2 DE JULIO DE 2021
Hermógenes Pérez de Arce
Los países que no aprenden de su historia están condenados a repetirla. Hoy estamos repitiendo la UP. Estamos en otro 1971, con una mayoría feliz con el régimen marxista. El actual de 2021 no es, en rigor, marxista, pero hace lo que dicen los marxistas: derogar de facto la Constitución, dejar que se destruya una base de la economía libre, el sistema de AFP; gastar desde el gobierno más de lo que se tiene. Todas recetas marxistas.
Si Allende hubiera hecho un plebiscito para fundar una Asamblea Constituyente a su gusto en 1971 habría vencido en él, pues a mediados de ese año la Unidad Popular obtuvo más del 50 % de los votos en las elecciones municipales. Si Allende lo hubiera hecho, seríamos hoy igual que Cuba, millones de chilenos se habrían marchado y “las tres comunas donde triunfó el Rechazo” habrían constituido en algún país civilizado, posiblemente Estados Unidos, una colonia chilena próspera y derechista, como la actual cubana de Miami o como las venezolanas que se están constituyendo, entre otros países, en Chile.
Pero Allende no dio ese paso. Chile no fue marxista. “Chile es y será/un país en libertad”, coreábamos entonces, al son de “Libre” de Nino Bravo.
Paradójicamente, 48 años después, en 2019, Piñera sí dio ese paso que Allende no dio, satisfaciendo así en todo a la izquierda. Hizo lo que quería y necesitaba el marxismo. En la secuela de eso estamos hoy. Se da el cuadro revolucionario clásico. La Revolución Francesa lo dio y formó una Asamblea Constituyente similar a la que se establecerá acá el domingo. Allá condujo al Terror. Acá tendremos nuestro propio Terror, espero sin guillotina, eso sí. Pero es un paso clásico previo a la dictadura totalitaria. En Rusia los bolcheviques también lo dieron, aunque eran minoría, como acá, y fundaron su Asamblea Constituyente, basados en la cual se quedaron 70 años en el poder. En Cuba y en Venezuela también lo dieron y, tras establecer sus respectivas Asambleas Constituyentes, se quedaron para siempre, por lo menos hasta ahora.
Acá Allende no dio ese paso en 1971 y al cabo de dos años la mayoría se había vuelto en contra del socialismo, porque es un sistema que no funciona. Los representantes populares de la mayoría (que no habían sido suprimidos por una asamblea constituyente) pidieron expresamente a los militares poner término a la caótica situación provocada por el socialismo. Los interpelados y sus civiles adeptos reconstruyeron el país, lo reconvirtieron al capitalismo y devolvieron a la ciudadanía “la joya más valiosa de la corona latinoamericana” (Clinton en carta a Frei Ruiz Tagle en los ‘90).
Pero después de 1990 todos sabemos lo que pasó: se reescribió la historia, fueron lavados los cerebros, la izquierda invadió el Poder Judicial, exmilitares fueron condenados y presos, el régimen que salvó a Chile fue injuriado y desprestigiado y los uniformados activos cayeron en pánico, pidiendo perdón y aceptando las acusaciones marxistas.
En fin, todo eso condujo a que ahora “estemos de nuevo en 1971”, pero esta vez la izquierda extrema consigue su propósito: tiene su Asamblea Constituyente y aspira al poder total. Todo gracias a “las movilizaciones”, como reconoce en “El Mercurio” de hoy Fuad Chahín, máximo exponente kerensky. O sea, gracias a las movilizaciones que generaron la violencia revolucionaria que a su turno provocó el pánico de Piñera.
La mayoría del país, como no aprende de su historia, cree que hay salida. Pero ya no la hay. El socialismo llegó para quedarse. Pero es un sistema que no funciona. La mayoría millenial, por supuesto, se va a desilusionar y al cabo de unos años va a pedir a gritos lo mismo que otra mayoría pedía en 1973. Pero nadie puede asegurar que, tras la clásica Asamblea Constituyente de los totalitarios, habrá un régimen respetuoso de la mayoría.
En lo económico, ya mataron a la “gallina de los huevos de oro”, si bien quedan todavía algunas unidades para sobrevivir un tiempo. Por ahora “estamos pegándonos el balazo en el pie” y eso puede durar años.
Cuando la mayoría vuelva a reaccionar ¿habrá de nuevo elecciones en las que podamos creer? Si esta Asamblea Constituyente chilena resulta ser como las demás de su género, se preocupará de que no.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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