4 DE ENERO DE 2020
La ejecución de Quassem Soleimani me llevó a una serie de reflexiones sobre la imbecilidad humana en general y la norteamericana y la chilena en particular. Los norteamericanos tenían en Irán, en los años 70, un gobernante que era su amigo fiel, el sha Mohammed Reza Pahlevi, que intentaba occidentalizar el país y consagrar un clima de libertad individual, en un contexto de democracia protegida, en la misma época en que Chile había sido salvado por la Junta --a pedido de la mayoría democrática-- de caer en un sistema totalitario, e intentaba acá lo mismo que el sha allá.
Pero en los EE. UU. gobernaba la izquierda "liberal", que era el epítome de la imbecilidad y el entreguismo en favor de la URSS, presididos por un personaje inefable llamado Jimmy Carter y liderados por el Rey de los Imbéciles, Ted Kennedy, autor de la infamante "Enmienda Kennedy". Por supuesto, más tarde fue condecorado por habernos perjudicado tanto con ella, en momentos pre-bélicos críticos, por la verdadera Reina de los ídem, Michelle Bachelet Jeria.
Los demócratas norteamericanos perseguían con saña a los gobiernos que se resistían a caer en la órbita soviética o en el extremismo shiita, sobre todo si aplicaban mano firme contra el terrorismo. Jimmy Carter hostilizó en lo que pudo, tanto al gobierno chileno como al sha del Irán. Este último resultó menos firme que Pinochet y la Junta. Acosado internamente por los ayatolas extremistas y externamente por los demócratas norteamericanos y otros regímenes imbéciles de occidente que nunca faltan, simplemente entregó el poder en medio de los hurras de un filósofo imbécíl insigne llamado Bertrand Russell. Y así los norteamericanos se ganaron al peor enemigo externo que tienen hoy: el Irán de los ayatolas. La firmeza de Pinochet les impidió ganarse otro, un segundo Castro en América Latina. Pero después hicieron lo posible, en los 80, cuando nos enviaron a "Dirty Harry" a financiar al "No".
La imbecilidad es una fuerza política poderosísima. En Chile ahora mismo la estamos viendo dominar en plenitud desde el que merece ser reconocido (y lo será, no me cabe duda, por los historiadores serios del futuro) como el "Día Nacional de la Imbecilidad", el 18 de octubre, cuando se inició la transformación de "la joya más preciada de la corona latinoamericana" (Clinton) en Chilezuela, transformación que está en curso.
Lo único que morigera mi juicio sobre la imbecilidad nacional es el recuerdo de que, un día, yo también fui imbécil. En 1974 el economista Emilio Sanfuentes, en una reunión del "Grupo Portada", me dijo que había recibido el encargo de pedirme que integrara una comisión asesora legislativa de la Armada, y yo le contesté que los crímenes cometidos por la "Caravana de la Muerte" (influido yo por un libro falso, "Los Zarpazos del Puma") en el norte me impedían formar parte de un régimen que perpetraba esas barbaridades. Es decir, la respuesta típica de un imbécil, pues recogía la versión mentirosa de la izquierda sobre la citada Caravana, sin tener idea de la verdad de los hechos, que años después me correspondió investigar a fondo, concluyendo en la completa inocencia de Pinochet y la Junta en ese caso, acreditada en mi libro de 2000 (y "best seller") "La Verdad del Juicio a Pinochet". Cuando los imbéciles de hoy hablan o escriben de "los crímenes de Pinochet" se refieren preferentemente a los del caso Caravana, en los cuales (está probado) él nada tuvo que ver.
Compatriotas, desde el 18-O ustedes están ejerciendo ampliamente su derecho a ser imbéciles, pero yo prometo suavizar mis críticas en contra de ustedes, porque los comprendo: yo también fui imbécil.
Y, en cuanto a los norteamericanos, al ejecutar al asesino de sus compatriotas Quassam Soleimini lo único que están demostrando es que están dejando de ser tan imbéciles como antes, cuando conspiraron contra su amigo el Sha o derrocaron en Vietnam a su amigo Ngo Din Diem, ganándose dos países enemigos más; y están señalando el mejor camino para defenderse del terrorismo, tal como lo hicieron cuando antes ajusticiaron a Abu Bakr al Bagdati y a Osama Bin Laden.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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