26 DE MAYO DE 2021
Hermógenes Pérez de Arce
Me di cuenta de que algo andaba mal conmigo cuando no tenía idea de quién era Martín Stingo, primera mayoría en la elección de convencionales. Sólo supe de su existencia cuando me llegó por whatsapp la grabación de un panel de TVN donde él decía que, en la Convención Constitucional, el único acuerdo que cabía era aceptar su propuesta de estatizar los derechos de agua y suprimir la salud y la educación privadas, para entregarlo todo al monopolio estatal.
Yo sostengo y siempre he sostenido precisamente lo opuesto, es decir, que el agua debe seguir siendo de sus dueños legales y que, en lugar de más salud y educación estatales, los recursos que obtiene el Estado de los impuestos deben entregarse a las familias pobres, mediante voucheres que las habiliten para tener un buen plan en una Isapre y llevar a sus hijos al colegio particular pagado que elijan. Pues el llamado gasto social del presupuesto sobra para eso y, más aún, hasta para llevar el ingreso de los dos deciles más pobres a un nivel alto, como lo demostró un señero artículo de Rolf Lüders en “La Tercera” del 01.11.19.
La verdad es que nunca he visto un matinal y la única vez que fui a uno se debió a una joven productora de “Bienvenidos”, de Canal 13, que me convidó sin saber quién era yo y sólo porque un video mío, preguntándole a Piñera qué se siente tras años de rendir pleitesía al comunismo, era en esos días “trending topic”. Me encontré en el estudio rodeado de izquierdistas vociferantes y centroderechistas atemorizados y, tras un par de mis intervenciones, la conductora me pidió abandonar el recinto, en razón de mis opiniones como derechista a secas y admirador de Pinochet.
Es indudable que hay dos Chiles: uno mayoritario, de cerca del 80 % (coincidente con el porcentaje que, según las encuestas, no entiende lo que lee), que a la vez cree de buena fe lo que transmiten los matinales; y otro minoritario de personas que entienden lo que leen y, por eso, compran diarios y hasta libros y se informan por su cuenta.
El 25 de octubre pasado el Chile de los matinales venció por 78 % vs. 22 % al otro y optó por cambiar la Constitución, salvo en cuatro comunas donde triunfó ampliamente la opción inversa. Son Colchane, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, habitadas mayoritariamente por personas que desarrollan actividades empresariales y sus familias, de las cuales el Estado obtiene, a través de los impuestos, los recursos para los políticos, la burocracia y los subsidios a los pobres.
El principal mensaje que han inculcado los matinales al grueso de la población es que la Constitución ha hecho de Chile un país desigual, lo cual es falso, porque una investigación del profesor Claudio Sapelli, de la UC, ha comprobado que, dividiendo la población por segmentos de diez años, mientras más jóvenes tienen ingresos más iguales. Es decir, durante la vigencia de la Constitución de 1980 los ingresos de los chilenos se han ido igualando.
Entonces el principal problema de Chile de nuevo reside en una mayoría ocasional equivocada, la misma que reiterada y periódicamente le propina un balazo en el pie y genera profundas crisis que sólo terminan cuando esa mayoría cambia y lo devuelve al buen camino. Si la historia se repite, o incluso si su sólo “rima”, como dicen algunos, la mayoría que apoya los matinales va a cambiar cuando arrostre las consecuencias de las propuestas de Martín Stingo y la historia lo registre como el otro Marmaduke Grove o el otro Salvador Allende del siglo XXI que realmente es.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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