25 DE DICIEMBRE DE 2020 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


A Piñera lo que es de Piñera. En estos días ha quedado en evidencia que, en el tema de la vacuna contra el coronavirus, su gobierno ha negociado bien y el hecho concreto es que desde la Argentina y el Perú reconocen la eficiencia con que Chile se ha dotado de ella, en comparación con ambos países, y nadie puede negar el mérito presidencial en haberla conseguido y negociado en términos eficaces. 

Sabemos que nos va a volver locos resaltando este éxito como personal, pero es preciso reconocer que lo es. Como el papelito de "los 33", del cual se apropió contra la voluntad de su autor y el cual paseó por el mundo, en términos en que se justificaba emplear el tan socorrido latinazgo ad nauseam, al extremo de que Cecilia Morel debió decirle (y quedó registrado) "¡hasta cuándo lo muestra!", bueno, ahora va a ser igual: nos va a refregar mientras estemos vivos que se lo debemos a él. Pero se lo va a merecer: lo hizo bien y todo el mundo lo reconoce.

Otro personaje que se ha jugado entero y yo, al menos, espero que la derecha norteamericana sea mejor que la chilena y lo respalde, es Donald Trump. Siempre he creído que ganó la elección. "Lo sospeché desde un principio". He seguido de cerca demasiados cómputos electorales en mi vida como para haber sabido desde la misma mañana del 4 de noviembre que le robaron la elección. Me fui a acostar a las dos de la madrugada viendo que, según la tendencia, tenía el triunfo asegurado, pero cuando volví al televisor a las ocho ¡todo se había dado vuelta! ¡Repentinamente habían salido "de ninguna parte" centenares de miles de votos que daban vuelta el resultado en los "swing states", los estados decisivos! Nunca se había visto que la tendencia de los votos normales se alterara repentinamente y tanto en el último momento. 

Bueno, en discurso divulgado hoy Trump ha citado todas las irregularidades comprobadas, la magnitud del fraude y su decisión de dar la lucha por la decencia electoral. Y ha proclamado su triunfo en las urnas. Si la derecha norteamericana no es como la chilena --y, de hecho, parece mucho más valiente, resuelta y consecuente-- el 6 de enero no va a permitir que el fraude se imponga. Trump no es Piñera (salvo en lo de la vacuna, en que se han igualado) y no se va a rendir. 

Lo que resulta increíble es el espectáculo de la prensa dominante en contubernio con el partido demócrata. Cadenas televisivas hasta han censurado los discursos del propio presidente norteamericano, cosa nunca vista antes, acusándolo de denunciar un "fraude no comprobado", cuando no sólo las evidencias son incontrarrestables, sino que las presunciones son numerosas, graves, precisas y concordantes: nunca en la historia de los Estados Unidos se había visto un vuelco semejante en el último minuto ni se había renunciado, como hasta ahora, a investigar irregularidades que han quedado videograbadas y documentadas y que las principales cadenas televisivas se han negado a exhibir.

De Trump podrán decirse muchas cosas, pero no se le puede negar la condición del mejor adalid del pensamiento de derecha en el mundo actual. Ha aniquilado ideológicamente al socialismo. Ha defendido la vida del que está por nacer. Ha combatido como nadie el crecimiento del Estado-Leviatán, disminuyendo impuestos y suprimiendo regulaciones. Ha tenido el coraje del contradecir el mito de la ONU globalista sobre el papel del hombre en el cambio climático, mito que nos tiene a los chilenos pagando cuentas de luz más caras por estar provocando ¡el 0,0000864 %! de los gases con "efecto invernadero". Ha sabido mantener el orden público --es el polo opuesto de Piñera en esto-- y hasta se ha atrevido a elogiar públicamente a quien fue capaz de derrotar la violencia comunista en Chile, Augusto Pinochet. Bolsonaro y él son los únicos entre los vivos que se atrevieron a tanto, pues entre los muertos también osaron hacerlo Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

El polo opuesto de Trump, Piñera, se ha anotado un éxito en Chile y es preciso reconocérselo. Trump irá por los fueros de la derecha en los Estados Unidos y los verdaderos derechistas chilenos confiamos en que su triunfo se produzca con motivo del pronunciamiento electoral norteamericano definitivo, según su Constitución, en el parlamento el 6 de enero próximo.  

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