Gonzalo Rojas


¿Cómo serían compatibles candidaturas a favor del Estado unitario con otras partidarias del Estado plurinacional, o unas favorables al régimen presidencial con otras entusiasmadas con el sistema parlamentario?.


 El llamado de José Antonio Kast a los partidos de Chile Vamos para integrar junto con el Partido Republicano una lista común en la elección de convencionales de abril ha sido aplaudido por muchos y rechazado por pocos.

Kast ha fundamentado su proposición en lo que ha llamado “los mínimos comunes” de todas esas colectividades, y lo ha hecho citando más de 15 materias en las que doctrinariamente hay acuerdo, en los textos de principios o programáticos.

Quienes han rechazado la posibilidad propuesta por el presidente de los republicanos han dado una señal sincera y muy valiosa: si muchos de ellos votaron Apruebo, es porque hoy ya no consideran que deba conservarse y potenciarse esa base común, que está además contenida precisamente en la Constitución vigente. Los RN y Evópoli —y algunos connotados UDI— que fueron entusiastas en sumarse al cambio constitucional deben explicitar una cuestión decisiva (y pendiente en la mayoría de ellos): ¿qué es lo nuevo que querrían incorporar a la Constitución? y ¿qué es lo actualmente contenido en la Carta Fundamental que quisieran eliminar?

Evópoli ha avanzado en ese trabajo. Ciertas definiciones de esa colectividad, por supuesto legítimas, van a dificultar la base común. RN, por sus características atávicas, difícilmente encontrará acuerdos internos que superen la división evidente de sus filas, expresada el 25 de octubre. Procurará hablar con vaguedades abstractas de validez universal. Con la UDI, probablemente no habrá problemas en esta materia, pero... ¿qué quieren Lavín y Longueira (no precisamente Melón y Melame) para una nueva Constitución? ¿Habrá ahora una posible base común con ellos?

Existe la posibilidad de que la negativa formulada a la proposición de las listas comunes se fundamente solo en el despecho ante un partido que hace meses se definió como opositor (el Republicano); podría ser también que prime el cálculo electoral, mirando a las futuras elecciones presidenciales, y que la consigna sea “aislar a José Antonio Kast a cualquier costo”.

Esas dos motivaciones, muy probablemente, terminarían disolviéndose ante la inminencia de una derrota electoral estrepitosa, si para abril no hubiese unidad.

Pero lo que no debe obviarse es, justamente, la eventual razón de fondo: que los “mínimos comunes” compartidos entre la gran mayoría de los Evópoli, una minoritaria fracción RN, Lavín y Longueira (sí, todos los del Apruebo), podrían no ser compatibles con los “fundamentos comunes” promovidos por la minoría de Evópoli, la gran mayoría de RN, la casi totalidad de la UDI y la unanimidad de los republicanos.

¿Cómo podrían concurrir en lista común quienes estiman que la familia se basa en el matrimonio entre un hombre y una mujer, con quienes validan toda forma de unión? ¿Cómo serían compatibles candidaturas a favor del Estado unitario con otras partidarias del Estado plurinacional, o unas favorables al régimen presidencial con otras entusiasmadas con el sistema parlamentario?

La fórmula electoral parece bondadosa, pero es cruel: los votos recibidos por una feminista liberal podrían terminar dándole el escaño a un conservador; las preferencias marcadas por un presidencialista tradicional podrían rebalsar a un parlamentarista a la española. Los candidatos honrados no debieran estar muy contentos con esa posibilidad.

Por eso, la negociación que hay por delante debiera ser abierta y clara, pero si solo se centrase en los nombres que integrarán las nóminas, habrá olvidado lo más importante: ¿cuál será el proyecto constitucional común por el que se comprometerán a trabajar los candidatos consensuados? ¿Qué es lo que realmente se quiere aprobar?

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2020/11/04/83211/Lista-comun-en-la-derecha.aspx

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