Gonzalo Ibáñez Santamaría


Se han presentado varios proyectos de remodelación de la Plaza Italia en Santiago, lo cual parece muy razonable mientras se dé cumplimiento a una medida que la decencia y la historia chilena exigen imperativamente: la restitución del monumento del general Baquedano y de la cripta del Soldado Desconocido a los lugares que siempre han ocupado en esa plaza.

La Plaza Italia, como se recordará, se constituyó en el eje de la explosión de violentismo, de vandalismo y de terrorismo que asoló al país, especialmente a Santiago, a partir del mes de octubre de 2019 y que, por eso mismo, se la denomina la explosión del “octubrismo”. Desde el primer momento, tanto el monumento al General Baquedano como la cripta del Soldado Desconocido, fueron objeto de las peores vejaciones hasta el punto de que, para recibir protección, debieron ser retirados del lugar. Está claro que, si no regresan a ese lugar en el centro de la Plaza, ello expresará un triunfo inaceptable de ese octubrismo.

Es lo que pretende el actual gobierno y no sólo impidiendo ese regreso sino, además, levantando un memorial que recuerde y alabe la violencia, el vandalismo y el terrorismo de ese período, como si hubieran sido muestras de actos de gran valor cultural y civilizatorio. Recordemos que fue este gobierno el que promovió el indulto a los principales responsables de esos actos. Con este memorial, completaría su obra.

Lo cual, por cierto, es inaceptable. La destrucción de bienes públicos y privados, la comisión de delitos como el saqueo de comercio, el incendio de iglesias, la destrucción de las estaciones del ferrocarril metropolitano, la destrucción de rutas, etc. no son hechos que un país civilizado pueda aceptar ni mucho menos, premiar. Fueron muchas las víctimas de esa violencia para las cuales ese memorial significaría una afrenta extrema. Pero, también lo significaría para todo el país que vería, así, como el esfuerzo por mantener el orden, para trabajar y progresar no valen nada. Ese memorial significaría que Chile se convertiría en un campo de batalla de distintas facciones. Y, por lo tanto, en un país que en definitiva deja de ser tal.

Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm

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