Gonzalo Ibáñez Santamaría


Desde hace más de treinta años, esto es, desde cuando el gobierno militar llegó a su término, muchos grupos nos hablan de que ese cambio significó recuperar la democracia, la libertad y el respeto por los derechos humanos, todos los cuales habrían estado conculcados por ese gobierno.

Sea cual fuere el juicio que él nos merezca, lo cierto es que a su término Chile encabezaba el grupo de naciones de este continente, después de haber estado durante décadas en los últimos puestos. Lo cierto es que la seguridad ciudadana había alcanzado muy altos niveles y que la libertad ciudadana se ejercía de manera cotidiana en muchos aspectos de la vida en común donde antes su ejercicio estaba suprimido o muy limitado. Basta advertir, por ejemplo, como creció el número de emprendimientos por parte de los particulares; cómo se abrió el campo de la educación a innumerables proyectos y cómo se practicó la libertad de desplazamiento dentro y fuera del país en números antes desconocidos en nuestro país.

En 1990 comenzó, sin embargo, una campaña de desprestigio de ese gobierno, sin perjuicio de lo cual los que vinieron después tuvieron buen cuidado de no apartarse de los aspectos más importantes de su política. Así se conformó un período de nuestra historia que ha sido sin duda el que más éxitos nos ha deparado. Sin embargo, estos éxitos no han sido capaces de contrarrestar la campaña anti-gobierno militar, de modo que se ha impuesto la idea de que no puede sostenerse que se haya recuperado la democracia mientras no se retorne al punto anterior al pronunciamiento militar, esto es, al gobierno marxista de entonces.

Fue la idea que estuvo detrás del violento estallido de octubre de 2019 y de las consecuencias políticas que le siguieron, especialmente la de sacrificar la constitución entonces vigente para entrar a dotarnos de una nueva redactada a partir de una “hoja en blanco”; y la de atacar, sabotear e intentar destruir todo vestigio del éxito de la política iniciada por el gobierno militar en su época. Así hemos, de hecho, regresado a la época inmediatamente anterior al gobierno militar. Hoy, se nos dispara la inflación, la seguridad ciudadana está reducida a la nada misma. Las ciudades se han convertido en un montón de escombros, de suciedad y de miseria. Las perspectivas de desarrollo económico brillan por su ausencia y la juventud se deja utilizar como carne de cañón por aventureros políticos empeñados en la destrucción de nuestro país.

En teoría, entonces, ya tenemos la “democracia” que buscábamos. Pero, ahora que la vemos en acción, ¿es realmente el régimen político al que aspirábamos? Es lo que de alguna manera va encerrado en la disyuntiva de votar Apruebo o Rechazo en el próximo plebiscito. Si de verdad queremos evitar que Chile se despeñe de nuevo por esa caricatura de democracia que en nuestra historia fue el régimen marxista 1970-1973, entonces, sin ninguna duda, comencemos por votar Rechazo.

 Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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