Douglas Pollock
I.C.I. Universidad de Chile
Ciencia y Economía del Cambio Climático


Suponiendo verdadera la teoría de Naciones Unidas sobre calentamiento global, no tiene sentido para Chile adoptar ninguna medida de mitigación y adaptación al cambio climático toda vez que contribuye con un insignificante 0.2% de las emisiones globales de CO2 mientras que, al menos, los países que representan casi el 60% de las emisiones están, de hecho, fuera del Acuerdo de París(EEUU, Rusia, India y China) y, hasta enero de 2018, el 84% de las naciones partes (166 de 197) no pagaron sus compromisos financieros con la ONU, incluidos Francia, Alemania, China y Brasil.

Consistentemente, Chile debiera cancelar todo eventual pago a la ONU por sus programas de cambio climático, eliminar todas las regulaciones climáticas y suprimir todos los impuesto verdes que lo han convertido en el quinto más caro en energía entre los países de la OCDE logrando, consecuentemente, una pérdida creciente de competitividad, fuga industrial y de capitales apaíses no comprometidos como China y que están sofocando en vano su economía provocando el aumento sostenido de la pobreza en el largo plazo sin consecuencia alguna para el clima global.

Lo anterior, suficiente para poner término a cualquier discusión sobre cambio climático, se hace mandatorio al considerar que la teoría del IPCC—los gases de efecto invernadero son los conductores del aumento de la temperatura atmosférica — es errónea y falla en las matemáticas, en la física, en los modelos de predicción y todo ello constatado por abundante evidencia empírica derivada de la investigación científica.

El CO2, gas inodoro, incoloro, inocuo, no contaminante y vital para la vida vegetal y animal en la Tierra, como GEI no es, no puede ser y nunca ha sido en la historia del planeta el conductor del aumento de la temperatura atmosférica, entre otras razones, al seguir éste un comportamiento logarítmico como tal. Así, en concentraciones muy inferiores ese gas ya generó un aumento en la temperatura por la cual, un enorme aumento de CO2 por sobre los niveles actuales, implicaría un ínfimo aumento en la temperatura global.

En los últimos 810.000 años ha habido ocho periodos interglaciares cálidos como el actual y siempre el aumento del CO2 ha sucedido como consecuencia al aumento en la temperatura, no al revés como nos inculca la ONU.

En la actualidad no existe tal cosa como un calentamiento global y el leve entibiamiento de unos 0.3 – 0.4°C ocurrido entre 1975 y 1996-97 terminó hace más de 21 años. El planeta recién salió de una “Mini Era de Hielo  que terminó en 1850 y que duró 500 años. Junto a ese periodo, la temperatura actual (promedio 30 años) muestra su menor valor en 8.000 años y en el pasado reciente la Tierra experimentó calentamientos enormes en comparación sin la influencia humana, como el de la Edad Media llamado “Óptimo Climático” y similares al reciente, como entre 1860 y1880 y entre 1910 y 1940, ambos sin la huella de carbono humana (para los cuales la ONU no puede explicar), de similares intensidad y duración que aquel concluido hace más de dos décadas.

Otro elemento ignorado es que el aumento del CO2 ha causado el inapreciable beneficio de enverdecer la Tierra en 15% entre 1982 y 2014, 70% de éste debido a ese aumento, equivalente a dos veces el tamaño de EEUU en dónde, entre otros, el desierto de Sahara ha retrocedido en 300.000 Km2, tres veces el tamaño del de Atacama. Consecuentemente, en los últimos 50 años el hombre está usando un 68% menos de tierras para cultivar igual cantidad de alimentos gracias al uso de combustibles fósiles y al aumento del nivel de CO2 de 300 a 400 ppmv. Si se pudiese reducir el CO2 a los niveles preindustriales, como lo promueve la ONU, habría que descubrir un nuevo continente del tamaño de Sudamérica para alimentar a la población mundial actual. Dicho de otro modo, intentar reducir el CO2 a esos niveles implicaría necesariamente pasar por la exterminación masiva de una parte importante de la especie humana. Reducir el CO2 sería una acción genocida.

Algunos errores relevantes de los modelos de predicción basados en las emisiones humanas de GEI, principalmente CO2, radican en los siguientes elementos:

  1. Los modelos, que no pueden predecir el futuro climático por tratarse el clima de un sistema caótico, están basados solamente en las emisiones humanas de GEI y excluyen las grandes fuerzas de la naturaleza como las oscilaciones del Pacífico (PDO), del Atlántico (AMO), el Niño -la Niña (ENSO), forzante radiativa y ciclos solares y, por ende, la radiación estelar, verdaderas conductoras de los cambios climáticos. Es así como, de los 117 modelos de simulación que el IPCC ha desarrollado desde 1990, todos han fallado sistemáticamente.

  2. La ecuación fundamental de sensibilidad climática, input de los modelos de simulación, es errónea y falla en los feedbacks , lo que ha llevado a una enorme exageración de temperaturas futuras.

  3. Las emisiones antropogénicas representan el 4.3% de las emisiones totales, según los propios informes del IPCC y sólo del 0.7% según el último estudio científico publicado en 2017 por el profesor Hermann Harde de la Universidad Helmut Schmidt de Hamburgo.

  4. El CO2 representa menos del 4% de los GEI, siendo las nubes y el vapor de agua los principales con un 95% de incidencia. Adicionalmente a los pronósticos, la temperatura global actual ha sido severamente cuestionada al haberse descubierto y denunciado al Senado de EEUU hechos fraudulentos de manipulación, eliminación sesgada y distorsión de datos mostrados en informes oficiales de agencias del gobierno norteamericano (NASA, NOAA) y en informes de evaluación del IPCC (AR3, AR4 y AR5).Aún después de la fallida cumbre de Copenhague (2009), la difusión de la teoría de la ONU continuó hasta lograr el éxito con el Acuerdo de París en 2015, comprometiendo a los países desarrollados y emergentes a severos programas de reducción de sus GEI, medidas que han significado una enorme regresión para sus economías desde hace incluso más de dos décadas en muchos de ellos, no obstante, firmado y corroborado bajo el gobierno de Michelle Bachelet. En términos de desarrollo y prosperidad para sus habitantes, Chile obtendría invaluables ventajas competitivas y comparativas si se eximiera o retirara del Acuerdo de París, liberando su economía de toda regulación climática e impuestos verdes, que siempre pagan los más pobres, que están y seguirán ahogándola innecesariamente, de no hacerlo, en las décadas y generaciones venideras.

Fuente: https://es.scribd.com/document/428786806/Chile-Elementos-Ignorados-Del-Cambio-Climatico-en-Politicas-Publicas

 

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