27 DE OCTUBRE DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Estoy afectado por algo que me acaba de suceder: una editorial norteamericana va a editar mi libro "Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990" y me envió la versión final en inglés para que la revisara, obligándome a leerla en cuatro días, es decir, 185 páginas diarias. Y ese ejercicio me ha dejado descompuesto. ¿Cómo pudo el gobierno militar resistir todo lo que enfrentó? ¿Cómo pudo Pinochet sobreponerse? Piénsese que hoy tenemos a un gobierno en el suelo por un solo conato revolucionario del 18 de octubre de 2019 y Pinochet tuvo que enfrentar veinte, sólo entre 1983 y 1987. Y no sólo no quedó en el suelo, sino que las veinte veces derrotó a la subversión. Y en un solo día en cada ocasión. Y al final el país quedó pacificado. Y con una Araucanía feliz.

Piñera hoy no tiene que enfrentar, como debió hacerlo Pinochet, la hostilidad mancomunada de los Estados Unidos, Europa Occidental y la órbita soviética, todo al mismo tiempo. Paradójicamente, Reagan le envió una carta de felicitación en 1986 por haber librado a Chile del comunismo, y al mismo tiempo, como embajador, a Harry Barnes con la misión de hacer lo posible para ayudar a sus opositores a derrocarlo. Era tal el entreguismo mundial a la izquierda en esa materia que la embajada norteamericana corrió hasta con los gastos de alhajamiento de un departamento en Avenida El Bosque destinado a Hortensia Bussi de Allende, a quien trajeron para fortalecer el frente opositor. Por supuesto, peor era lo que le habían hecho a la Junta en los '70 los gobiernos demócratas: enmienda Kennedy, presiones crediticias, sanciones económicas y condena --que se mantuvo hasta los '80-- en la Comisión de DD. HH. de la ONU. Hasta el enviado de la ONU para velar por los DD. HH., el costarricense Fernando Volio, declaraba que la condena a Chile era injusta. 

Y ni qué hablar de la prensa occidental, tal vez con la única excepción del Wall Street Journal, dedicada a desprestigiar al gobierno chileno. Cuando vino el Papa en 1987 el arzobispo Cox, encargado de la visita, descubrió que los periodistas italianos pagaron mil dólares en el canal 13 para obtener la grabación de desórdenes durante la UP, que enviaron a su país como sucedidos acá en la gira del pontífice.

Y duele la defección interna de los que habían sido partidarios de la Junta, como los promotores del "Acuerdo Nacional", encabezado por el ingenuo Cardenal Fresno, para pedir a Pinochet que se fuera en 1985. Participaban en el grupo su ex ministro de Economía, Fernando Léniz y líderes jóvenes de derecha, como Andrés Allamand. Es decir, el gobierno atacado por la subversión comunista debía, además, enfrentar a expartidarios a quienes el miedo a esa violencia había hecho cambiar de bando. 

Si el FPMR comunista y el MIR socialista cometían 170 atentados al año en 1983, los aumentaron a 1.750 en 1984 y a 1.600 en 1985. Era una guerrilla revolucionaria significativa. ¿Por qué no prevaleció? Porque, además de haber un gobierno firme, era impopular. Hasta 1987 prevalecía el "Sí" a Pinochet, según la encuesta Gallup. El terrorismo preocupaba mucho más a la gente que los atropellos a los DD. HH. Después, las cuantiosas donaciones del Endowment for Democracy norteamericano y los donativos europeo-occidentales a medios opositores favorecieron al "No", que así triunfó 56 vs. 44%  en el plebiscito.

La relectura de mi propio texto me permitió recordar que la Constitución de 1980, consagratoria de la mayor libertad de que hemos disfrutado los chilenos en nuestra historia, fue ratificada en el plebiscito de 1989, convocado de común acuerdo por el régimen y la Concertación, con el 91 % de los votos. La abstención fue de sólo 6,5 %. ¿Cómo puede alguien, tras tan mayoritaria ratificación, objetar la ilegitimidad de ese texto? ¿Cómo pudo alguien racional y culto haber votado "Apruebo" el año pasado? Pero la mayoría de los chilenos lo hizo, dejando a punto de derogar la Constitución de la libertad. Y eso está en la médula de la crisis que vivimos hoy.

Un ayuda-memoria: la mayoría de los chilenos o los representantes de la misma votaron por Allende en 1970. Y la mayoría de los chilenos a través de sus representantes en la Cámara, mil días después, votaron por convocar a los militares para deponer a Allende. La mayoría del 91 % de los chilenos ratificó la Constitución que nos ha dado libertad y los mejores años de la historia de Chile, pero después la mayoría de los chilenos votó el año pasado por reemplazarla por otra. ¿Hay descontento con la libertad tantos años disfrutada? ¿Se volverá atrás? Si ello ocurre, yo apuesto a que, tras otros mil días sin libertad, otra mayoría va a volver a clamar por restablecerla, tras soportar por algún tiempo las previsibles consecuencias de la falta de ella, universalmente conocidas.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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