21 DE JUNIO DE 2021
Hermógenes Pérez de Arce
El gobierno militar fue un régimen de derecha exitoso que, ciñéndose al itinerario de la Junta, devolvió a los civiles en 1990 un país próspero, pacificado y con una democracia protegida, que es como debe ser en un mundo contemporáneo donde existe un comunismo universal y poderoso presto a destruirla.
Afortunadamente, la Revolución Militar Chilena 1973-1990 mostró y probó que la economía libre basada en la propiedad, fundamento de todas las demás libertades, podía reemplazar ventajosamente al Estado Benefactor y al comunismo. Todos los países, partiendo por los EE. UU. y el Reino Unido, imitaron el modelo chileno (Niall Ferguson). Y también, gracias al tema de los DD. HH con que la URSS quiso aislar a Chile, después los socialismos reales tuvieron que aceptar elecciones y así prácticamente desaparecieron de la faz de la Tierra, restando todavía sólo unos lunares comunistas que pueden contarse con los dedos de una mano.
Por tanto, la receta obvia para Chile era continuar con un gobierno de derecha y esto lo personificó la UDI en un comienzo y tuvo tanto éxito electoral que llegó a ser el mayor partido en los 90. Las encuestas anunciaban que el 2000 ganaría el gobierno con Lavín, hasta que éste ¡gran sorpresa! se pasó al otro bando lo mismo que la dupla conductora de RN, Allamand-Piñera y ahí se fue al diablo.
Es verdad que Renovación Nacional siempre (incluso en los ‘80) estaba tendiendo a pasarse al otro bando y por eso no tuvo éxito electoral, tanto que sucesivas derrotas convencieron a su mayor exponente, Andrés Allamand (Piñera había quedado marginado en los ’90 porque “lo habían pillado” en el caso Kioto), decidió marcharse a una “Travesía del Desierto”. Así la llamó él mismo y escribió un libro con ese título. Ahora la situación se repite con Mario Desbordes, a cuyos pujos por pasarse al enemigo se opuso una corriente interna encabezada por el incansable senador Francisco Chahuán y lo ha derrotado. Ahora Desbordes debe escribir su “Travesía del Desierto II” y marcharse por un tiempo de la política, tal vez para reunirse frecuentemente con su amigo Sebastián Piñera a tratar de saber qué les pasó y por qué “no lo vieron venir”.
Lamentablemente la UDI, tras el asesinato de Jaime Guzmán, no se dio cuenta de que su éxito se debía a ser continuadora del gobierno militar y cayó bajo el embrujo mortal de Piñera, sufriendo los mismos pujos de RN por irse al otro lado. Lo peor, temerosa de las funas y los insultos comunistas, imitó a RN y suprimió de su Declaración de Principios el reconocimiento de puño y letra al régimen de Pinochet que había escrito Guzmán, cuyo vacío nunca se pudo llenar. La defección de la UDI y su entrega a Piñera dieron lugar al nacimiento del Partido Republicano, pero la reticencia de éste a reconocer en su Declaración de Principios el legado del gobierno militar ha hecho que otros queramos fundar un partido más a la derecha y definido, que sí reconozca ese legado. Se llama Fuerza Nacional, pero no ha logrado las firmas necesarias para constituirse.
Esto último a mí no me importa, porque lo que me constituye en un ejemplar único, minoritario, si es que no solitario, en la fauna política chilena, es que me guío siempre y exclusivamente por lo que creo y no por lo que la mayoría opina. Pero es increíble que Fuerza Nacional no logre las firmas y el “Doctor File”, Cristián Contreras, que declara no ser de izquierda ni de derecha, haya juntado 20 mil y formado en nueve regiones su partido “Centro Unido” (“El Mercurio”, 19.06.21, C-4). Para mí es insólito que los sucesores y supuestos herederos del mejor gobierno del siglo XX y posiblemente de toda nuestra historia independiente no podamos juntar las firmas para constituirnos en tres regiones contiguas u ocho no contiguas. Adicionalmente, el “Doctor File” será candidato presidencial de “Centro Unido” y, como no cumple con el requisito de estar constituido en todo el país, necesario para llevar candidato presidencial, anuncia que reunirá las 15 mil firmas requeridas para presentarse en la primera vuelta. Pero ése es otro tema.
¿Por qué Desbordes se deberá ir ahora a su “Travesía del Desierto”? Porque creyó una tontería muy antigua de la política chilena: que los votos están a la izquierda. Eso hizo que la DC se fuera hacia allá y siempre perdiera, como le sucedió en 1970, cuando salió última en la presidencial. Y le ha venido pasando después de 1990, en que ha perdido más de un millón de votos y hoy es sólo un chiste, que se va a alinear tras Yasna Provoste, la cual presentó junto al chavista Alejandro Navarro un proyecto para estatizar los fondos de pensiones que está en el Congreso, lo cual la sitúa a la izquierda del propio candidato comunista Jadue.
A todo esto, lo peor es que RN cree que ha crecido como partido gracias a su sesgo a la izquierda, pero eso no es así: ha crecido gracias a que la DC se ha ido tan a la izquierda que ha perdido gran parte de su electorado moderado y éste se ha marchado a RN. Por eso la que era principal carta electoral de la DC, Soledad Alvear, hoy es una política jubilada tras su derrota en la senatorial de 2013, donde la superó el socialista Carlos Montes (que, por una ironía del destino, es “un hijo del sistema binominal“, pues obtuvo menos votos que el candidato UDI Laurence Golborne, pero la lista de éste no pudo doblar a la adversaria y por eso salió Montes).
Como en el caso de Chile mismo y de la DC, RN y su jefe Desbordes no han aprendido nada de la historia. Por eso este último debe repetir ahora su propia “travesía del desierto”. Ojalá aprenda algo.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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