28 de abril de 2020 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Como vimos ayer, muchos vieron la epidemia como una oportunidad para sembrar terror en la gente y sacar ventajas políticas de eso, una cosa llevó a la otra y el terror se tradujo en las famosas cuarentenas totales, de las que comentábamos hace unos días atrás.

Estas cuarentenas totales están teniendo un impacto económico que no hay manera de saber en que irán a parar, pero las restricciones de desplazamiento y reunión han servido como catalizador para algunos cambios que de todas maneras se iban a dar, pero la emergencia los ha adelantado. Uno de esos cambios es el tele trabajo.

Si el año pasado a alguien le hubiese dicho que probablemente tendría que hacer su trabajo de oficina desde su casa usando Internet pensaría que estaba loco, un cambio así resultaba inconcebible. Sin embargo de la noche a la mañana, millones de oficinistas en todo el mundo pasaron a hacer las cosas que hacían un par de meses antes en la oficina en su casa. Leo en Internet

Me imagino que a los arqueólogos del futuro no les será difícil deducir qué es lo que nos importa hoy. Los egipcios tenían sus pirámides; los romanos, sus acueductos; los victorianos, sus ferrocarriles. Lo que nosotros tenemos son gigantescas cajas de cristal y acero llenas de escritorios, pizarras y dispensadores de agua

Yo he trabajado muy pocas veces en mi vida en una oficina pero supongo que hoy, en el mundo occidental, una oficina es casi el sinónimo de un trabajo asalariado.

Un poco de historia

Pero no siempre fue así, cuando Adam Smith escribió "La riqueza de las naciones" el trabajo de oficinas e incluso la manufactura productiva se consideraban económicamente marginales, Smith, como todos los de su época creía firmemente que la principal actividad económica sería siempre la producción de alimentos, la agricultura, era la fuente "real" de riqueza. Esto para que vean como en economía ideas que parecen evidentes pueden estar profundamente equivocadas ¿Existe algo más importante para el ser humano que alimentarse? Probablemente no, y de allí podemos concluir que la agricultura sería la actividad económica más importante, por siempre.

Pero la Revolución Industrial lo cambió todo. Primero la agricultura se fue mecanizando cada vez más. Hoy un granjero norteamericano con sus hijos, un par de ayudantes y mucha maquinaria, pueden hacer el trabajo para el que antes se necesitaba un ejército de agricultores, no solo eso, con fertilizantes, plaguicidas, riego mecanizado y lo demás, se obtienen rendimientos cientos o miles de veces superiores a los que Malthus hubiese jamás soñado.

Entonces ocurrió lo que ha pasado siempre en la historia, ya no se necesitaban peones con pico y palas pero aparecieron las fábricas para hacer la máquinas, entonces en lugar de muchos labriegos surgió la necesidad de tener obreros, operarios asalariados. Así apareció la clase obrera, en la que Marx fundó las esperanzas de su revolución que nunca fue, porque a la mayoría de los obreros solo les interesaba que los dejaran trabajar tranquilos y -antes que todo- conseguir y mantener un trabajo asalariado.

Las máquinas multiplicaron el rendimiento por miles, primero de vapor, después de derivados del petróleo y electricidad, en el futuro seguramente de energía nuclear. Esta multiplicación del rendimiento, que permitía hacer más con menos, trajo una enorme riqueza y no solo a los dueños del capital, como alegaban los socialistas, sino a todo el mundo. Un pobre de hoy vive con un lujo mayor que un millonario de esos años.

La riqueza le dio un enorme impulso al comercio y los servicios, Smith se escandalizaba por la existencia de sirvientes y artistas, escribió que eran actividades superfluas y que con el tiempo iban a desaparecer porque su valor era cercano a cero. Resulta que en lo Siglos 19 y 20 las actividades económicas más importantes fueron la manufactura y en el los Siglos 20 y 21 el sector de servicios -la servidumbre en sus distintas formas- se está convirtiendo en el sector más importante.

Volvamos a lo que pasa hoy

Hoy llevamos unos años en medio de una transición muy parecida a lo que pasó cuando las fábricas que hacían máquinas reemplazaron a la agricultura como actividad económica más importante. La robótica ya es un sector que está maduro y los operarios que trabajaban construyendo máquinas y aparatos están siendo reemplazados por robots.

Yo viví este cambio con mis propios ojos, el año 1975 hice la práctica de técnico electrónico en la industria ensambladora IRT de Arica, donde trabajaban como 3.000 personas. La línea de ensamblaje de los televisores "Alba", donde yo hacía como que trabajaba, era como de unos 200 metros de largo, con cientos de operarias y técnicos, cada uno colocaba unos pocos componentes de manera mecánica. El año 1983 cuando me invitaron a Tokio, Casio Computer ya tenía una planta totalmente robotizada donde trabajaban unas 20 personas y producía decenas de miles de calculadoras, las 24 horas y 7 días a la semana. Fui testigo de la historia, aunque en esa época ni me di cuenta.

Hoy el sector manufacturero está retrocediendo en cuanto a importancia económica y la generación de riqueza en el mundo se basa más y más en los servicios. La servidumbre en sus distintas formas está desplazando a la manufactura como consumidora de mano de obra. Fíjense que ni la agricultura, ni las fábricas han desaparecido, al contrario, se producen más alimentos y máquinas que nunca antes,  lo que pasa es que se necesita cada vez menos gente para esas actividades.

La oficina

El grabado que encabeza esta entrada representa una oficina cuando estas empezaban a tener protagonismo. La edad de oro del trabajo en oficina fue entre los Siglos 19 y 20, especialmente a partir de 1960 cuando las mujeres empiezan a usar la píldora anticonceptiva y salen de manera masiva al mundo del trabajo. Las oficinas se convierten entonces en una segunda casa para millones de personas, que pasan buena parte de su vida entre intrigas, romances, amistades y zancadillas en ese lugar lleno de escritorios donde cada cual tiene su pequeño feudo. Recuerdo como me impresionaron las caóticas oficinas en el cuartel general de Casio Computer, cuando anduve por allá en 1983

Bueno, resulta que desde el año 2000 más o menos, cuando internet ya se consolidó en todo el mundo, la mayor parte de las oficinas dejaron de ser necesarias, hoy son obsoletas y carísimas, el trabajo de un oficinista hoy es muy similar al de un peón campesino a inicios de la Revolución Industrial o de un técnico electrónico al comenzar a masificarse la robótica: inútiles.

Las oficinas hoy solo existen por inercia, la mayoría de ellas son innecesarias y un lastre económico. Hoy tiene muy poco sentido contratar a un oficinista, pagarle leyes sociales, beneficios, vacaciones, participación en utilidades, etc. cuando ese trabajo lo puede hacer perfectamente un free lance desde su casa, sin una relación contractual más que como una prestación de servicio. Claro que la inercia de dos siglos no va a cambiar de un día para otro ¿O sí?

Parece que si, uno de las consecuencias inesperadas de estas cuarentenas ha sido que muchas empresas se han visto obligadas a mandar a sus oficinistas para la casa y están viendo que pueden funcionar perfectamente sin necesidad que vayan a cumplir con horas-nalga sentados en un escritorio. Sin escritorios no hace falta construir ni mantener edificios, ni contratar guardias de seguridad, ascensoristas, señoras que hagan la limpieza y tampoco tendrán clientela los que pasan por las mañanas vendiendo unos bocadillos a los corbateros para matar el hambre.

Es una realidad, ir a trabajar a una oficina es en la mayoría de los casos, no todos, una actividad costosa, obsoleta y fácilmente reemplazable. ¿Es esto una tragedia como se queja tanta gente? Ni mucho menos, si algo nos enseña la historia es que con cada cambio que mejora la productividad, se hace más con menos costo y por lo tanto nos hacemos más ricos, no solo los dueños del capital sino todos. Porque si hay una verdad económica que se ha comprobado mil veces es que el chorreo económico si existe y siempre se produce. Sin duda seremos más ricos, seguramente no más felices, sería muy ingenuo creer eso.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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