+ Juan Ignacio González Errázuriz
 Obispo de San Bernardo



Principios no negociables frente a las próximas elecciones
presidenciales y parlamentarias.
 
• Por de pronto, no es lícito a un católico dar su favor en las elecciones a
quienes apoyan o han apoyado legislar para permitir interrumpir
directamente el desarrollo de una vida ya concebida, mediante el aborto.
• Quienes quieren ser fieles a la fe de la Iglesia, saben que la familia está
fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, de tal manera que
resulta igualmente inmoral dar el apoyo a candidatos que promueven la unión
entre personas del mismo sexo, que contradice en su esencia el designio del
Creador.
 Durante el mes de noviembre deberemos elegir a las nuevas autoridades que
conducirán el país. La Iglesia no tiene competencia para pronunciarse sobre temas
que por su propia naturaleza están dejados a la libre determinación de los
ciudadanos, lo que ocurren con muchas de las opciones que son propias de una
elección política. Sin embargo, tiene el deber y el derecho de alumbrar la
conciencia de los católicos y de las personas de buena voluntad acerca de aquellos
otros que son esenciales para la preservación y fomento de los principios propios
de una nación cristiana.
 En los últimos meses hemos asistido a diversas decisiones legislativas y de
políticas públicas sobre algunos de estos temas, que manifiestan la manera de
pensar y concebir la vida del país y de sus habitantes de las autoridades y que
deben ser observados con atención al momento de optar por los nombres de
quienes serán llamados gobernar en el futuro. Las orientaciones de la Iglesia
buscan que los católicos favorezcan con su elección a quienes den las mayores
garantías de salvaguardar aquellos principios esenciales.
 Por de pronto, no es lícito a un católico dar su favor en las elecciones a
quienes apoyan o han apoyado legislar para permitir interrumpir directamente el
desarrollo de una vida ya concebida, mediante el aborto. Los pastores de la Iglesia
hemos sido perfectamente claros en señalar la gravedad moral del aborto. De la
misma manera, quienes quieren ser fieles a la fe de la Iglesia, saben que la familia está fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, de tal manera que
resulta igualmente inmoral dar el apoyo a candidatos que promueven la unión entre
personas del mismo sexo, que contradice en su esencia el designio del Creador.
 El Papa Benedicto nos enseñó que “los católicos deberán destacar entre sus
conciudadanos por el cumplimiento ejemplar de sus deberes cívicos, así como por
el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas que contribuyen a mejorar las
relaciones personales, sociales y laborales. Su compromiso los llevará también a
promover de modo especial aquellos valores que son esenciales al bien común de
la sociedad, como la paz, la justicia, la solidaridad, el bien de la familia fundada
sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la tutela de la vida humana
desde la concepción hasta su muerte natural, y el derecho y obligación de los
padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas”. El Papa
Francisco con fuerza ha resaltado en diversas ocasiones esta misma enseñanza.
 Es muy necesario que como miembros activos de nuestra sociedad seamos
capaces ejercer nuestra corresponsabilidad y de exigir, mediante nuestra elección
libre e informada, que en nuestra Patria se preserven estas garantías mínimas de
una sociedad que, siendo plural, es capaz de comprender que hay ciertos valores
que transcienden la misma política, porque son de la esencia de la naturaleza
humana. La elección que se avecina es un momento propicio para que hagamos
valer nuestra voz y, por tanto, ejerzamos con amor y responsabilidad nuestras
opciones políticas. También es necesario tener conciencia de que para un católico
concurrir con su voto a las elecciones populares es una obligación cívica de alto
nivel y exigencia moral, de manera que exceptuarse de concurrir a sufragar, fuera
de casos de verdadera necesidad, no es lícito y puede llegar a ser una falta moral,
por las consecuencias que de ello pueden seguirse.
 Pidamos a la Madre de Dios, nuestra Señora del Carmen, Reina y Patrona de
Chile, que ilumine a cada uno de los católicos en las decisiones que debemos
adoptar y que quienes resulten elegidos sean siempre respetuosos de los valores y
principios que nos legaron los Padres de la Patria y nuestros antepasados.
Octubre 2017