miércoles, enero 29, 2014

 

 

 

 

Creo oportuno ofrecer a los lectores un análisis militar objetivo y profesional de la situación de violencia que afecta a la Araucanía.

Lo que se lee en la prensa es una mezcla de verdades a medias y verdades interesadas conducentes a juicios que desnaturalizan el real peligro que enfrenta nuestro país.

No pretendo entregar una solución. Mi ánimo es exponer la realidad que enfrentamos, avalada por la historia militar hasta la saciedad.

La historia es el único tribunal que jamás se equivoca aunque sus dictámenes demoren generaciones. No somos una excepción histórica y es más sabio escucharla que ignorarla.

Por otra parte ¿A quién podría proponerle una solución si nadie entiende o desea entender el problema que tenemos? Enfrentamos una situación de violencia originada por demandas étnicas cuya solución debió encausarse por cauces socio político y económico y que históricamente no han sido escuchados o se han aplicado pseudo soluciones manteniendo latente un volcán social.

Este manejo condujo a un grado de insatisfacción y frustración del pueblo mapuche de tal magnitud que derivó en el caldo de cultivo favorito de las filosofías marxistas y no pasó mucho tiempo en que grupos nacionales y extranjeros que las profesan reclutaron a los más exaltados para “lograr por la fuerza lo que la ley no reconoce”

De acuerdo al desarrollo de los hechos, se han dado rigurosamente los pasos clásicos que marcan las diferentes etapas de la guerra irregular urbana y rural hacia la que nos encaminamos

Hubo una primera fase de adoctrinamiento y preparación de líderes ideológicos y militares que hacen suyas las demandas desafiando a la ley y a las instituciones exigiendo una solución pronta e integral.

Estas demandas “se venden” entre la juventud mapuche y no mapuche que, por su naturaleza e inexperiencia, son proclives a solidarizar con estas “injusticias sociales históricas”.

Apoyo desde el extranjero refuerzan doctrinaria y financieramente el movimiento.

La presión se extiende a las Universidades, se apodera de las redes sociales y las reivindicaciones toman personalidad propia apareciendo en cualquier acto que convulsiona la vida del país.

El problema de la Araucanía “se instala” en la prensa, en la política y en los hogares pasando a integrar uno más de los “temas pendientes” de una clase política en permanente competencia en las urnas, ámbito en que priman los objetivos personales y partidistas sobre los intereses del país.

Se adoptan medidas en el ámbito social, financiero y policial cuya descoordinación e improvisación conducen a fracasos que son hábilmente capitalizados por los agentes de la agitación.

Ya están dadas las condiciones para pasar a la segunda fase. El avispero está a punto: El tema es parte de la vida nacional, hay víctimas que claman lastimosamente por redención y una maquinaria doctrinaria y organizativa que da el vamos a la próxima fase: el terrorismo selectivo.

El terrorismo es, en esencia, provocar el terror para obtener objetivos que, supuesta o ciertamente, son lícitos y la sociedad los niega.

El terrorismo considera justificado atropellar las normativas legales y sobrepasar los derechos humanos por “sus objetivos superiores”

El terrorismo se siente protegido por las mismas leyes que quebranta y por la maquinaria marxista que le da asistencia tanto dentro como fuera del país.

“Yo estoy dispuesto a dar, pero no a recibir” Se eligen objetivos que golpeen la opinión pública.

Emboscadas y golpes de mano se desencadenan con precisión militar en una campaña creciente que en nuestro caso aprueba su examen con el crimen de la Familia Luchsinger.

Luego los hombres se sumergen, bajan periscopio y dan el tiempo suficiente para que los organismos políticos y policiales reaccionen cayendo en el vacío porque la insurrección se ha larvado.

Cuando el horizonte pareciera aclararse, el tema está en proceso de olvido y las contra medidas parecieran haber tenido éxito el terrorismo se reagrupa y aplica dos o más certeros golpes. Emboscada a camiones, quema de inmuebles y me atrevo a anunciar la muerte de un agitador mapuche que, por supuesto, se presenta como una vida inmolada por la mano represora del gobierno.

Hasta ahora nuestro fenómeno transita por los caminos políticos y policiales. La clase política, en vez de enfocar este problema como un desafío común como chilenos, lo utiliza en una lucha suicida para atraer votos hacia sus intereses personales y partidistas.

La transición entre dos gobiernos origina “un tiempo neutro” para pelotear el problema al que viene.

Tiempo complementario a favor del terrorismo.

Hay que buscar un responsable para dar satisfacción a la opinión pública mediocre que lamentablemente es la mayoría de los votos. ¡Carabineros!

Se les entregó la responsabilidad y han fallado. Ninguna autoridad se atreve a reconocer que la situación ya está muy lejos de una solución policial.

Inteligencia, palabra clave del problema que fluye de la boca de autoridades, políticos, periodistas y voceros. Ahí está el nudo del problema.

Lamentablemente muy pocos saben lo que esta palabra involucra.

Indiscutible, necesaria e imprescindiblemente la producción de inteligencia es indispensable para combatir el terrorismo. Permite arrebatarle la iniciativa y la libertad de acción, principios tácticos sin los cuales no puede sobrevivir.

Pero producir inteligencia significa designar objetivos, planes de búsqueda de información, medios de búsqueda de información y analistas de información que requieren personal capacitado, equipamiento sofisticado y sobre todo protección y encubrimiento legal.

La labor de inteligencia es un trabajo sucio porque debe penetrar e infiltrarse en el campo de las miserias del ser humano, ámbito en que la ley imperante es la del más astuto, del más inescrupuloso y en donde el golpe bajo, la traición y el engaño es el diario vivir.

¿Cómo podemos exigir a Carabineros que produzca inteligencia de calidad? si cualquiera de sus miembros que en esta labor ensucie un dedo es dado de baja en 24 horas, llevado a los tribunales en donde la parcialidad es proverbial y crucificado por la prensa antes que en el juicio lo declaren culpable, como es la costumbre.

Esta es nuestra realidad descarnada, la verdad verdadera y la triste realidad que debería avergonzar a todos los chilenos ¿La próxima etapa? Seré muy breve. La violencia escapa del ámbito policial.

Carabineros es lanzado a una lucha ilegal con las manos atadas a la legalidad. Se les niega toda acción comprometedora en la acción de inteligencia. Se les ordena responder con proyectiles de goma a los de guerra y sus medios se dispersan en un dispositivo cada vez más vulnerable y en forma monstruosamente injusta. Se les estigmatiza como responsables de todo lo que sucede.

Festín de la prensa. Se produce la desmoralización de sus filas.

No hay solución política porque unos no entienden el problema, otros porque no les conviene entenderlos por razones políticas y muchos porque la sobrevivencia del marxismo necesita estos escenarios.

No hay solución social porque la falta de autoridad no permite ver más allá de las llamas de un incendio que bloquea las miradas.

Se desencadena definitivamente la “guerra de guerrillas” que desangró a Francia en Indochina y Argelia, que desangró a los EE.UU. en Viet. Nam y actualmente desangra a Colombia.

¿Llegaremos a esta fase?

La guerra de guerrillas es como un embarazo no deseado. Se aborta a tiempo o tenemos que resignarnos a convivir con el chiquillo Evitar este alumbramiento es labor de todos, despojándonos de nuestros intereses y futuro personal, de las diferencias del pasado que aún no nos perdonamos, de nuestras luchas políticas actuales.

No nos permitamos esconder la cabeza en la arena cuando nos amenaza una tormenta que nos da temor. Imaginar sus efectos precisamente porque somos otra víctima del terrorismo que paraliza la razón.

 

MIGUEL ALFONSO DOREN.

Brigadier Ejército (r)

(Tomado de Chile Informa N°1515).

Fuente: https://oberreutersurdechile.blogspot.com/2014/01/analisis-de-un-militar-acerca-del.HTML

 

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