22 DE JUNIO DE 2019

 

 

Esta mañana leo, en la habitual columna de Hernán Felipe Errázuriz en "El Mercurio", que se presenta una oportunidad única de promover los intereses de Chile en el exterior, pues sólo "tal vez con motivo de la recuperación de la democracia, durante el mandato del Presidente Aylwin, (nunca) se dieron condiciones externas tan favorables para la diplomacia".


Lo notable es que Hernán Felipe sabe mejor que nadie que la democracia no la recuperó Aylwin, pues él mismo fue un destacado miembro del equipo civil del Presidente Pinochet que, justamente, luchó por restablecer en Chile un sistema democrático. Éste quedó plasmado en el articulado permanente de la Constitución de 1980, vigente desde casi diez años antes de que Aylwin asumiera. Pero Errázuriz le atribuye la recuperación de la democracia a Aylwin, que no tuvo nada que ver en ello, salvo haber impuesto en la Concertación el criterio de que debía acatarse el texto de la Carta de 1980, que establecía la democracia estable y protegida que nos rige hasta hoy.
 
Si todavía no estuviera en prensa mi próximo libro, "Miserias Morales de la Chilenidad Actual", habría incluido en él a Hernán Felipe entre las figuras que han comprado los eslóganes del centro y la izquierda, según los cuales "ellos" restablecieron la democracia. O, como la llama Lagos, especialista en apropiarse de logros ajenos (pues puso su firma en vez de la de Pinochet en la Constitución, a raíz de la reforma de 2005), "la democracia que tanto nos costó recuperar", olvidando que como integrante de la UP participó en todos los esfuerzos de ésta para destruirla, en particular aconsejando, en su libro más leído, que "todos los medios de producción deben pasar a manos del Estado".
 
En mi mencionada obra en prensa sí cité a figuras como Harald Mayne-Nicholls, otrora destacado partidario del Sí, expresando su arrepentimiento en aras de haberse convencido de que sólo el No representaba la democracia; y al Quinchero Benjamín Mackenna, otrora estandarte del Sí, repitiendo ahora y en desmedro del Gobierno Militar la consigna comunista de que "los problemas de derechos humanos son imperdonables".
 
Como a mí la vida no ha podido cambiarme y sigo manteniendo las ideas que defendí siempre, me he ido quedado cada vez más solo y más a la derecha. Ahora lo estoy incluso más que mi candidato presidencial, José Antonio Kast, cuyo Partido Republicano me ha asombrado al no incluir en su Declaración de Principios el reconocimiento al Gobierno Militar que, justamente, sacaron de las suyas respectivas RN y la UDI, en su tránsito al No siguiendo la estela de Sebastián Piñera; ni haber hecho referencia alguna en dicha Declaración al mayor atentado contra la democracia y el estado de derecho de nuestro tiempo, la prevaricación de la dictadura judicial de izquierda que se ha adueñado del Poder Judicial y llena las cárceles de Presos Políticos Militares.
 
¿Cuál es el destino de éstos a quienes "no nos cambia la vida" y seguimos profesando los mismos principios y las mismas verdades? Supongo que el de quedarnos cada vez más solos. Lo que no debería representarnos mayor problema en la medida en que la nuestra siga siendo una soledad honrosa y con la verdad de nuestra parte.
 
 
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