Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


De acuerdo a la biblia de Jerusalén, el evangelio según Mateo:7:6 dice " no deis lo santo a los perros, ni echéis nuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen"

Este pasaje bíblico de la biblia más fidedigna es quizás muy elocuente para referirse a la indolencia intelectual de la derecha chilena y de gran parte de nuestra sociedad.

Preocupados por el éxito material, fueron creando un mundo paralelo a la realidad.

Desencadenaron una corriente de ejemplos traducidos en universidades, centros de formación técnica, centros de poder investigativo sobre todo económico, donde el único fin de la vida es crear seres vacíos de humanidad pero aves rapaces para competir y ganar. Creadores de triunfadores huecos, hedonistas y pobres espiritualmente. 

De la misma manera que se domestica al águila para cazar, se ha ido formando una sociedad en los últimos 30 años indolente, fría e insolente con la vida.

Insolente y vacía de los intereses más esenciales de la naturaleza del Ser .No hay atisbo del valor del respeto, de la autoridad, del orden, de las grandes enseñanzas familiares como la amistad, el amor fraterno, la lealtad, el respeto a la vida del que está por nacer como del enfermo o viejo.

Para que hablar de los principios básicos que permiten vivir en democracia: libertad, justicia, estado de derecho y tolerancia.

Imposible conseguir interés por la historia, la filosofía el arte o la teología. Cuatro de las grandes materias de estudio que permiten que el Ser se conecte con su verdadera naturaleza espiritual inmanente y trascendente y así descubrir la belleza, el bien y la verdad.

Hoy todo es relativo, marcado por el oportunismo y el mal gusto.

Todo es superficial, no hay compromiso. No se cumplen reglas estéticas ni morales. Todo es tanto tienes tanto vales.

Con este paradigma se ha ido formando nuestra sociedad, cruzando todos los sectores políticos y sociales económicos y religiosos.

Vemos en cada acto o gesto de la acción privada o pública egoísmo e indiferencia. Pero lo que es peor, desinterés absoluto por involucrarse más allá de la catarsis whatsápica que realizan a diario para expresar su personal interés, sin leer o preocuparse siquiera de lo que centímetros más arriba está escrito.

Para que hablar del respeto por personas que valientemente dan la cara por defender ideas comunes. Simplemente se los ignora en la creencia que dichos defensores del valor superior del hombre están aquí para defenderlos sólo a ellos.

Su pensamiento engañado por el sistema los hace creer que es una obligación de otros luchar por lo que dicen o creen defender.

El país ha caído en la barbarie conceptual y valórica y el derrumbe será total.

Ningún pueblo en la historia ha sobrevivido a la incapacidad del hombre de poner atajo a su irresponsabilidad y autodestrucción. Desde los tiempos bíblicos, pueblos y ciudades, reinos e imperios cayeron básicamente por la maldad, la mentira, la ambición, la envidia y el odio del propio hombre.

Pero yo sé que esto se puede mejorar si hay voluntad de derrotar la ignorancia aterradora que nos golpea y que cruza desde los niveles más altos del poder, en todos los planos, al último e infeliz ciudadano que cree que le dicen la verdad al escuchar o ver las noticias, leer un diario o recibir una enseñanza en la escuela o la universidad.

Hemos estructurado una sociedad de papel endeble, frágil, pobre e incapaz de reaccionar que puede manipularse tantas veces como sea posible hacerle dobleces al papel, para finalmente desestimarla y botarla o hacerla esclava de un destino mediocre sin luces en el horizonte.

La forma en la que hoy conducen nuestros destinos no es otro que la cultura de la muerte donde reina lo grotesco, lo feo la mentira y el odio.

El pasaje bíblico con el que inicio esta columna tiene como finalidad invitarlos a reflexionar sobre el valor de la inteligencia y a leer al filósofo Santo Tomas de Aquino.

Jacques Maritain no dudó en llamarlo "el apóstol de los tiempos modernos "por su aprecio a la inteligencia. Una doctrina abierta, sin fronteras, que responde a los retos del pensamiento actual. Sus principios son propuestas como seguras formas directivas.

Al leerlo con detención explica Eudaldo Forment, comprenderán que el hombre se siente obligado a aquello que tiende por naturaleza: la contemplación amorosa como complacencia, posesión y diálogo.
Comprenderán el significado del Ser como principio personificador y el sentido del realismo presente que sería la síntesis de su doctrina sobre el conocimiento.

Sin duda todo lo que le falta a nuestra sociedad.

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