23 marzo, 2021 

 

 

 

José Antonio Kast
Presidente Partido Republicano


A lo largo de esta pandemia, hemos aprendido que nada se soluciona con cuarentenas masivas. Al contrario, los problemas se profundizan y quienes más pagan los costos son los chilenos más vulnerables.


Con más de 7.000 casos diarios, hospitales estresados al máximo y millones de personas en cuarentena, es difícil ver la luz al final de este largo túnel que hemos vivido en los últimos doce meses. Muchos chilenos tienen miedo y están sufriendo las consecuencias de uno de los momentos más duros de lo que va en esta pandemia.

Personalmente, hace 7 días fui diagnosticado con COVID y han sido días de aislamiento extremo, síntomas con intensidad variable y mucho tiempo para reflexionar y encomendarme a Dios para recuperar mi salud. No han sido días fáciles para mí ni para mi familia, pero no se comparan con el sufrimiento y complejidades que la mayoría de los chilenos tienen que enfrentar.

Pero a diferencia de ellos, yo tengo el privilegio de vivir en una casa con todas las comodidades; de tener una situación financiera que permite sobrellevar esta cuarentena en tranquilidad; de que mis hijos puedan conectarse al colegio desde la casa; y la confianza que, en caso de agravarme, podría costearme una salud privada de calidad.

La realidad de la mayoría de los chilenos es muy distinta. Muchos, en estos doce meses, han perdido el trabajo o han visto sus sueldos reducirse. Millones de niños en edad escolar y tantos otros cursando estudios superiores han perdido tiempo de aprendizaje clave para su desarrollo por no contar con los medios o no tener acceso a una educación a distancia de calidad. Muchos chilenos han consumido todos sus ahorros y recurrido a sus fondos de pensiones para enfrentar esta grave crisis y saben que, en el caso de una enfermedad grave, no cuentan con los medios ni el acceso a una salud de calidad.

A lo largo de esta pandemia, hemos aprendido que nada se soluciona con cuarentenas masivas. Al contrario, los problemas se profundizan y quienes más pagan los costos son los chilenos más vulnerables. ¿Acaso creen que la mayoría de los chilenos puede comprar sus alimentos con una semana de anticipación? ¿O que las ferias libres de barrios periféricos tienen delivery? ¿O que el teletrabajo es una alternativa que existe para todos los chilenos?

A diferencia de otros, yo valoro la gestión del Gobierno a lo largo de toda la pandemia y creo, sinceramente, que pocos gobiernos lo podrían haber hecho mejor para enfrentar circunstancias tan inesperadas y complejas. Pero eso no quita que uno sea crítico de las malas decisiones y de la falta de aprendizaje de estas. Ha faltado mano dura para fiscalizar y hacer seguimiento a los contagiados y se ha condenado a la mayoría de la población a confinamientos que son imposibles de llevar para millones de chilenos.

Espero que las medidas anunciadas tengan una fecha límite de aplicación y que los chilenos vuelvan a recuperar sus libertades. Espero también, que el Gobierno entregue los apoyos y ayudas necesarias para sobrellevar estos confinamientos y no tengan que seguir recurriendo a sus jubilaciones o sus ahorros de cesantía para enfrentar la crisis. En tiempos de grave emergencia, el Gobierno tiene que hacer todo lo que está de su parte para ayudar a los chilenos.

A diferencia de ahora, en junio pasado, cuando vivimos el primer peak de la pandemia, los chilenos teníamos mucho temor y angustia de lo que podría venir hacia el futuro. Si bien el miedo permanece, hoy las vacunas nos dan esperanza de que finalmente, la luz al final del túnel se ve cada vez más cerca. Hagamos un último esfuerzo y cuidémonos adicionalmente, para que las semanas duras que se vienen por delante, sean las últimas que tengamos que enfrentar de esta pandemia.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-el-fin-de-la-pandemia/

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