martes, 20 de noviembre de 2018

 

 

   A muchos nos llegan videos de la Araucanía y de otros lugares en que sujetos descontrolados insultan en su cara a carabineros, con los peores epítetos. En uno de ellos se afirma que el ofensor es el propio Catrillanca, pero sólo se le ve la espalda. Los policías así agredidos no pueden hacer nada, sino soportarlo. Si respondieran de vuelta  o detuvieran a sus injuriadores correrían el riesgo de ser dados de baja por la débil autoridad civil que otros (no yo) eligieron el año pasado. 

    Tamaña insolencia sería inconcebible en un país civilizado. En el propio Chile es, legalmente, un delito el maltrato de palabra a un carabinero, pero hoy en el país en general y en la Araucanía en particular, que es donde más se comete, permanece impune.

       Los chilenos recordamos cuando algunos jugadores de fútbol nuestros, díscolos y mal acostumbrados acá, desobedecieron a la policía de Canadá, hace algunos años, y fueron inmediatamente detenidos tras ser sometidos mediante severos disuasivos eléctricos. En el mundo civilizado es inconcebible insultar impunemente a un policía, pero acá es habitual y no se castiga.

     El 19 de julio pasado “El Mercurio” informó que los carabineros todavía no pueden ingresar a una parte del territorio de la Araucanía, a notificar a 31 individuos que en septiembre de 2015 ocuparon violentamente un recinto de la CONADI. “Carabineros no ha logrado cumplir con el trámite debido a que los comuneros se comportan en forma violenta”, dice el diario. ¡Un territorio nacional perdido para la soberanía chilena! “Pedacitos más, pedacitos menos”, como decía don Patricio Aylwin respecto de Laguna del Desierto, cuando la perdió sin ejercer todos los recursos para mantenerla en manos de Chile.

      El mismo Aylwin fue el creador de la CONADI y el gran culpable de la pérdida de territorio en la Araucanía, región que heredó formando parte del solar patrio y en perfecta paz del Presidente Augusto Pinochet, viviendo en plena vigencia de toda la autoridad de la ley. Ese Presidente era respetado y querido por la etnia mapuche, la cual votó mayoritariamente por él para que continuara en la Presidencia. Después de él, los incentivos perversos creados por la Ley Aylwin transformaron ese territorio en Tierra de Nadie, como lo es hoy.

   Otro sucesor de Aylwin y también Presidente del "No", el actual, Sebastián Piñera, se declara admirador de aquél e imita sus políticas transigentes ante el delito y caracterizadas por la debilidad para hacer cumplir la ley. En los comienzos de su primer mandato, ante una huelga de hambre de presos terroristas, para ponerle término transigió y derogó el carácter terrorista del delito de incendio por el que estaban presos. Resultado: proliferaron los incendios, entre ellos el que inmoló al matrimonio Luchsinger MacKay, registrado al final de su mandato.

       Los vacíos de autoridad, como el que hay en Chile, habitualmente son llenados por quienes se muestran capaces de ejercerla. Más temprano que tarde el pueblo chileno se va a convencer de que no se puede seguir pisoteando la ley, aceptando las injurias de los delincuentes y perdiendo “pedacitos más, pedacitos menos” de la soberanía nacional en territorios a los cuales la policía ni siquiera puede entrar.

    Sólo entonces se va a terminar el espectáculo indignante de carabineros sometidos a los peores insultos, sin permiso para reaccionar contra ese delito con los medios que la ley les ha entregado y sin que puedan ingresar a zonas del territorio en cumplimiento de su misión legal “por la razón o la fuerza”, como reza el sabio lema del escudo patrio que hoy parece olvidado.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

 

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