Por Mario René Villegas Lara
Colaborador Internacional - Fundación Voz Nacional


Con la llegada de la pandemia por Coronavirus al Estado de Guatemala, el país vio cómo se formó una tormenta sobre su economía que cada vez tomaba más fuerza, debido a las pobres medidas sanitarias y un sistema de salud en decadencia. Esta tormenta, más bien pareciera un clima cotidiano para la economía de Guatemala, puesto que, es un problema que se suma a los muchos conflictos económicos.

La economía de Guatemala siempre se ha sido eminentemente agrícola y principalmente se ha tomado fuerza gracias a la gran cantidad de remesas que ingresan al país por parte de los inmigrantes en los Estados Unidos y que a su vez hacen crecer a la economía mucho más que el sector privado y los pseudo empresarios del país.

Con el cierre de todas las fronteras tanto en Guatemala como en el resto del mundo, el ingreso de las remesas se congeló y la economía dentro de Guatemala se tambaleo como una torre de cartas que previo a la pandemia ya sufría de muchos problemas.

Las soluciones parecían aparecer poco a poco con cada uno de los préstamos hechos por el Gobierno de Giammattei, esto con el objeto de poder aliviar los problemas sanitarios y económicos que aquejaban al país y que hasta el momento siguen atormentando a la población de Guatemala.

La sociedad guatemalteca ya estaba acostumbrada a lidiar con un sistema de salud público con capacidades mínimas, casi nulas para la atención de pacientes y el efectivo tratamiento de los mismos, no solo por la falta de medicinas y la falta de camillas, sino también debido a la falta de personal y la falta muchas veces de organización dentro del sistema gubernamental para poder erradicar a los demonios que se han insertado dentro de la matriz del sistema sanitario.

Por otro lado, no se puede olvidar que, no es solo el sistema de salud el que sufre, sino que también sistemas como el educativo, laboral y de garante de desarrollo humano sufren y castigan a la población de Guatemala, en especial a la población más pobre y vulnerable del país.

El sistema de educación se ha visto afectado en más de una ocasión debido al cierre de institutos públicos y privados, siendo los primeros los afectados, porque mientras que los institutos privados cuentas con la capacidad para poder hacer frente a las clases presenciales, los institutos públicos se ven obligados a transmitir las clases por cable, idea que no solo es incoherente e inestable, sino que es totalmente una burla hacia la población, Guatemala no cuenta con el nivel eléctrico ni tecnológico como para que el dar clases por medio de cable sea efectivo, no solo por el hecho que los y las estudiantes tienen la oportunidad de no presentarse a esa clase, sino también, por el hecho que dentro de muchas de las casas de estudiantes de institutos públicos no se cuenta con siquiera un televisor.

En cuanto a el sector laboral, Guatemala parece seguir empeorando, no solo porque los niveles de desempleo en Guatemala ya eran muy elevados sino porque las condiciones laborales de la mayor parte de la población ya eran muy malas, ya sea por los salarios miserables o por las constantes explotaciones a los y las empleadas para poder subsistir dentro del sector laboral.

Ahora, con la nueva realidad que vive el mundo y más específicamente Guatemala, es claro que esto presenta una oportunidad perfecta para resaltar las fallas y acrecentar las necesidades por empleo que ya aquejaban a la población, lo más preocupante de todo es que si previo a la pandemia ya existían grandes necesidades con relación a encontrar un empleo, ahora esta tormenta viene terminar de destruir un sistema de cartón, varias pequeñas y medianas empresas tuvieron que declararse en quiebra por la falta de producción y movimiento económico, mientras que otras se tuvieron que dar a la tarea de hacer despidos masivos para rescatar a su plantilla laboral, sin embargo, hay que resaltar que los pocos empleados que contaron con la suerte de no perder su empleo siguen recibiendo el mismo salario por hacer el doble de trabajo.

Guatemala siempre ha sido la cuna de la desigualdad, pero ahora en esta nueva realidad se ha creado una nueva dinámica, dentro de esta nueva dinámica vemos que el sector informal va a crecer de manera exponencial, porque la necesidad de generar ingresos para subsistir por medio de la venta de productos para el hogar, etc. Guatemala es el país donde solo aquellos que pueden pagar los servicios mínimos pueden sobrevivir y dentro de esta realidad, esta competencia por la supervivencia terminará por disparar los índices de criminalidad y violencia dentro del país.

Durante el nacimiento de esta nueva sociedad post coronavirus, encontramos que toda esta infraestructura gubernamental corrompida, que ya existía, parece crecer y fortalecerse con cada uno de los fenómenos que se presentaron en estos últimos meses y es que a pesar de estar dentro de una crisis sanitaria nacional, nada parece cambiar para Guatemala a nivel estructural, porque el crimen organizado continua siendo dueño de gran parte del territorio, porque la autoridad gubernamental no parece estar interesada en resolver los principales problemas de la población más vulnerable y porque parece que todo el dinero que se produce por parte del Estado desaparece en el aire y no deja huella de donde ha sido invertido o si siquiera se ha hecho uso de esos fondos.

El gobierno del médico Giammattei entro en ojo del huracán por la falta de preparación y previsión de los eventos que después de un tiempo parecerían no desaparecer, la solución del presidente fue cerrar las fronteras y todo el país, cuando el virus ya se encontraba dentro de la nación, esto sumando a la falta de control de fronteras y la estructura gubernamental tan débil no fue una solución real para nadie, después de eso llegaron los prestamos multimillonarios que prometían resolver los problemas de la pandemia y ser un colchón para poder evitar que la población sufriese más de lo necesario, sin embargo, las inversiones y el uso de esos préstamos jamás fue claro y el nivel de endeudamiento del país creció hasta un punto inaccesible.

Todas estas cuestiones se acentúan aún más dentro de Guatemala, todo esto por la falta de fortalecimiento y transparencia de las instituciones públicas y la falta de buena fe por parte de las autoridades de gobierno, ya que cuando existen estructuras institucionales débiles y autoridades poco preparadas para ocupar un cargo para el que no están capacitados, solo puede terminar por ocasionar estragos.

A todo esto, hay que sumarle la falta de transparencia en cuanto a las inversiones del presupuesto y los prestamos recibidos, no solo en referencia al gran fiasco que ha resultado ser la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) por todos los escándalos que ha protagonizado en esta última semana, sino que, como ente para la recaudación de fondos, nunca ha podido ni querido mejorar su estructura y sus políticas de transparencia y es que esta estructura de papel de la SAT parece ser cada vez más propensa a desmoronarse, sin mencionar de la poca capacidad y voluntad para cumplir con sus labores.

Guatemala ha comenzado a abrirse de nuevo al mundo y así mismo la economía nacional, la población parece no estar en condiciones de iniciar esta nueva realidad y el gobierno parece ser cada vez más inestable, toda la incertidumbre y las preguntas sin respuestas generan dudas que desembocan en la desconfianza. Y es que ciertamente ese es el camino para generar un cambio dentro de esta sociedad tan dañada por la corrupción y que tantas veces ha sido utilizada como un medio para fortalecer el crimen y la injusticia.

Temas como la salud, educación, la garantía de los derechos humanos, la percepción de seguridad y la justicia, tomaran una nueva esencia para la población que cada vez entra más en desespero por sobrevivir. El gobierno de Giammattei, así como los gobiernos previos a este solo se han enfocado en pintar la superficie de la realidad, pero es esta realidad oculta la que cada vez en más inestable y que en cualquier momento se podría derrumbar.

Guatemala, hoy sigue debajo de la tierra que recubre sus ojos hacia la verdad, pero que al mismo tiempo se reúsa a remover porque dentro de esta sociedad el miedo es algo latente y cotidiano y el conformismo es una realidad.

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