Gonzalo Ibáñez Santamaría


El ex-presidente ha enviado una carta a la Convención Constitucional intentando demostrar cómo su gobierno fue un éxito y por qué su ejemplo debe iluminar la redacción de la nueva constitución. Es cierto que las cifras fueron muy positivas, pero lo que no se puede aceptar es su afirmación de que ese éxito contrasta con lo que para él aparece cómo un fracaso del gobierno militar: "Al retomar el camino democrático, Chile se hizo cargo de una dura herencia en materia de bienestar social legado por el largo período dictatorial. La pobreza de ingresos afectaba a cerca del 40% de los hogares (. . .). Ello había generado una profunda fractura social y económica que fue sin duda el mayor desafío de la reconstrucción democrática". Pero de lo que nada dice Lagos es del estado de ruina en que el gobierno militar había encontrado el país en 1973, causado por un régimen del cual Lagos formaba parte y cómo, durante los diecisiete años siguientes, el país fue reconstruido en una obra titánica. Esa obra, en definitiva, constituyó la base sobre la cual los siguientes gobiernos alcanzaron destacadas cifras en materia de resultados económicos con los consiguientes beneficios sociales para toda la población.

Es lo que Lagos debe reconocer. Así afirma que los primeros años de los gobiernos civiles fueron los más exitosos: “En 1991, Chile fue retirado de la lista de economías de bajo desempeño y, desde 1992, mejoró sustancialmente su clasificación de riesgo país y pasó a ser la mejor entre todos los países latinoamericanos, con los positivos efectos en menores costos de financiamiento”. Pensar que esos resultados los alcanzó el entonces presidente Aylwin, que comenzó su gobierno en 1990, de la noche a la mañana y sin deberle nada al régimen que lo antecedió, es pensar que lo que sucedió fue un verdadero milagro. No hubo tal: Aylwin alcanzó esos resultados como consecuencia de la política que comenzó el régimen militar. Él vino a cosechar los frutos de las semillas puestas por ese régimen como, por lo demás, lo reconoció Alejandro Foxley, su ministro de Hacienda: “Pinochet realizó una transformación, sobre todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una década después, al cual están tratando de encaramarse todos los países del mundo. Hay que reconocer su capacidad visionaria y la del equipo de economistas que entró en ese gobierno el año 73, con Sergio de Castro a la cabeza (. . .). Además, ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos, para bien, no para mal.” (Revista Cosas, 05/05/2000).

Negarse a reconocerlo es mentir al país y eso es lo que hace Lagos, al atribuirse un éxito cuyos principios no le corresponden. Eso, por ejemplo, lo tiene claro el Frente Amplio que reniega de esos treinta años de Concertación porque, para quienes ahí militan, no fueron sino la continuación del régimen militar. En cambio, lo que ellos buscan es retornar a un régimen como el de Allende. Por eso mismo, la recuperación de Chile exige dejar de lado las mentiras de Lagos y volver a la verdad de nuestra historia: el éxito económico y el progreso social de Chile tuvieron su base en las políticas del régimen militar, contra lo que fue el régimen allendista.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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