se manifiesta en las desigualdades que se critican en un país rico como EEUU aunque convenientemente se obvia que entre nativos indígenas, negros y latinos tiene un 30% de su población, con una productividad menos de la mitad de la de los blancos y una larga lista de diferencias; Los países nórdicos, racialmente homogéneos y por ende también culturalmente son los más iguales del mundo; Los siguen otros países (Inglaterra, Alemania, Francia) que disminuyen sus índices por sus generosas políticas inmigratorias, aunque también hipócritamente se soslaya esta realidad cuando se preguntan por qué será; Japón, probablemente el país más civilizado y uno de los más ricos del mundo presenta una estupenda homogeneidad racial; Si un marciano aterrizara en América Latina y quisiera hacer un ranking para informar a sus superiores del nivel económico, socio cultural y otras variables de interés, bastaría con que se fijara en la composición racial de cada país y podría volver rápidamente a su planeta. En los años ´80 muchos países se propusieron llegar a Dinamarca, un lema para indicar que querían alcanzar los índices soñados de progreso que ese pequeño país nórdico exhibía; Lo intentaron con denuedo, con porfía, hasta con rabia, pero ninguno llegó porque, sin que ellos lo supieran o porque prefirieron hacerse los locos, su tripulación no estaba compuesta por daneses sino por una mezcla de distintas etnias. Es tragicómico cuando en Chile se buscan modelos de políticas públicas para importar y aplicar localmente y, se mira como referencia a Finlandia en materias educacionales o a Alemania en materias laborales (la fatiga les impide mirar a China donde se trabajan 72 horas semanales) pero se les olvida que junto con las políticas adecuadas habría que importar también a los fineses o a los alemanes para que las cosas funcionaran. Chile puede compararse exitosamente con todos los países latinoamericanos excepto Uruguay (4% de indígenas) y Argentina (1,5% de indígenas); Este último país por otros motivos ha perdido el rumbo y está actualmente fuera de competencia; El resto de los países no solo tiene una fuerte componente indígena sino además una mezcla con negros africanos, lo que degrada aún más su potencial; En todo caso, gracias a Bachelet II, que permitió la entrada al país de cerca de un millón de inmigrantes, mayoritariamente negros haitianos o afroamericanos venezolanos, nuestra composición racial que ya era mala, empeora a niveles que no podemos medir aún y nos condena a una peor performance en el futuro.
Conclusión: La mezcla racial en Chile impone un límite relativo a la cota máxima de civilización, desarrollo socio económico, cultura y cualquier dimensión que quiera medirse con respecto al nivel que tienen los países punteros (Dinamarca, Suecia, Noruega); No admitir esta verdad es sencillamente necio. Si alguien tuviera alguna duda, le sugiero observar cómo en estos últimos días de orgía vesánica, raspando la fina pátina de civilidad que cubría al pueblo de Chile (los ingleses de Sudamérica) aparece el verdadero chileno, salvaje destructor y vandálico, delincuente y saqueador, odioso e incendiario, contradiciendo las virtudes con que hipócritamente se le adula.
Entonces, sumando 1+2+3 tenemos algunas coordenadas que convergen en un punto que en vez de Estallido Social debería llamarse Insurrección Popular: Cuando un país lastrado por una mentalidad de izquierda profundamente arraigada, que producto de su mala composición étnica haya alcanzado o esté muy cerca de su máximo potencial de desarrollo, es sobrecargado de expectativas desmesuradas (aumento del bienestar, derechos y gratuidades garantizados, disminución de compromisos y deberes, conquista de la tierra de leche y miel) que no se pueden cumplir, choca con la realidad sufriendo frustración y desconcierto.
Este es el momento que la izquierda burdamente, el PC profesional y militarmente y últimamente el Frente Amplio anárquicamente habían estado trabajando durante años, desde el Parlamento, la prensa, en los colegios y universidades, en las empresas del Estado y enquistados en el mismo Estado; Ahora en retrospectiva es posible comprender que cada paro, huelga, toma y cualquier manifestación realizada fue parte de un permanente ensayo inserto en una estrategia insurreccional que probaba la voluntad y las fuerzas con que el Estado podía resistir; Cada conmoción social era superada en agresividad, daños y duración por la siguiente; Los paros, tomas y huelgas ya no tenían los habituales motivos (más plata) sino que podían ser de advertencia o por estados de alerta; Hubo grandes incendios forestales intencionales con resultado de muerte (7 brigadistas en Carahue 2012, otros 3 en Maule 2017) y sin culpables; La sublevación se instaló hasta en los colegios, donde los menos instruidos (azuzados por profesores de izquierda) comenzaron a vivir en estado de asamblea y abandonaron el estudio; Ejemplo paradigmático fue el Instituto Nacional (llamado primer foco de luz de la nación aunque derivó a primer sendero luminoso de la nación) cuya rebeldía era administrada originalmente por la Concertación y terminó en manos del PC volcado al terrorismo urbano; El desacato y la violencia con que se enfrentaba a las fuerzas de orden iba en crescendo al punto que estas eran claramente superadas por la organización militar de los adversarios (protestantes, lumpen, delincuencia, estudiantes) protegidos si caían detenidos por un aparataje jurídico (el mismo que abogaba por causas contra los militares del ´73) y la connivencia indulgente de una prensa que los presentaba como víctimas de la represión policial; En fin, años de entrenamiento permitieron a la izquierda calibrar la decisión y fortaleza con que la autoridad haría respetar el orden público y tener sus cuadros preparados para cuando el momento llegara; ¿Pero cómo sería reconocido ese momento, cuáles serían sus señales?
El segundo gobierno de Piñera, un especulador frívolo y sin carisma, resistido por muchos y quizás odiado por otros tantos (en Chile un rico siempre será odiado), poco creíble, proyectando la imagen de alguien que en el cargo sirve a su ego más que a la ciudadanía, partió con la condición que un sector de la izquierda (ahora clase media) temeroso de verse perjudicado por la revolución iniciada por Bachelet II, lo apoyó en la recta final de la elección; Pero era un paso táctico de esa izquierda, una apuesta de carácter práctico, una inversión; Una mala combinación de variables políticas y económicas surgidas de zonas donde un país pequeño como Chile no tiene ninguna posibilidad de dirigir, arruinó en parte el tinglado programático ofrecido por el antes candidato e hizo tambalear las promesas de campaña; La masa ignara, desconocedora de los arcanos de la política y la economía internacional, comenzó a sospechar que era engañada y se volvió recelosa, su inversión en este odiado sujeto no rentaría, lo que la dejó sensible; Eso fue suficiente para que el momento fuera reconocido por el PC, ahora faltaba el detonante: Este fue una pequeña alza del pasaje del Metro, que se practicó en un mes en que todas las fuerzas están alertas y no en Febrero como era habitual alzar las tarifas del transporte, aprovechando la modorra de las vacaciones; Lo que vino a continuación está latamente documentado y corresponde a un proceso insurreccional digitado y administrado por el PC, que se encargó de iniciar coordinadamente los primeros golpes y luego, en los días posteriores dar golpes de timón que, aprovechando la inercia alcanzada, le permiten teledirigir la furia destructiva del populacho ciego y los anarquistas alerta contra objetivos específicos; Esto es una Insurrección Popular disfrazada por muchos interesados, cobardes y oportunistas como un pacífico movimiento social que ocasionalmente termina con estallidos de violencia.
¿Cuándo y cómo terminará? Cuando, carente de apoyo popular y sin el respaldo de las Fuerzas Armadas y Carabineros (a quienes Piñera mintió y traicionó en su primer gobierno, entregándolas a los jueces de izquierda, y quienes por lo demás huelen el hedor del cadáver y la llegada de un nuevo orden) el Gobierno se rinda incondicionalmente, algo que ya se está verificando.
Un comentario final: Este triunfo de la izquierda local, que al imponer una nueva Constitución destruirá el modelo con su secuela de retraso, y empobrecimiento de la vida en sociedad durará algún tiempo, no creo que más de una o dos generaciones, porque parte del pueblo ya probó el fruto prohibido del consumo y no aceptará volver atrás; El pueblo desea más consumo sin importar de dónde venga, no socialismo ni menos comunismo que no da ni siquiera de comer a la población (la parte buena de todo esto es que disminuirá la obesidad; ya lo hacen caminando a falta de movilización); Así como Cuba vive ignorada en un agujero cual un leproso, Venezuela se cae a pedazos y sus días están contados, Argentina baja otro peldaño y se acerca al borde del abismo, Chile se incorporará a este poco conspicuo club sin esperanza, cada uno liberado a su suerte, sin un protector que les tire un salvavidas cuando estén ahogándose una vez agotados los recursos, cocida la gallina de los huevos de oro y quemado todo lo combustible, mientras América del Norte, parte de Europa, China y el Sudeste Asiático más Japón siguen su marcha triunfal por el liberal-capitalismo sirviendo de modelo. La izquierda inspirada por el comunismo, carente de mística, ya no obtiene triunfos electorales en ninguna parte del mundo y por eso juega sus últimas cartas con toda clase de trampas electorales (Venezuela, Nicaragua, Bolivia) o de insurrecciones populares, obteniendo trofeos de poca monta donde carroñar, hasta que el mismo populacho ya hastiado se rebele y la destruya.
No deja de ser llamativo que habiendo Chile iniciado un proceso democrático coincidiendo con la caída del Muro de Berlín, que sepultó al marxismo y el leninismo, justo cuando se celebran 30 años de tal acontecimiento, el mismo país, guiado por esos zombis intente locamente regresar al camino del fracaso; Nunca ha sido tan válida la sentencia: Los dioses enloquecen a quienes desean destruir.
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