Una Carta a los “Amarillos”
Gonzalo Ibáñez Santamaría
En una reciente y extensa carta, Cristián Warnken dirige un Manifiesto a los “amarillos” del país para decretar una Máxima Alerta Democrática y Republicana frente a las cada día más evidentes intenciones totalitarias de la denominada Convención Constituyente. Recuerda, para estos efectos, el caso de “muchos países (que) sufrieron la devastación y la catástrofe porque quienes debían encender las alarmas a tiempo no lo hicieron”. Él no quiere ser incluido entre estos últimos.
El término “amarillo” fue acuñado por los elementos más extremistas de la ofensiva comunista que se abate sobre el país para designar a aquellos que estando de acuerdo con los principios del estallido violentista de hace dos años, no lo están sin embargo con sus consecuencias, especialmente ahora con aquellas que se proyecta incluir en el nuevo texto constitucional: “La Alerta Amarilla se justifica, queridos compatriotas, porque en vez de avanzar hacia una escucha genuina y a la búsqueda de un mínimo común compartido, al leer las propuestas aprobadas en las comisiones para ser discutidas por el Pleno de la Convención, todo indica que se está privilegiando el poner en primer lugar una visión maximalista, refundacional y en algunos casos derechamente revolucionaria antes que una mirada de Estado, de largo plazo, inclusiva”.
De cara a esta evidente realidad, Warnken se pregunta: “¿Hay acaso algo más crucial y trascendente que redactar una nueva Constitución?”. Desde luego que no, pero para evitar el engendro que se está gestando se requiere algo más. Entre otros pasos previos, es menester un riguroso examen de la historia que nos ha conducido al punto al que hemos llegado y reconocer que si hoy hemos entrado en crisis es porque, durante los últimos treinta años, el discurso que machaconamente se nos ha impuesto es el de la condenación de la acción militar del 11 de septiembre de 1973 y, en consecuencia, de todo lo que vino después hasta el 11 de marzo de 1990, incluyendo por supuesto la constitución de 1980 y toda la política económica del gobierno militar, a pesar de los evidentes éxitos que ésta alcanzó. Es a este discurso al cual han adherido con entusiasmo Enrique Warnken y sus seguidores, sin perjuicio de la comodidad con que entretanto desenvolvieron sus vidas. Y por eso, la adhesión que manifestaron a la opción del “Apruebo” cuando se les consultó acerca del cambio constitucional. Hoy, sin embargo, se horrorizan al advertir el rumbo que toma el país. Pero ¿de qué se extrañan? Porque, si lo que sostiene este discurso es verdad, entonces, lo lógico es lo que está sucediendo: un regreso fulminante al régimen de Salvador Allende.
Es la aplicación del viejo proverbio: “Siembra vientos y cosecha tempestades”. Estas, que se gestaron en esos vientos, son las que ahora estamos sufriendo. Y es seguro que no van a amainar hasta que la verdadera historia chilena de los últimos cincuenta años no recupere el lugar que le corresponde. Es la meditación a la cual deben abocarse Warken y sus seguidores.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
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