07 de diciembre, 2019
Manuel Bengolea
Economista
Nadie ha dicho nada sobre el saqueo a los contribuyentes por parte del mundo político que apoya las barricadas, las quemas y toda suerte de actos vandálicos. ¿Cómo se definiría la extracción involuntaria de parte del fruto de nuestro esfuerzo, a través de impuestos y contribuciones, mediante intimidaciones como las multas o remate de bienes? ¿Cómo se definiría que el que cobra, sin posibilidad de competencia, para brindarnos protección y garantizar nuestro derecho a vivir en paz, no haga un intento serio para brindar dicho servicio?
El populismo y la retórica anticapitalista de la izquierda y de ciertos representantes de la derecha ha ido creciendo fuertemente en Chile y en el mundo. El problema es que vender ilusiones es mucho más fácil que vender la realidad ineludible de las naciones que logran la prosperidad, que no es otra que ésta se alcanza con sacrifico y trabajo duro. Es más, cuando a estos representantes se les exige que bajen de forma práctica su idea para la implementación como política pública, es común que hagan gala y se enorgullezcan de su ignorancia, como si sus errores no los tuviéramos que pagar nosotros.
Por ejemplo, es común escuchar a políticos hablando sobre el “robo de las AFP”, cuando saben que ello no es verdad. Las AFP son administradoras de fondos para la pensión, es decir, su pega es rentabilizar los fondos que los trabajadores ahorran, y su historial (UF + 8% anual desde 1981) es prácticamente imposible de encontrar a nivel mundial. Si las pensiones son bajas es porque la gente no ahorró lo suficiente, y esa falla no es de las AFP; es una falla del mercado laboral y de la productividad media de los chilenos. Quienes deben ocuparse de la insuficiencia de las pensiones no son las AFP, son los políticos mediante la promulgación de políticas públicas que incrementen la productividad laboral y mecanismos que incentiven el ahorro para la vejez. Pero no, la mayoría de los políticos han privilegiado políticas que les son útiles para capturar el poder, y todas las mentiras sobre las AFP son propagadas por quienes tienen la intención de capturar los fondos ahorrados por los chilenos, no para rentabilizarlos, sino para gastarlos consiguiendo adeptos y engrosar su satrapía fiscal, y utilizar en ello a los tontos útiles que repiten eslóganes fáciles y espurios.
Luego de más de 45 días de protestas que devinieron en saqueo y vandalismo, la gran mayoría de los políticos chilenos nos dicen que la solución al problema es una nueva constitución y gastar el dinero que el Estado no posee, pero que puede conseguir endeudándose, para aplacar la furia destructiva de anarquistas y traficantes extasiados con la destrucción. Es decir, los políticos que manejan el Estado y cuyo presupuesto alcanza la astronómica cifra de US$75.000 millones anuales ahora nos quieren convencer de que aumentando aún más dicha cifra van a solucionar el problema. No lo creo. Los políticos, al menos la gran mayoría de ellos, están aprovechándose de la situación de angustia emocional generalizada de la población para ofrecer soluciones que en el pasado también ofrecieron y no solucionaron los problemas, y de paso aumentar su poder.
Me gustaría ver muchos proyectos de ley que restrinjan el poder del Estado, que racionalice el uso de sus recursos, algo que me indique que el aumento de gastos, que los contribuyentes, actuales y del futuro, deberán solventar, no se quedará enredado en la burocracia estatal. Basta ya, ¿por qué no legislamos para que el aumento del gasto público vaya a parar casi en su totalidad en beneficio de quienes más lo necesitan? Hoy la tecnología lo permite. ¿Cómo puede ser posible que el Estado gaste 280.000 pesos mensuales por habitante y eso no se traduzca en una mejoría evidente y visible del bienestar de los más necesitados?
Se ha puesto de moda hablar del saqueo, incluso algunos populistas lo han utilizado para sugerir que hemos sido víctimas no sólo de vándalos y narcotraficantes, sino que además de todo tipo de instituciones del sector privado, pero ninguno ha dicho nada sobre el saqueo a los contribuyentes por parte del mundo político que apoya las barricadas, las quemas y toda suerte de actos vandálicos. ¿Cómo se definiría la extracción involuntaria de parte del fruto de nuestro esfuerzo, a través de impuestos y contribuciones, mediante intimidaciones como las multas o remate de bienes? ¿Cómo se definiría que el que cobra, sin posibilidad de competencia, para brindarnos protección y garantizar nuestro derecho a vivir en paz, no haga un intento serio para brindar dicho servicio? Y ahora algunos tienen la intención de saquear nuestra voluntad, utilizando la protesta social como instrumento para revertir y desvirtuar nuestra voluntad democrática manifestada en las urnas.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/manuel-bengolea-el-saqueo-de-la-voluntad/
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