¿Qué tiene que ir a hacer un senador como Alejandro Navarro, del Bíobio, a levantar un “catastro” de venezolanos en la frontera con Perú? ¿Qué función fiscalizadora puede cumplir la diputada Catalina Pérez en la ciudad de Tacna? ¿Qué fundamento tiene el INDH para usar sus vehículos y manipular el ingreso de inmigrantes en la frontera como acusan informes judiciales?
¿Qué tiene que ir a hacer un senador como Alejandro Navarro, del Bíobio, a levantar un “catastro” de venezolanos en la frontera con Perú? ¿Qué función fiscalizadora puede cumplir la diputada Catalina Pérez en la ciudad de Tacna? ¿Qué fundamento tiene el INDH para usar sus vehículos y manipular el ingreso de inmigrantes en la frontera como acusan informes judiciales?
Cada uno de estos actos abona a un concepto que estamos transmitiendo al mundo: Chile no tiene barreras. Por una parte, como ha quedado demostrado en distintos reportajes y en los análisis de Carabineros y la Policía, carecemos de barreras físicas a lo largo de gran parte de nuestras fronteras. Hay más pasos irregulares que regulares, y la capacidad que tienen nuestras Fuerzas de Orden de restringir el acceso a los inmigrantes ilegales y a los narcotraficantes es muy limitada.
Pero además, de alguna forma, la señal de los parlamentarios e instituciones que fueron a hacer esta performance comunicacional y política a la frontera genera la sensación de que Chile tampoco tendría barreras jurídicas ni administrativas para impedir el ingreso a territorio nacional. No importa la situación, el prontuario, la causa o la excusa para venir a Chile; si estás en la frontera, un parlamentario chileno te va poner en una lista y te va a asegurar el paso a Chile. Eso está muy mal.
Rechazamos la dictadura de Nicolás Maduro y apoyamos al pueblo venezolano en su justa causa de liberación. Pero no es un apoyo el que abramos nuestras fronteras de par en par y los recibamos en Chile, sin las condiciones de salud, educación, vivienda y calidad de vida en general adecuadas, ni tampoco desoyendo los legítimos cuestionamientos de los propios chilenos que se ven postergados en sus demandas e impactados por esta enorme ola migratoria.
Los actores públicos tenemos que hacer todo lo contrario: debemos presionar con más fuerza el fin de la dictadura chavista. Son millones de venezolanos exiliados de su país, que no quieren venir a Chile a vivir en la miseria, sino que quieren regresar a su tierra, a recuperar la libertad que merecen. Los chilenos tenemos una responsabilidad con Chile y con los chilenos, pero también, una responsabilidad con los hermanos de Venezuela. Dejemos de crear la ilusión de que en Chile hay un paraíso para el extranjero, pues eso solo contribuye a fortalecer al verdadero peligro humanitario de Venezuela, el dictador Maduro y sus secuaces.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-chile-sin-barreras/
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