Gonzalo Ibáñez Santamaría


En la homilía pronunciada el día 18 de septiembre con ocasión de celebrarse un nuevo aniversario de la independencia de nuestra patria, el cardenal Celestino Aós agradeció a todos aquellos que buscan «respetar y proteger los valores no negociables», refiriéndose sobre todo al “respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural”, y a la familia fundada en el “matrimonio entre hombre y mujer”. Reafirmó así la doctrina tradicional de la Iglesia que reconoce la condición humana desde el momento mismo de la concepción y que la familia se funda teniendo como base el matrimonio entre un varón y una mujer que se unen actual e indisolublemente con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente.

Es cierto que muchos niños llegan a la vida al margen de una familia constituida de esa manera y que esos niños y sus progenitores requieren de apoyo y de ayuda social para sobrellevar y superar esa difícil situación. Pero, algo muy distinto es decir que da la mismo tener esos hijos en una familia o fuera de ella o que da lo mismo unirse para estos efectos entre un varón y una mujer o unirse entre dos varones o dos mujeres.

Es lo que, sin embargo, sostiene el proyecto de ley que actualmente se tramita en el Congreso Nacional y que crea la figura del “matrimonio igualitario”, en virtud de la cual es tan matrimonio la unión entre personas de diferente sexo como aquella entre personas de igual sexo. La Iglesia ha enseñado siempre que de ninguna manera pueden considerarse en el mismo nivel y que una unión de personas del mismo sexo que emplean sus órganos sexuales para remedar una unión entre varón y mujer es severamente dañina a las mismas personas que se involucran en ese acto y que no puede considerase a la pareja que entre ellas forman como similar a la que forman personas de distinto sexo a la hora de criar y formar nuevas personas humanas.

A Piñera, a pesar de su declarado catolicismo, este mensaje le resbaló: "una cosa es el mundo de la religión, que es un mundo voluntario, y tanto la religión católica y evangélica establecen el matrimonio entre un hombre y una mujer, y otra cosa es el mundo laico, de las leyes, que es obligatorio para todos". Podemos concluir, por lo tanto, que para Piñera no hay diferencia entre un tipo de unión y el otro, y que lo que establezcan las religiones sólo vale para sus fieles, sin que importen para nada las razones invocadas para valorar una conducta más que otras. Actuando así, Piñera da la espalda a su condición de católico, pero también da la espalda a su responsabilidad como presidente al mostrar como igual algo que definitivamente no lo es y, sobre todo, al mostrarlo frente a la juventud que se inicia en su vida sexual y a la cual él le está diciendo que es igual acostarse con un hombre o con una mujer. ¿Qué sucede en la misma presidencia de la República?

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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