Foto: El Mercurio Antofagasta

 

 

 

Por Jorge Abasolo

 

¿Saben ustedes –queridos lectores- ¿cuál es la diferencia entre un socialista y un demócratacristiano?

En que el demócratacristiano todavía cree en el socialismo…

 Desde sus orígenes (primero como Falange y luego como DC) el partido de la flecha roja ha estado entrampado entre un alejamiento del sistema capitalista y un coqueteo virtual con el socialismo.

Aún recuerdo un chiste gráfico de la revista Topaze del año 1946, en pleno esplendor del entonces senador y líder Eduardo Frei Montalva.

En la caricatura aparecía Eduardo Frei en un auto y detenido ante un letrero en plena vía pública. Un carabinero se le acerca y le dice:

-Señor Frei, tome la derecha o tome la izquierda, pero por favor tome algo…

 Hacia el año 1958 –con Frei Montalva como presidenciable (perdió a manos de Jorge Alessandri) la DC chilena se sabía que era un partido en ascenso.

Entonces, para alejarse de la derecha –esclerótica y en decadencia-  se obnubilaron con las ideas de izquierda, aunque no marxistas.

Y procedieron a idear una estrategia económica nueva, distante del socialismo y de los partidos liberal y conservador.

Así nace “la vía no capitalista de desarrollo” una cosa espuria que se quedó en la mera teoría.

Como dicen en el campo, “una vez la teoría se fue a nadar y se ahogó por falta de práctica”.

Hace pocos años, conversando con el ex diputado Carlos Sívori me admitía que esa “vía no capitalista de desarrollo” fue un invento del partido para lograr distanciarse de sus archi conocidos rivales. Una especie de estornudo demagógico con más de estrategia que de sustento ideológico serio.

El propio historiador e intelectual Mario Góngora (ex DC) admitió que esa vía no era otra cosa que una aberración conceptual.

Las consecuencias de esta indefinición ideológica se vieron años más tarde.

En la alianza DC-Izquierda post Pinochet (1989) en que el primer socio puso el capital y el segundo la experiencia, a la hora de la liquidación, el primero se quedó con la experiencia y el segundo con el capital.

Por esa la DC hoy está arrinconada. Saben que su peso específico ha disminuido y no pueden llevar la voz cantante al interior de la Concertación.

En consecuencia, a la DC le quedan pocas opciones: o crear un nuevo referente, pactar con el Gobierno (lo hacen ocasionalmente) o retornar a la Nueva Mayoría con los altos costos que eso conllevaría.

Eso explica el lance temerario de volver a cohabitar con el Partido Comunista, enemigo acérrimo e histórico del PDC.

 DESDE EL PASADO

¿Qué dirían hoy los fundadores de la Falange Nacional  al ver a un sector de su partido flirteando con el Partido Comunista en un claro intento por retornar a pactar con ellos?

¿Un partido cristiano intentando un acuerdo político con quienes han sido enemigos contumaces de la Iglesia y se declaran abiertamente ateos?

Esto es como intentar unir el aceite con el vinagre o el ventilador con la estufa. Nada bueno puede forjarse desde allí, pues se trata de posturas antinómicas o radicalmente opuestas.

Ya el pacto en la última elección municipal entre la DC y el PC fue un acto inexplicable y que puso la voz de alerta. Allí la contraposición valórica se dejó de un lado por algo más práctico pero con mucho de hipocresía: la búsqueda de los esquivos votos.

¡Una afrenta para los DC leales y auténticos!

No olvidemos la historia. Lo que antes se rechazaba ahora convenía.

Recordemos que en famoso Acuerdo Nacional de los años 80 la democracia cristiana fue tenaz opositora a incluir al partido comunista, por considerar a esa colectividad muy influenciado por Moscú.

Es cosa de revisar la prensa de la época.

 EL MEA CULPA DE LOS HISTORICOS

En medio de este berenjenal, el ex canciller y senador Gabriel Valdés habló con dureza y amargura:-“La democracia cristiana está cerca de su fin”. (La Segunda, 11.enero.2009)

A su vez, Mariana Aylwin –de cuya honestidad nadie duda- no pudo callar y expresó sus desavenencias con la cúpula del partido, al sostener que “en la estructura de la DC hay como un reino de la mediocridad. Es un partido cerrado. La DC tiene que renovarse o morir” (Mercurio 26.agosto.2007)

 En un partido con clima enrarecido, los viejos tercios también han lanzado su voz de alerta. Andrés Zaldívar no pudo callar ante una serie de infortunios y habló con brutal franqueza: “Estamos desordenados y cada uno corre por su lado. Estamos perdiendo el espíritu de la Concertación.

Estamos perdiendo la capacidad de buscar acuerdos sensatos”. (Mercurio, 22.julio.2008)

¿QUO VADIS, DC?

La actitud desaprensiva y de aproximación de la DC chilensis con el marxismo es lo que los dirigentes de la democracia cristiana mundial no pueden explicarse.

Cualquier analista político serio concluirá que solamente en Chile la democracia cristiana ha llegado a convertirse en un partido que huye de una posición de centro derecha, su condición basal y que le dio sentido y proyección en Europa.

Es cosa de revisar lo que ocurre con el PDC en el mundo.

 UNA TARA DE VIEJA DATA

En Chile la democracia cristiana sufre el “síndrome del Dios Jano”, padeciendo un complejo bifrontal que no ha podido erradicar. Se asumen como de centro izquierda, lo que le ha valido ya una catarata de reproches por parte de las DC Internacional.

Afuera se presentan como contrarios a las ideas colectivistas, pregonan un anticomunismo que en Chile ocultan (por razones de votos y estrategia) y asumen posiciones económicas favorables a la libre empresa, en tanto que acá siguen repitiendo las utopías propias del socialismo comunitario, intentando mantener la unidad (aunque sea con forceps) en una Nueva Mayoría que hace rato está con respirador artificial.

Sin duda se trata de una postura diametralmente opuesta a la DC Internacional.

Por ejemplo, el PDC alemán (al que en Chile tanto admiran) es miembro fundador de la organización internacional que agrupa a los partidos conservadores o de derecha en el mundo. En ella participan –entre otros- el Partido Republicano norteamericano, el Partido Conservador inglés, la Alianza Popular de España, el Partido Liberal de Japón y hasta el Partido Conservador colombiano.

Luego, ¿estará dispuesta la DC chilena a integrarse a esa organización o siquiera suscribir su declaración de principios?

A su vez, la DC alemana es claramente de centro-derecha, férrea partidaria de la economía social de mercado, de la disminución del tamaño y la injerencia del Estado y del rol protagónico de la empresa privada en la economía. ¡Jamás se ha definido como socialista sino todo lo contrario!

¿Podemos afirmar lo mismo de la DC chilena, convertida hoy en un bazar de posiciones híbridas?

SENTIDO DE LA FALANGE

Es probable que algunos dirigentes de la DC estén confundiendo la legalidad con la justicia o la gordura con la hinchazón, pero a ellos debe aplicárseles esa máxima muy sabia que dice que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver.

Justamente los fundadores de la Falange nacieron –entre otras cosas- para ser un dique de contención hacia una doctrina tan tajante como escasamente democrática (lèase comunismo). Para ellos se avalaron en las Encíclicas Sociales y en un afán salutífero de luchar por mayores conquistas sociales a objeto de quitarle espacio a la izquierda chilena en su propio terreno.

Y les fue bien por un tiempo.

Por eso que el espectáculo de la DC en los últimos meses parece extraído de una novela de Ionesco.

Durante los gobiernos de la Concertación abandonaron sus propósitos de cambiar el modelo económico. Ahora hablan de “rectificaciones al modelo”.

¿Qué hizo que la DC -en veinte años de Concertación- perdiera un caudal de 500 ó 700 mil votos y –por tanto- su capacidad de liderar al conglomerado?

La pasada de cuenta de la gente, pues.

Lo penoso es que aún el partido sigue sin encontrar su rumbo.

Hablan de modificar el modelo, pero en veinte años no hubo esfuerzos manifiestos por hacerlo.

Entonces siguen oscilando entre una indefinición congénita y un afán temerario por encontrar nuevos socios a como dé lugar.

En política las indefiniciones pueden servir para sortear una coyuntura, pero son perecibles.

La gente no es lesa y terminar por alejarse de lo amorfo y difícil de definir.

Era el año 1967 y recuerdo que mi padre –propietario de la entonces Radio Arauco- invitó a la casa al diputado por Malleco Carlos Sívori. Ambos estaban en diferentes trincheras políticas. Se tragaban pero no se masticaban.

Al cabo de una botella de vino y en un momento dado, el diputado Sívori le preguntó a mi padre:

-Julio…tu que eres demócrata y que eres cristiano…¿por qué no ingresas a la democracia cristiana?

Yo era niño pero aún recuerdo la respuesta de mi padre:

-Mira, Carlos…a mí me encanta el arroz y me gusta la leche, pero no puedo ver el arroz con leche.

 Cierto, la indefinición está en el ADN del partido demócrata cristiano.

 

Fuente: https://www.fnm.cl/blog/2019/4/10/la-dc-to-be-or-not-to-be-por-jorge-abasolo

 

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