Gonzalo Ibáñez Santamaría


Hace unos días el Consejo General de la OEA, por la unanimidad de sus miembros acordó declarar a Salvador Allende como una “figura histórica” del continente americano. Todo ello en el marco de la conmemoración de los 50 años del pronunciamiento militar que puso término al régimen que él encabezaba.

Nuevamente nos encontramos frente a una estrategia que pretende mostrar a Allende como un presidente democrático y pacífico y a los uniformados que lo depusieron como una pandilla de matones ambiciosos de poder político. En Chile sabemos que todo ello no pasa de ser una grosera mentira y que nuestras Fuerzas Armadas y Carabineros actuaron cuando advirtieron que eran la última posibilidad para evitar la destrucción de Chile y su conversión en una segunda Cuba y en un lacayo de la Unión Soviética de entonces. Es decir, en un país miserable.

Defender la historia no es una cuestión sólo académica, sino una garantía para marchar con paso firme hacia el futuro. De hecho, la distorsión de la historia de esos años estuvo a punto de causar el regreso de Chile a la nefasta situación de entonces. Si, como sostiene esa estrategia, el 11 de septiembre de 1973 Chile perdió su condición de país democrático, el regreso a la democracia se tendrá que producir sólo cuando regresemos al día 10 de septiembre de ese año. Y eso es lo que ha estado a punto de suceder a partir del 19 de octubre de 2019, demostrando así cuán cierto es el viejo aforismo: los países que olvidan su historia están condenados a repetirla. Lo que hemos visto de violencia, caos y destrucción durante los últimos casi cuatro años, nos aproxima a lo que fue el régimen de Allende hasta la intervención militar.

Es el riesgo que aún afrontamos si seguimos permitiendo que se basuree nuestra historia. Defender la licitud de esa intervención se convierte así en un elemento fundamental para defender a Chile como un país libre, soberano y de progreso.

Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm

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