27 de agosto, 2019

 

Jose Antonio Kast
Presidente de Acción Republicana


 Todo aquel que intente lavarle la imagen a un terrorista como Mauricio Hernández Norambuena no sólo recibirá nuestro repudio, sino que el de millones de chilenos que están hartos de la imposición ideológica de la izquierda, en sus diferentes versiones.


El viernes pasado, el periodista Juan Cristóbal Guarello usó su tribuna en la radio para tratarme de ignorante por supuestamente no entender el concepto que el diccionario de la RAE le asigna al término «rocambolesco», a partir de una crítica política que hice a una columna-homenaje que escribió sobre Mauricio Hernández Norambuena.

Algunos se preguntarán: ¿Qué sentido tiene que José Antonio Kast critique a un periodista deportivo como Juan Cristóbal Guarello? ¿Qué aportan estas polémicas al debate público y a la construcción de un mejor país? A mi juicio, mucho.

Primero, porque hay quienes no podemos permanecer indiferentes a la impudicia de aquellos que, solo horas después de que regresó al país un asesino que se mantuvo prófugo por más de 20 años, escriben una columna sobre la faceta futbolera del terrorista, buscando alivianar su imagen o ensalzar su falso heroísmo.

Segundo, porque Guarello no es el primero ni el último de los progresistas de izquierda que, amparados en su pertenencia al mundo deportivo, cultural o artístico, se creen herederos de ciertos pedestales morales, donde creen que pueden pregonar sobre lo bien que lo hace la izquierda, criticar destempladamente a la derecha e indignarse cuando alguien los cuestiona.

Rocambole es el personaje de ficción creado por Pierre Alexis Ponson du Terrail. En principio, un ladrón de guante blanco y misterioso que, luego de su paso por la cárcel, sufre una transformación. De villano pasa a convertirse en un hombre bueno, una suerte de héroe redimido que ayuda a los desvalidos y persigue fines positivos. Eso es lo extraordinario del término rocambolesco y lo errado de su uso en la figura del “revolucionario” Hernández Norambuena no parece una casualidad, ni menos una definición de diccionario, como el pseudo-periodista nos pretende hacer pasar.

Precisamente, no son pocos en la izquierda los que idolatran a nefastos personajes como Hernández Norambuena. Para ellos, estos terroristas son verdaderos héroes sociales que, en el contexto de la guerra contra la civilidad que habría existido desde 1973, usaron todos los medios posibles para combatir, incluyendo el ajusticiamiento de sus adversarios. Para ellos, Hernández Norambuena no es un terrorista, sino un prisionero de guerra que pagó con su libertad el enorme “sacrificio” que hizo al asesinar a Jaime Guzmán.

De igual forma, cientos de terroristas hoy caminan libremente, o legislan desde el Congreso, porque la historia y la justicia, ambas digitadas por la izquierda, fue generosa con ellos y los absolvió de todos sus crímenes.

Por eso es tan importante alzar la voz en contra de estos falsos profetas. Durante mucho tiempo, Guarello, Baradit y tantos otros han usado sus tribunas para distorsionar hechos y usarlos a su conveniencia ideológica. Lo peor de todo es que generalmente permanecen incontestados, pues pocos se atreven a desafiar la popularidad transitoria o la influencia mediática que tienen.

Hasta ahora.

Hay quienes no andamos con una calculadora en la mano pensando lo que más conviene frente a una determinada situación. A nosotros nos mueven convicciones y no dudaremos, cada vez que sea necesario, en salir a denunciar a quienes buscan jugar con las mentes de los chilenos. Por lo pronto, todo aquel que intente lavarle la imagen a un terrorista como Mauricio Hernández Norambuena no sólo recibirá nuestro repudio, sino que el de millones de chilenos que están hartos de la imposición ideológica de la izquierda, en sus diferentes versiones.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-rocambole-y-los-falsos-luchadores-sociales/

 

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