Vergüenza de la Política Nacional
Gonzalo Ibáñez Santamaría
Todos lo sabemos, pero la inmensa mayoría del país lo calla. Los miembros de las Fuerzas Armadas y de Carabineros que dieron la cara en 1973 cuando tuvieron que salir a la calle para poner término al nefasto régimen marxista de Salvador Allende han sido implacablemente perseguidos desde 1990 en adelante. Aún hoy día, más de cincuenta años después, esa venganza persigue a quienes en la época no eran sino jóvenes oficiales o soldados que recién comenzaban sus carreras y que no hacían sino cumplir órdenes de sus superiores.
Es cierto que hubo excesos en el uso de las armas y del poder, pero la responsabilidad por lo que sucedió recae en primer lugar en quienes que, con el mal uso del gobierno del que formaban parte, obligaron a nuestros uniformados a dar el paso de 1973. Cuando se entrega la solución de los conflictos a las armas, los excesos -que siempre existirán-se producen en el empleo de estas, con las consecuencias que cualquiera puede prever. Podemos sí decir que esos excesos en Chile fueron muy menores a los que hubo en otros países enfrentados a situaciones similares.
Desgraciadamente, los tribunales de nuestro país se han dejado influir por concepciones jurídicas teñidas de revanchismo y se han convertido en instrumentos de venganza. Y toda la clase política, de un extremo al otro, cuando no ha aplaudido este actuar de los tribunales, ha guardado silencio frente a condenas arbitrarias y absurdas. Se ha hecho cómplice así de la materialización de la injusticia.
Chile hoy paga las consecuencias de esa actitud. Si lo que sucedió el 11 de septiembre de 1973 no fue sino un atentado contra la democracia, volvamos entonces al día anterior, al 10 de septiembre. En eso estamos y vamos cada día de mal en peor, con la delincuencia dominando al país.
La recuperación de Chile exige, en primer lugar, reconocer la verdad de nuestra historia y que cada uno asuma sus responsabilidades en lo que sucedió. No se puede condenar a nuestros militares cuando quienes hicieron imperioso su pronunciamiento se pasean aún por nuestras calles como si fueran santos de altar. Hoy, la reconciliación nacional exige cerrar el capítulo de lo sucedido en esos años. La paz y la justicia exigen de una vez por todas la amnistía para nuestros uniformados. Que esta amnistía no avance constituye tal vez la peor vergüenza de la política nacional.
Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm
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