October 6, 2019
La obsesión por controlar el clima ha marcado, en gran medida, la vida de los seres humanos desde el inicio de los tiempos. La incomprensión de los fenómenos naturales, su enorme potencial destructivo y su carácter impredecible han convertido las siempre cambiantes condiciones atmosféricas en un importante área de estudio y contemplación a lo largo de la historia, primero bajo el prisma de la religión y, posteriormente, con la ayuda de la ciencia, conforme el conocimiento se abría paso en un mundo regido hasta entonces por dioses y mitos de todo tipo.
Sin embargo, a pesar del enorme avance que ha cosechado la humanidad en los últimos siglos para averiguar los entresijos del tiempo, hoy, al igual que ayer, abundan las predicciones apocalípticas que auguran grandes catástrofes y, en última instancia, hasta el fin del planeta, junto a las mágicas soluciones que pregonan los chamanes y sacerdotes climáticos de nuestros días.
Si los pueblos indígenas del mundo prehispánico sacrificaban hombres, mujeres y niños para evitar las sequías o males mayores procedentes del cielo, los apologetas contemporáneos pretenden frenar el crecimiento económico e incluso reducir la población mundial bajo la excusa del «calentamiento». Políticos, científicos y activistas, con el respaldo de numerosas organizaciones y empresas, son los artífices de este nuevo alarmismo que anticipa un negro futuro en caso de no adoptar sus recetas.
Las multitudinarias manifestaciones de este fin de semana son un buen ejemplo de ello. La «Huelga del Clima» concentró a millones de jóvenes de medio mundo para exigir medidas contundentes capaces de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera a fin de evitar la subida de las temperaturas. La activista sueca Greta Thunberg, de apenas 16 años, se ha convertido en el gran icono de esta particular lucha contra la contaminación que causa el hombre, hasta el punto de que sus advertencias y reivindicaciones son atendidas por los principales líderes políticos, cuya asistencia a la Cumbre del Clima que arrancó el lunes en la ONU aspira a impulsar nuevos y firmes compromisos contra el calentamiento global.
Pero estas amenazas climáticas ni son nuevas ni son catastróficas. De hecho, su existencia ha sido algo recurrente a lo largo de los tiempos, y no sólo durante las épocas en las que se hacía uso de arcaicas creencias para explicar lo incomprensible, sino en el presente, en plena era del conocimiento, la tecnología y la ciencia. Basta con echar un poco la vista atrás para percatarse de la gran farsa que supone el apocalipsis climático, tal y como evidencian las predicciones fallidas formuladas en los últimos 50 años:
- 1967: «Hambruna terrible para 1975»
- 1969: «Todos desaparecerán en una nube de vapor azul para 1989»
- 1970: «Edad de hielo en el año 2000»
- 1970: «América sufrirá racionamiento de agua en 1974 y racionamiento de alimentos en 1980»
- 1974: El agujero de ozono es un «gran peligro para la vida»
- 1980: «La lluvia ácida mata la vida en los lagos»
- 1988: Las Maldivas estarán bajo el agua en 30 años
- 1989: La subida del nivel del mar «destruirá» a la mayoría de países en el año 2000
- 2000: «Los niños no sabrán qué es la nieve»
- 2004: Gran Bretaña tendrá clima siberiano para 2020
- 2008: El Ártico se quedará sin hielo para 2018
- 2009: El Ártico se quedará sin hielo para 2014
- 2013: El Ártico se quedará sin hielo para 2015
- 2014: Tan sólo restan 500 días antes del «caos climático»
Hoy, en 2019, la farsa sigue…
Manuel Llamas – Libre Mercado
Fuente: https://libertadusa.com/2019/10/el-apocalipsis-climatico-y-sus-eternamente-fallidas-predicciones/
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