Gonzalo Rojas
"El partido que pretende liderar a la oposición y llegar a La Moneda ha elegido a su nueva presidenta gracias al 0,012% de los potenciales sufragios del país".
Los jóvenes revolucionario-democráticos se han venido jactando, desde sus inicios como movimiento, de una representatividad ciudadana que después se expresó en la constitución de un partido con 42 mil militantes, casi XXL.
Además, consolidaron esa imagen con la elección hace poco más de un año de 9 diputados y un senador dentro de las listas del Frente Amplio; y, más encima, en esos comicios obtuvieron una primera mayoría nacional.
Y ahora, la debacle.
En su muy cacareada elección de directiva, han exhibido un desastre electoral, han quedado en evidencia sus debilidades institucionales, de cara al país entero. Que pretenden ser revolucionarios, a nadie le cabe duda (basta verlos apoyar todas las causas disolventes), pero que puedan dar garantías de convicción democrática, eso sí que ha quedado por completo desvirtuado por su elección interna.
Revolución Democrática, el partido político que pretende liderar en el Frente Amplio, encabezar a la oposición e incluso formar algún día un gobierno de izquierda rupturista, se ha encontrado de golpe con esta simple realidad: su nueva directiva ha sido elegida gracias a la participación del 8% de su padrón de militantes (un listado recién conformado, fresquito, pero el 92% de los inscritos no votó), y la lista ganadora obtuvo apenas poco más del 4% de preferencias dentro de la militancia. Más grave todavía: si los poco más de 3.500 votos emitidos se dividen por el número de senadores y diputados del partido, quiere decir que cada parlamentario pudo conseguir que votaran apenas unos 350 miembros de la colectividad, en promedio, en una elección que duró varios días, realizada mediante sufragio electrónico y altamente publicitada en los medios y redes por las disputas internas que se develaron durante la campaña. ¿Y respecto del cuerpo electoral nacional? Bueno, el partido que pretende liderar a la oposición y llegar a La Moneda ha elegido a su nueva presidenta gracias al 0,012% de los potenciales sufragios del país.
Una debacle completa, un fracaso imposible de esconder.
Pero, cuidado, porque esta realidad les importa poco a los jóvenes RD y, en general, a todos los grupos del FA. Por eso, no debe pensarse que el modo en que se juzga desde fuera esta fracasada elección es la manera en que ellos valoran su trabajo político. Simplemente, no es el método esencial de la democracia participativa -las elecciones- el procedimiento en el que creen y el que los convoca.
Su verdadero interés son "los territorios", esas unidades conceptuales que engloban espacios físicos, ámbitos de trabajo, asociaciones informales, asambleas de circunstancia, etc. Es en "los territorios" donde RD y los otros grupos frenteamplistas buscan, alimentan y satisfacen modos de participación. De un grupo de vecinos indignados, de una federación de estudiantes beligerante, de una red de ONGs, de la circunstancial junta callejera de cientos o miles de manifestantes, de esas realidades pasajeras, inorgánicas, manipulables, impactantes para los medios de comunicación, los revolucionario-democráticos hacen caudal. A esas instancias acuden para impulsar mareas de apoyo a todas las causas antisistémicas que les interesa promover. Las toman desde esas precarias bases, las dotan de lenguaje ideológico y las centrifugan. Se puede invocar todo, no hay que darle cuenta a nadie. En "los territorios" mandan las minorías, las viejas vanguardias.
Claro, es una pena que la ley exija de cuando en cuando tener que contar votos de adhesión. Pero qué importa, si la ley no tiene casi ningún control sobre "los territorios" y los políticos tradicionales no saben cómo trabajar en ellos.
Ahí, todo es para RD.
Fuente: http://www.elmercurio.com/blogs/2019/01/30/66742/Revolucion-nada-democratica.aspx
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