6 DE MAYO DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Los de la derecha dura pinochetista y partidaria del Rechazo, a la que pertenezco, estamos bien, porque la opinión pública, según todas las encuestas, está por mantener la Constitución de 1980, lo que representa un triunfo para nosotros.

Pero el entreguismo, que es un mal endémico en la derecha, está desorientado y discurre las más variadas fórmulas para complacer a la izquierda, inminentemente derrotada, a la cual pese a ello teme y rinde culto. Pues ésta no se resigna a su derrota. Así, muertos de miedo, los entreguistas discurren mil y una fórmulas para complacer al adversario: una "tercera vía" en el plebiscito, abrir una opción al proyecto de Bachelet, crear una instancia obligatoria de nueva Constitución, redactada esta vez por una "comisión de hombres buenos" o estipular que el Congreso reciba un mandato plebiscitario de forjar una nueva Carta. 

No se resignan a continuar tranquilos, por voluntad electoral, bajo la Constitución más exitosa y más popularmente ratificada de nuestra vida independiente (90,25% obtuvo en el plebiscito ratificatorio de 1989). Y además consolidada en la práctica, pues nos ha dado reales libertad y democracia y brindado los mejores años de la historia de Chile en términos de progreso material y paz social (hasta la insurrección de 2019). Según el escalafón de The Economist, éramos "democracia plena". Obviamente, después del 18 de octubre de ese año nos degradaron a "democracia defectuosa".

No sé dónde nos situará ahora ese escalafón, dada la revolución violenta que se ha agudizado en el país, la cual Boric, en un twit de anteayer, declaró encabezar, invitando a los inmigrantes a sumarse al alzamiento. Pero él mismo bajó abruptamente ese twit a media mañana, lo que algunos atribuyen a que se tomó la primera pastilla de las que le tienen prescrita para tratar su condición.

En general, en la derecha dura y no entreguista siempre nos ha ido bien, pese a lo cual el grueso del "sector" no nos sigue. Recuerdo, bajo el gobierno militar, cuando el general Leigh, ni más ni menos, se entregó al otro bando y declaró en 1977 que la Junta debía irse cuanto antes. Eso sirvió para generar una consulta popular en que el gobierno recibió el apoyo del 77,47% y el que debió irse cuanto antes fue el entreguista.

Después, en 1982 y bajo "la crisis de la deuda" y la insurrección comunista del FPMR, iban a almorzar a El Mercurio ex parlamentarios entreguistas del Partido Nacional, a decirnos que debíamos preparar una "cancha de aterrizaje" para el caso de que cayera el gobierno militar, porque en ese caso nos iban a "colgar de los faroles". Esta expresión de pánico era muy usada por el entreguismo de entonces.

Más adelante, cuando el FPMR comunista desató el grueso de su violencia armada, perpetró más de 27 estallidos insurreccionales (que Pinochet sofocaba en un día o dos) y oscurecía al país con sus bombas a torres de alta tensión, los entreguistas entraron en aún mayor pánico y se organizaron, reclutando al Cardenal Fresno y prepararando un "Acuerdo Nacional" para la salida de los militares antes de tiempo. "Supongo que estarás con el Acuerdo", me decía una distinguida periodista de derecha que no me conocía bien. Pero Pinochet sólo recibió al Cardenal tres años después, en 1985, y cuando éste quiso pasarle el texto, aquel se lo volvió a introducir, con una sonrisa, en la bocamanga de su sotana, junto con darle un regalo navideño. Y del Acuerdo Nacional nunca más se supo.

Después los opositores, unidos en la Concertación y ensoberbecidos, dijeron que no aceptaban la Constitución de 1980, pero el gobierno simplemente abrió los registros electorales para el plebiscito presidencial y las elecciones consiguientes y la gente fue masivamente a inscribirse. Entonces la Concertación humildemente negoció, aceptó la Constitución y también mandó a su gente a inscribirse.

Y después no sólo se resignaron a la Carta Fundamental, sino al modelo de economía libre que había hecho famoso en el mundo al "milagro chileno". Eran los tiempos en que Joaquín Lavín, todavía en la derecha, escribía "Adiós, América Latina" y la UDI superaba electoralmente en los 90 a la RN entreguista de Piñera y Allamand.

Hoy ni siquiera un triunfo del Apruebo nos arredraría a los duros de derecha, porque sabemos que "más temprano que tarde", como decía Allende, el propio pueblo se va a poner duro y va llamar, mil días después o incluso antes si hay peligro de hambre ("queda harina para pocos días más"  decía el mismo Allende en El Mercurio del 07.09.73) a que Alguien ponga orden, como en 1973. Y Alguien lo oirá.

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