Gonzalo Ibáñez Santamaría


En reciente entrevista, el senador Manuel José Ossandón se muestra, una vez más, como el representante cabal de ese sector que, si bien gusta denominarse como una “derecha renovada o social”, no tiene otro norte que el de seguir a la izquierda socialista y marxista en su discurso. Por eso, por ejemplo, él afirma: “Me cuesta entender que haya un sector tan importante de nuestro conglomerado que no vea lo que está pasando en Chile, donde la desigualdad es realmente vergonzosa. Yo no niego que el país creció, que ha habido grandes avances materiales, que hay gente que ha accedido a medios que antes no tenían, pero las diferencias siguen siendo tremendas (...) hace rato que la derecha más capitalista, la que viene de Chicago, está en franca decadencia”*. Este discurso lo hemos oído a cada rato como la justificación de esa izquierda para atacar al modelo cuya aplicación ha hecho de Chile el país más exitoso de nuestro continente. Sería cierto que hemos crecido, pero la “desigualdad” no ha hecho sino acentuarse. Por eso, sería correcto atacar a la Escuela de Chicago, de donde provendrían las bases de ese modelo.

Parece que a Ossandón nada le dijeron las últimas elecciones presidenciales en las cuales sonó muy fuerte el grito casi desesperado de la mitad de Chile pidiendo, por sobre todo y antes que nada, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana y el término del terrorismo y de la violencia, especialmente en la Araucanía. Y también, el freno a la influencia marxista sobre el país. De hecho, Sebastián Sichel, el candidato que representaba las ideas de Ossandón, fue más que duplicado por José Antonio Kast, el candidato que sintonizó con estas demandas ciudadanas. Pero eso, a Ossandón no le dice nada. No hace de ello ninguna mención en la entrevista.

Tampoco le interesa, como no le interesa a la izquierda, saber cómo obtener los recursos para financiar esos fantásticos planes de igualdad total. Por eso, su desaprensiva crítica a “Chicago”, como si hubiera sido un pecado trabajar para incrementar la fuente de recursos antes de ponerse a hacer planes para gastarlos.

Estos son los ejes sobre los cuales debe descansar una propuesta política sensata: recuperar la seguridad ciudadana como primera prioridad y, en seguida, seriamente proponer las medidas más adecuadas para incrementar la productividad del país de manera que, a la hora del reparto, haya algo importante que repartir y no sólo las migajas a que nos tiene acostumbrados el socialismo.

Y, lo que no es menos importante, recuperar la historia chilena de los últimos cincuenta años que nos muestra cómo, de la mano del socialismo, el país se hundió y cómo de la mano de una política de libre mercado, él salió adelante hasta alcanzar la cima de nuestra región sudamericana. También, por último, cómo recuperar, sobre todo para la juventud, la familia tradicional formada por el matrimonio de un varón y de una mujer abierto a la procreación y educación de los nuevos miembros de la patria.

Así como va, este Ossandón no va a ser sino más de lo mismo que ha sido Piñera en los últimos años: un fracaso.

*El Mercurio, 16/01/22, p. D 4

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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