14 de agosto de 2024
Hermógenes Pérez de Arce
Carlos Peña, el gurú de las élites chilenas (hay varias: social, intelectual, económica, televisiva, de la prensa) "se ha pasado de rosca", o "varios pueblos", como se prefiera.
En efecto, desde su alta tribuna le ha vuelto el pulgar hacia abajo a la obra filosófica de Juan de Dios Vial Larraín, ex rector delegado de la Universidad de Chile. Ésta fue uno de los monstruos estatales que abusan económicamente de los chilenos y a los cuales ni siquiera los Chicago Boys pudieron meterles mano a fondo, como habría sido lo deseable. Otros megamonstruos que permanecieron casi indemnes fueron el Banco del Estado, Codelco, Enami, Enap y el Ministerio de Educación. (Enumeración no taxativa.)
Peña ahora sostiene que no es admisible que la Universidad de Chile patrocine un homenaje al legado filosófico de Juan de Dios Vial, por haber sido designado rector bajo "una dictadura que violó de manera flagrante los derechos humanos".
Lo fantástico es que Peña escribe todo eso (y mucho más) en un diario que fue partidario como el que más del régimen al cual achaca esas violaciones. Y el diario lo acoge a él, pese a haber sido Peña ardiente partidario y defensor de Salvador Allende, un dictador que violó sistemáticamente los derechos humanos. Tanto que las torturas que su régimen, a través de su Policía de Investigaciones, infligía a civiles pacíficos como el juvenil abogado Juan Luis Ossa, en el sillón electrificado de su cuartel de Rancagua, se publicaban en el mismo diario El Mercurio en febrero de 1972, sin que el dictador Allende se dignara siquiera desmentirlas ni menos, por supuesto, destituir al torturador comunista Carlos Toro, subdirector de Investigaciones, que interrogó personalmente a Ossa.
Además, en su histórica sesión del 22 de agosto de 1973 la Cámara de Diputados declaró, por 81 votos contra 47, que Allende había violado sistemáticamente la Constitución, las leyes y los derechos humanos. Eso forma parte de la verdad histórica documentada. Y el hoy rector-columnista Peña se mantiene como fiel partidario de ese régimen y a él nadie lo censura por eso. Claro, hoy él se declara "liberal" y a los partidarios del régimen que restableció la libertad en Chile los tacha de "iliberales".
Al contrario de censurar a este fiel seguidor de la dictadura comunista, las élites ¡lo siguen! Tanto que cuando, por sí y ante sí, en sus escritos en El Mercurio, discurrió que se podía hacer un segundo proceso para un nueva Constitución sin respetar la actual ni consultar al pueblo, las élites y el diario lo siguieron en su disparatada tentativa.
Pero el rector-columnista se arrepintió de ella y en memorable columna del 20 de octubre de 2023 convocó a los consejeros constitucionales a poner término inmediato al intento que él mismo había patrocinado. Procuró "remediar el mal causado". Fue toda una epifanía. Él mismo motejó de "trampantojo" (apócope de "trampa ante los ojos", según la Real Academia) al texto resultante del proceso inconstitucional.
Lamentablemente su arrepentimiento y epifanía fueron transitorios. Su lealtad a la izquierda dictatorial es más fuerte. Su defensa de "La Dictadura Comunista de Salvador Allende", documentada en el libro de ese nombre de Nicolás Márquez, permanece incólume. Y por eso respalda la censura a la obra de Juan de Dios Vial, pero no se la aplica a la suya propia ni a sí mismo, escribiendo sin escrúpulo alguno en el diario que fue el principal sustento periodístico del régimen militar. Ni siquiera recuerda que Allende arruinó a Chile y preparó una guerra civil, cuyo costo su correligionario comandante Pepe cifraba en "un millón de muertos, pues si no la revolución no resultará". (Entrevistado en el libro "Allende Thank You" de Nena Ossa).
¿Cómo puede un país vivir en medio de tanta inconsecuencia? Pues, así como lo hace éste, tropezando dos veces con la misma piedra izquierdista, eligiendo a Boric y con cada vez más gente pidiendo la vuelta al poder de la personalidad roja número uno de Chile, Michelle Bachelet.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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