24 de agosto de 2024 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Ganamos la guerra contra el comunismo gracias al gobierno militar, del cual fui parte, pero, junto con el mismo, perdimos la posguerra. Ésta la ganó Allende, después de muerto por su propia mano. Hoy sus partidarios reciben chorros de dinero fiscal y dominan los medios más importantes. Lea a su principal pluma, panegirista de Allende, Carlos Peña, en El Mercurio hoy.

El que tiene un monumento en la Plaza de la Constitución, junto a La Moneda, es Allende, el perdedor de la guerra,  y no Pinochet, el victorioso. Pues éste ha sido transformado en innombrable. 

Y el comunismo está en el gobierno. Pero, además, la oposición se ha rendido a él y es, en su mayoría, antena repetidora de la versión comunista de la historia. "¡Qué duro lo de las torturas!" dicen, cuando las de Allende se denunciaban en la primera plana de El Mercurio y ni siquiera él las refutaba. 

El episodio Isabel Amor lo ha puesto en evidencia. Ha sido expulsada de su cargo, ganado en concurso público, por no condenar a su padre, sentenciado a 3 años y un día de presidio en un juicio ilegal. Y por un delito que no sólo no cometió, sino que no existió, pues nunca ha sido probado. Claro, los vencedores de la posguerra sostienen que en 1974 hubo supuestas torturas al hijo del secretario general comunista Luis Corvalán. Pero ¿por qué no las denunciaron entonces?

Ese hijo fue liberado en 1974. Podría haber ido a la comisaría de Carabineros más próxima, tras constatar lesiones. La constancia habría sido un "auto cabeza de proceso" en un juzgado del crimen y, si se hubiera acreditado torturas, los responsables habrían sido condenados y él indemnizado. Esto sucedió en otro caso en los '70, el de los "Vengadores de Mártires". Hubo detectives condenados.

Pero hemos perdido la posguerra. Los victimarios como Corvalán (cuyas armas "por si las moscas" no han sido descubiertas hasta hoy) y que, confesamente (véase entrevista de Allende a Regis Debray publicada en "Le Nouvelle Observateur" de 27.09.73) estaba preparando el golpe final para quedarse en el poder, como Castro. Pero se han transformado en "víctimas." Sus herederos, inducidos por abogados, cobran sumas millonarias cuotidianamente.

Y de agresores se transformaron en "agredidos". Y de totalitarios que iban a dar el golpe e imponer "una tiranía comunista" (Aylwin '73) se transformaron en "demócratas" (Aylwin '91, "Conversaciones Entre Demócratas"). 

Los militares a quienes él instigó el '73 han sido transformados en "agresores" y han caído y siguen cayendo presos, como el inocente doctor Manuel Amor Lillo. Condenado por un delito inexistente, "no haber podido menos que saber" de torturas que ellos han denunciado ex post.

"Vae victis" (¡Ay de los vencidos!) decían los romanos. "¡Ay de los vencedores!" decimos los chilenos hoy. Pues están en Punta Peuco, Colina II y otros penales, tras haber perdido la posguerra. Y los denunciantes de todo eso confinados a este blog. ¿Alguien ha visto en otro medio lo que aquí se ha expuesto? Yo no.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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