24 DE ABRIL DE 2022
Hermógenes Pérez de Arce
La mayoría eligió a un candidato joven, pero extremista, inexperto e ignorante. Ganó con los votos, especialmente, de mujeres y jóvenes que no vivieron la UP. Dice estar a la izquierda de los comunistas y los llevó al gobierno, igual que Allende. Y está reeditando la UP, tanto que el primer día prometió repartir la riqueza ajena, principal propósito de aquélla.
Antes las mujeres nos salvaban del comunismo, ahora lo llevan al poder. El 70 % de las menores de 30 años votó por Boric.
Antes solía haber una clase dirigente con personalidad. Ahora no. Está entregada. A los torneos empresariales sólo invita a expositores de izquierda, como Cristián Warnken, Pepe Auth, Eugenio Tironi. No quiere oír hablar siquiera de Pinochet. Su candidato presidencial favorito, por años, fue un detractor de éste, Sebastián Piñera. En la campaña de 2017, donde logró encaramarse también un candidato de derecha, José Antonio Kast, el empresariado hasta dudó de convidarlo a su principal cónclave. Pero al fin lo invitaron y sacó el mayor aplauso de la concurrencia, más derechista que sus dirigentes. ¿Y qué les dijo Kast en 2017? "Si ustedes siguen haciendo las mismas cosas, éste es el gobierno que van a tener en 2022", mientras proyectaba una diapositiva de Boric y Jackson.
Dicho y hecho. Hasta la juventud de clase alta ha sido capturada por la izquierda. Los "niñitos bien" del Verbo Divino, de Avenida Presidente Errázuriz, hicieron su propio "estallido social" de "descontento", como el del 18 de octubre de 2019, provocando daños en el colegio y sus alrededores. La juventud se fue a la izquierda. Si en Chile hubieran votado sólo los mayores de 40, hoy gobernaría Kast y habría menos inflación, más inversión y dólar a $650.
Pero la gente "políticamente correcta" de derecha tiene pánico de que la identifiquen con Pinochet, porque éste fue demonizado por el comunismo, y aquélla "compra" las consignas comunistas. El otro día el columnista de centroderecha de "El Mercurio" y director del CEP, Leónidas Montes, escribía que Pinochet debía "quedar para la historia --mala historia--", decía textualmente. "Mala historia": un país pacífico y libre, sin terrorismo y con democracia, como el que había en 1990, y a la cabeza de América Latina en crecimiento de "la torta".
No obstante todos, salvo uno, de los 43 senadores, de izquierda a derecha, incluyendo expinochetistas, fueron votantes del Apruebo, es decir, culpables directos del desastre actual. El único que votó Rechazo en 2020 fue un almirante (r), Kenneth Pugh, que nuevamente está llamando al Rechazo en el plebiscito de salida. Ojalá esta vez algunos otros lo acompañen.
En la Convención Constitucional derivada de ese Apruebo se han rechazado ya, de plano, los siguientes contenidos en favor de nuestra patria y su libertad: (1) El castellano como lengua oficial de Chile, (2) La familia como base de la sociedad, (3) La no expropiabilidad de los fondos de pensiones, (4) El deber del Estado de garantizar la seguridad de personas y familias, (4) La obligación del Estado de no discriminar racialmente, (5) La posibilidad de que el Estado entregue "vouchers" o "vales" de gasto social a las familias pobres para que ellas elijan salud y educación, (6) La prohibición de los impuestos al patrimonio, (7) La declaración del terrorismo como contrario a los dd. hh., (8) La obligación del Estado de deportar a los inmigrantes ilegales, (9) El derecho preferente de los padres a educar a sus hijos, (10) La declaración expresa de que los trabajadores son dueños de su ahorro previsional. Todo lo conducente a la libertad de elegir, la familia, la propiedad privada y el orden público, rechazado.
Y la opinión pública es manejada por la extrema izquierda, qué duda cabe. En la encuesta CEP de fines de 2017 la preocupación por una nueva Constitución ni siquiera figuraba entre los primeros diez asuntos de interés para los encuestados. Sólo el dominio izquierdista de los medios logró posicionar ese tema, del cual espontánemante la gente no se preoupaba, porque no era ni es un problema real. Pero el periodismo de extrema izquierda masificó el mensaje falso de que si una Constitución garantizaba "derechos sociales", como salud, educación, vivienda y altos ingresos, éstos beneficios iban a caer del cielo. Y el 78 % de los votantes les creyó y votó Apruebo. Pobre gente, cree que porque lo dice una Constitución se lo van a dar. Pero no será así, sino peor que antes, y para todos.
Lo que va a hacer la nueva Constitución a la gente será quitarle cosas: ya no contemplará los poderes públicos Ejecutivo, Legislativo y Judicial que tenemos hoy. Nadie sabe todavía qué terminará disponiendo al respecto, pero serán otras cosas. Claro, los que algo entienden saben que al fin de cuentas mandará una asamblea obediente a la izquierda. Así ha sido en la URSS, demás países detrás de la Cortina de Hierro, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Para allá vamos.
Antes de eso Chile ya ha perdido en parte la democracia. En el ranking de The Economist fuimos "democracia plena" hasta 2019; después, "democracia defectuosa". Hoy, parlamentarismo de facto. Y si triunfa el Apruebo el 4 de septiembre, democracia fallida.
Si la publicidad que está preparando el oficialismo en favor del Apruebo le resulta exitosa, se va a instalar un país "plurinacional", es decir, no "chileno" (aunque nadie ha podido definir lo que es "plurinacional"), dividido en trece territorios pertenecientes, doce de ellos, a etnias indígenas, y un décimotercero en el cual nos deberemos apretujar los que, por no ser originarios, resultamos indignos de la plena democracia y la amplia libertad que teníamos.
Réquiem para "la joya más valiosa de la corona latinoamericana", como nos describía Bill Clinton, antes de visitarnos en 1998 y dejar por todo legado "la picá de Clinton" en San Antonio al llegar a Agustinas, donde se tomó, para perpetua memoria, medio vaso de Coca o de Pepsi, no estoy seguro.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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